domingo, 12 de junio de 2022

109. La otra piedra Rosetta

 

La inscripción  de Behistún . Irán, siglo VI a. C.

El cuneiforme es uno de los sistemas de escritura más antiguos en la historia de la humanidad, con una tradición de más de tres milenios, desde finales del cuarto milenio a.C. hasta el  siglo I d. C. . Se utilizó a lo largo de los milenios para expresar varios idiomas —sumerio, acadio, e hitita son sólo los tres que más textos transmitieron a la posteridad— en un área geográfica que corresponde al Próximo Oriente, es decir desde el Levante y la Anatolia en el oeste hasta el Irán y el Asia Central en el este, y desde el Cáucaso en el norte hasta la Península arábiga en el sur.

Tablilla de Kish. 3.500 a, C

A finales del IV milenio a. C., los sumerios comenzaron a escribir su idioma mediante pictogramas, que representaban palabras y objetos, pero no conceptos abstractos. Una muestra de esta etapa se puede observar en la tablilla de Kish (del 3500 a. C.). Hacia el 2600 a. C. los símbolos pictográficos ya se diferenciaban claramente del ideograma original, y al finalizar ese milenio, con objeto de hacer más fácil la escritura, ya eran completamente diferentes.

En un principio, la escritura a base de pictogramas no era adecuada para escribir conceptos abstractos, los verbos y sus tiempos, los pronombres, etc. Por ello, se comenzaron a emplear ciertos símbolos con valor fonético silábico. 

Evolución del ideograma "cabeza" del 3.000 al 1.000 a. C.


El cuneiforme se escribió originalmente sobre tablillas de arcilla ya húmeda, mediante un tallo vegetal biselado llamado cálamo.​ El término cuneiforme proviene del latín cuneus (‘cuña’) por la forma de las incisiones, aunque un antiguo poema sumerio las denomina gag (‘cuñas’).

En 1.842, Paul Émile Botta descubrió los restos de la ciudad de Nínive, y en ella la gran biblioteca de Asurbanipal, un archivo real que contenía varios miles de tablas de arcilla cocidas con inscripciones cuneiformes. (textos científicos, literarios, cartas y documentos de gobierno).

Fue Georg Friederich Grotefend (1775 - 1853) el primero en comenzar la carrera por el estudio de estas tablillas. intenta descifrarlas a través del método deductivo. Más tarde Henry Rawlinson (1810 - 1895) logró descifrarlo gracias a la inscripción trinlingüe de Behistún, que contiene escritura persa, elamita y babilonia.

La inscripción de Behistún  es una inscripción monumental en piedra de la época del imperio Aqueménida (s. VI a.C.). Está inscrita sobre la pared de un acantilado en la provincia de Kermanshah, al noroeste de Irán, a unos 100 metros de altura. Fue ordenada inscribir por Darío I de Persia en algún momento posterior a su acceso al trono del Imperio persa en 522 a. C. y antes de su muerte en 486 a. C.

La inscripción incluye tres versiones del mismo texto, en tres lenguas diferentes, empleando escritura cuneiforme: persa antiguo, elamita y babilonio. Un oficial del ejército británico, Sir Henry Rawlinson, transcribió la inscripción en dos momentos, en 1835 y 1843. Rawlinson pudo traducir el texto cuneiforme en persa antiguo en 1838, y los textos elamitas y babilonios fueron traducidos por Rawlinson y otros después de 1843. Esta inscripción es a la escritura cuneiforme lo que la piedra de Rosetta a los jeroglíficos egipcios: el documento clave para el desciframiento de una escritura antigua desconocida que muestra el mismo texto en otro idioma conocido. La lengua babilonia era una forma tardía del acadio; ambas son lenguas semíticas.

El texto de la inscripción es una proclamación de las hazañas de Darío I de Persia previas a su acceso al trono. Los tres textos, que presentan básicamente el mismo contenido, están escritos en tres lenguas distintas, usando para cada uno una adaptación de la escritura cuneiforme. El panel inmediatamente bajo el friso está escrito en persa antiguo, una lengua indoeuropea. Los otros dos textos fueron escritos en elamita y babilonio, la primera una lengua elamo-drávida y la segunda semítica. Darío gobernó el Imperio persa desde el año 521 a. C. hasta el 486 a. C. En algún momento hacia el 515 a. C. ordenó la creación de esta inscripción, que describiera un largo relato de su ascenso frente al usurpador Gaumata y las subsecuentes guerras victoriosas de Darío y el sofocamiento final de la rebelión, para ser así inscritas en un acantilado cercano a la moderna ciudad de Bisistun, en las colinas de los Montes Zagros de Irán, en el punto donde se yerguen desde el llano de Kermanshah.

La inscripción mide aproximadamente 15 metros de alto por 25 de ancho, y se halla 100 metros por encima de un acantilado al lado de un antiguo camino que unía las capitales de Mesopotamia y Media (Babilonia y Ecbatana). Su acceso es muy complicado, ya que, después de su finalización, las laderas fueron eliminadas para hacer la inscripción más perdurable.

Rawlinson dio un gran paso adelante en el desciframiento de la escritura cuneiforme al partir de la suposición de que se trataba de una escritura silábica.

Finalmente fue George Smith (1840 - 1876) quien se llevó el mérito de descifrar los documentos asirios, convirtiéndose de esta manera en el padre de la asiriología. Hizo las primeras traducciones del poema épico de Gilgamesh.​ 

La escritura cuneiforme también fue adoptada por otros idiomas como el elamita, el hurrita, el urarteo, el eblaita y, en variedades alfabéticas, por el antiguo persa y el ugarítico.

En 1851, Hincks y Rawlinson podían leer ya 200 signos babilonios. Pronto se les unieron otros dos criptólogos, un joven estudiante de origen alemán llamado Julius Oppert y el versátil orientalista británico William Henry Fox Talbot. En 1857 los cuatro hombres se conocieron en Londres y tomaron parte en el famoso experimento para comprobar la precisión de sus investigaciones.

Edwin Norris, el secretario de la Real Sociedad Asiática, le dio a cada uno de ellos una copia de una inscripción recientemente descubierta datada en el reinado del emperador asirio Tiglath-Pileser I. Un jurado de expertos fue convocado para examinar las traducciones resultantes y certificar su exactitud. Las traducciones resultantes de los cuatro expertos coincidían en todos los puntos esenciales. Hubo por supuesto algunas pequeñas discrepancias. El inexperto Talbot había cometido unos cuantos errores, y la traducción de Oppert contenía unos cuantos pasajes dudosos debido a que el inglés no era su lengua materna (era alemán). Pero las versiones de Hincks y Rawlinson eran virtualmente idénticas. El jurado declaró su conformidad, y el descifrado de la escritura cuneiforme acadia pasó a ser un hecho consumado. A partir de ese momento, se pudo leer y traducir sin dificultad el acadio y gracias a las miles de tablilla conservadas, el mundo pudo conocer al primer imperio de la humanidad. Como suele pasar, la solución a un problema no hace sino plantear muchas otras preguntas: ¿quiénes eran los acadios? ¿cómo nació el primer gran imperio de la historia? ¿cómo y por qué desapareció? Algunos hallazgos arqueológicos empezaron a disipar las primeras nieblas.

Lista real sumeria
hallada en Larsa
La Lista Real Sumeria es una lista de reyes de la antigua Mesopotamia escrita en lengua sumeria grabada en escritura cuneiforme, sobreviviente en varios documentos y artefactos arqueológicos de los cuales el mejor conservado es un prisma de barro cocido encontrado en la ciudad sumeria de Larsa en 1922 (Prisma de Weld-Blundell). Su datación corresponde a finales de la dinastía de Isin (c. 1817 a. C.). Su ejemplar más tardío es la transcripción de la lista en la "Historia Babilónica" de Beroso (s. III a. C.)

La lista divide a los reyes en antediluvianos (con reinados de inverosímil longevidad) considerados míticos por los historiadores, y pos-diluvianos. El primer rey mencionado cuya existencia es reflejada en documentos fuera de la lista es Mebaragesi de Kish, contemporáneo de Gilgamesh. El primer gobernante de la lista que es claramente histórico es Lugalzagesi de Umma del siglo XXIV a. C., quien conquistara Lagash, que a su vez fue conquistada por Sargón de Akad.

El imperio acadio se considera formado  a partir de las conquistas de Sargón de Akad en el siglo XXIV a. C., considerado por varios historiadores como el primer imperio en la historia de la Humanidad.​ Los dominios del Imperio se extendieron a toda la cuenca del Tigris y Éufrates, Elam, Siria y según las inscripciones, aún más allá, hasta el Líbano y la costa mediterránea. Según dichas inscripciones, incluso llegarían a realizar incursiones en Anatolia y el golfo Pérsico hacia Dilmún y Magan (los modernos Bahréin y Omán, en Arabia). En cuanto a su final, siguió siendo una pregunta sin respuesta hasta que la tecnología de nuestro tiempo ha venido a coincidir en una explicación  corroborada por diferentes ciencias y que coincide con el hecho reflejado en pruebas arqueológicas como la lista real sumeria. Hacia el 2.200 a, C. se reflejan muchos reinados de muy corta duración (lo que indica un periodo de agitación y posibles revueltas) y las excavaciones que nos hablan del abandono abrupto de muchos asentamientos, dejando interrumpidas, incluso, grandes obras públicas. Por otro lado, la reciente tecnología parece considerar probado que una gran sequía, que duró nada menos que 300  años azotó la zona donde se producía gran parte del cereal necesario para alimentar a una enorme población en crecimiento exponencial. Puede decirse que alrededor del 2.200 el imperio acadio murió de éxito. 


Datos y fotografías tomados de Wikipedia, así como de recientes documentales.