lunes, 18 de diciembre de 2023

114. Locusta la "primera asesina en serie de la historia" y Agripina la menor, a cual más venenosa


 He puesto esas comillas en el título porque es una expresión inexacta, colocada en el título de algunos artículos sólo para atraer la atención de lector. Mucho antes de Locusta  hubo gente que asesinó por encargo de otros, ya sea por dinero, ya sea  porque creía estar haciendo algo justo, conveniente o bueno para la colectividad. Ningún criminólogo de nuestros días calificaría a Locusta como "asesina en serie".

Se saben pocas cosas de esta mujer. el romano Tácito nos habla de ella pero tampoco da una información exhaustiva. Aparece en la Wikipedia y en algunos artículos que no añaden nada nuevo. Intentaré reunir todos los datos en un relato sucinto, pero coherente.

Locusta (nombre que significa langosta) era una esclava gala llegada a Roma posiblemente como botín de guerra. En Roma a los esclavos que destacaban por alguna habilidad especial se les permitía trabajar por su cuenta. La habilidad de Locusta era un gran conocimiento sobre plantas, sus usos y propiedades y regentaba una tienda cerca del monte Palatino.

Locusta sabía preparar pociones capaces de acabar con la vida de cualquiera y que nadie sospechara que esa persona había sido envenenada. Roma estaba llena de esposas engañadas, hijos que ansiaban la herencia de sus padres o políticos que pretendía amasar inmensas fortunas por la vía más rápida y segura, y Locusta era la persona perfecta para ayudarles a conseguir sus objetivos a cambio de un generoso pago. Su tienda pronto se llenó de clientela de la clase más alta y el boca a boca hizo una eficiente publicidad de su habilidad. Su fama llegó a oídos de Agripina. Para ese momento, Locusta ya estaba condenada a muerte por envenenadora. Agripina, sobre la que escribiré ahora, comprendió que Locusta era justo lo que necesitaba  y utilizó su poder e influencia para librarla de la muerte, liberarla e introducirla en los círculos de la corte.

Mucho antes de cometer los crímenes que la historia le atribuye, Julia Agripina fue una niña inocente que vivió con asombro el regreso de sus padres a Roma. Corría el otoño de 19 d. C., ella contaba cuatro años y sus padres llegaban a la capital desde Antioquía, en Siria. Sabemos por el historiador Tácito que ella y sus hermanos salieron al encuentro del cortejo que se acercaba lentamente a la ciudad por la Vía Apia. A ambos lados de la calzada se apiñaba una multitud desolada, ataviada de negro, que les recibía con gritos y lamentaciones.

Su madre, Agripina la Mayor, a quien no veía desde hacía dos años, era una mujer exhausta que caminaba encorvada por el peso de su desgracia. Acarreaba en brazos una urna funeraria con las cenizas de Germánico, su esposo, el general más amado por el pueblo romano y designado por Augusto para suceder a Tiberio en el trono. El padre que la pequeña Agripina apenas llegó a conocer.

Era muy niña y, a pesar de la extraordinaria inteligencia que más tarde demostró, lo más probable es que no entendiera lo que sucedía. No pudo parecerle sospechoso que Tiberio, césar en esos momentos y padre adoptivo del difunto, no hubiese acudido a honrar su memoria. Aún no sabía nada de política ni de conspiraciones asesinas. Con los años, tal vez Agripina habría olvidado aquel momento. Pero su madre no olvidó ni le permitió olvidar. La joven creció convencida de que Tiberio había mandado envenenar a su padre y de que su propio linaje estaba predestinado a reinar. Costara lo que costara. Y costó muchas vidas, incluyendo la suya.

Pasó la primera parte de su juventud en la sombra, limitándose a ser la recatada esposa de su primer marido, Cneo Domicio Enobarbo. Ese anonimato y su infertilidad durante los primeros años de matrimonio la mantuvieron a salvo de Tiberio, que veía en cualquier descendiente de Germánico un rival indeseable para su propio hijo. Los de Germánico eran especialmente peligrosos para Tiberio, porque contaban con la simpatía del pueblo y la adhesión incondicional de las tropas.

El césar se las arregló para que los dos hermanos mayores de Agripina, Nerón y Druso, fueran condenados por supuestos delitos. Cuando Agripina cumplió veintidós años dio a luz al futuro emperador Nerón. Para mayor alegría suya, Tiberio murió de pronto. A falta de su propio hijo, ya fallecido, el emperador dejó la Corona en manos del joven Calígula, hermano de Agripina, quien a pesar de su origen había sabido ganarse el favor del viejo césar.

Agripina la Menor

 Agripina, llamada Agripina la menor, para distinguirla de su madre, era una mujer devorada por la ambición y el ansia de poder que no se paró en barras hasta conseguir llegar a lo más alto que se podía (fue nombrada Augusta, la primera después de Livia). En el año 28, con tan solo 13 años, se casó por primera vez con el cónsul romano Cneo Domicio Enobarbo,​ quien afirmó de su futuro hijo (Nerón): «De la unión de Agripina y yo sólo puede salir un monstruo. (por algo lo diría)» .De esta unión nació nueve años más tarde Lucio Domicio Enobarbo, conocido como Nerón.  Aun estando casada con Enobarbo, se dice que Agripina mantuvo relaciones sexuales con su hermano Caligula, al igual que hacían sus hermanas, y que se prostituyó con miembros de la corte, como sus hermanas Julia Drusila y Julia Livila, que también estaban casadas.

Los privilegios de los que disfrutaba Agripina empezaron a desaparecer tras la muerte de la hermana preferida de Calígula, Drusila. Tras este acontecimiento, el emperador empezó a sufrir una enfermedad mental que provocó que Agripina perdiera el favor de su hermano. Ambiciosa como su madre, Agripina quería continuar con esos privilegios que ahora su hermano no le ofrecía. Por ello junto a su amante Tigelino, Léntulo Getúlico, su hermana pequeña Julia Livila y el amante de ambas y cuñado viudo Marco Emilio Lépido planearon derrocar a Calígula. Al descubrir la conspiración, el emperador ordenó la muerte de Lépido y Getúlico, y el destierro a la isla de Pandataria, previo juicio, de sus dos hermanas y Tigelino.

Una vez más, la hija de Germánico demostró ser una superviviente nata. Ni la aridez del clima, ni la escasez de alimentos ni el recuerdo de su hermano Nerón, que falleció en la misma isla, pudieron con ella. El exilio fortaleció su espíritu. Cuando en el año 41 murió asesinado Calígula y su tío Claudio, recién nombrado emperador, la trajo de vuelta a Roma, Agripina no dio un solo paso en falso. Cada uno de sus movimientos la acercó al trono que anhelaba para su hijo.

Para empezar, necesitaba contactos, y los contactos costaban dinero. Viuda ya de su primer marido, se casó el año de su regreso con Pasieno Crispo, un pacífico millonario que le legó toda su fortuna. Su nueva posición y su amistad con Palante, consejero de Claudio, le permitieron ponerse al corriente de los movimientos de Mesalina, tercera esposa del emperador. Por el momento se mantuvo a una prudente distancia.

Una vez más, Agripina consiguió tener, poco a poco, una relación cada vez más íntima con su tío, el emperador. Claudio, tras descubrir que su esposa Mesalina, madre de sus hijos Británico y Octavia, le era infiel, decidió ejecutarla y casarse con su sobrina, a pesar de que el matrimonio de tíos y sobrinas era ilegal e incestuoso según la ley romana, problema resuelto mediante un acuerdo especial del Senado. Pero Agripina tenía prisa por ejercer el poder, aunque fuera por medio de su hijo, y para ello debía eliminar dos obstáculos, Claudio y Británico. Con 34 años, en 49, contrajo matrimonio por tercera y última vez con su tío, el emperador Claudio.

Claudio ya tenía un hijo, Británico, apenas tres años más joven que Nerón. Agripina ideó una hábil estrategia para suplantarlo poco a poco. Empezó por pedir a Claudio que desposara a Nerón con su hija Octavia. Después le convenció, no sin dificultades, de que adoptara a Nerón. Para ello se tuvo que ceder a Octavia en adopción a otra familia ilustre, puesto que los nuevos esposos no podían ser, a la vez, hermanos.

 Ahora es cuando Locusta empezó a serle útil. Claudio era poco moderado por la comida. El 13 de octubre del año 54, a Claudio le esperaba un manjar al que no podía resistirse. Esa noche le prepararon un plato de setas, su comida favorita. Después de que Holato, su catador oficial, probara una pequeña porción del plato, el emperador se abalanzó sobre la comida. Tras pedir una jarra de vino, comenzó a asfixiarse. Según parece, eran champiñones ¿Estaban mezclados con ellos setas venenosas o fue una poción de Locusta? Se dijo que Agripina ordenó preparar un plato de setas comestibles mezcladas con venenosas, pero no hay prueba histórica de ello. Para rematar el médico de Claudio, Jenofonte, de acuerdo con Agripina, aparentó intentar salvarlo provocándole el vómito introduciéndole en la garganta una pluma de avestruz impregnada de veneno. Sin embargo, los síntomas hacen pensar en la presencia de arsénico en el plato. Claudio sufrió vómitos y diarreas en su lenta agonía, dejando como sucesor al hijo de Agripina. Así, con Nerón al frente del Imperio.

De nuevo condenada a muerte en el año 55, Locusta volvió a salvarse gracias al perdón imperial de Nerón. Éste ya no podía soportar a su madre, siempre exigiendo más poder y entrometiéndose en todos sus asuntos, incluso en su vida personal. Discutían continuamente y ella le reprochaba que tenía derecho a ello, pues a ella de debía todo, dejándole caer que aún podía encumbrar a Britanico dejándolo a él de lado. Entonces, Nerón acudió a Locusta, ordenándole que envenenara a Británico, el hijo que Claudio había tenido con Mesalina.  Cuando Agripina supo que Nerón había ordenado el envenenamiento de Brianico sin consultarla, supo que había perdido el control sobre él. 

Locusta ensaya ante Nerón, con un esclavo,
el veneno para Británico. 
Wikipedia
Locusta ya  se había escapado por los pelos dos veces de la condena a muerte y tenía miedo. Ante el miedo de que la acusasen del crimen, Locusta preparó una bebida que sólo provocó una diarrea al hermanastro del nuevo emperador. Éste, enojado, azotó a la envenenadora recriminándole su temor.

En el segundo intento con Británico, Locusta se aseguró. En un grandioso banquete ofrecido por Nerón, se le entregó a Británico un caldo que estaba excesivamente caliente, previamente probado por un catador. Al refrescarlo con agua se añadió el veneno y el hermanastro del emperador murió inmediatamente. Los asistentes dirigieron sus miradas hacia Nerón quien, sin dar mayor importancia a los hechos, declaró que su hermanastro había sufrido uno más de sus ataques de epilepsia. Pero de que Británico sufriera epilepsia nunca se había hablado antes del comentario de Nerón.  Los síntomas indican que Locusta utilizó sardonia, una planta que crecía en la isla de Cerdeña. Británico estaba próximo a cumplir 14 años de edad.

Así pudo por fin llegar Nerón al trono. Cuando a los 16 años Nerón fue nombrado emperador.

Agripina cometió dos errores que la llevaron a la tumba. El primero fue creer que ya no necesitaba disimular. Claudio había sido un gobernante débil –a nadie se le escapaba quién estaba detrás de casi todas sus decisiones–, pero Agripina ejerció su poder en la sombra con sutileza. Tratándose de su hijo, todo le pareció distinto. Nerón siempre había estado bajo su influjo y era a todas luces demasiado joven para gobernar solo. A Agripina ya no le pareció imprescindible esconder su papel de regente.

Trasladó a palacio las sesiones del Senado y, no contenta con asistir a ellas oculta tras una cortina, en una ocasión salió de su escondite dispuesta a departir personalmente con unos embajadores. Por consejo de Séneca, el propio Nerón la acompañó amablemente fuera de la sala. La nobleza romana no estaba preparada para aceptar el poder oficial de una mujer.

 Agripina utilizó a su hijo, con el que se dice que mantenía relaciones sexuales, para gobernar Roma.  El dominio que Agripina intentaba ejercer sobre su hijo lo agobiaba tanto que éste amenazaba con abdicar y marcharse a Rodas.  En cierta ocasión, unos adivinos caldeos le habían vaticinado a Agripina que su hijo sería rey y mataría a su madre. Agripina contestó: Pues que me mate, pero que sea rey. Y efectivamente, Nerón, fuera de control, intentó matar varias veces a Agripina. El primer intento fue por envenenamiento ¿intervino otra vez Locusta? No lo sabemos. Agripina no murió. El segundo intento fue colocando un pesado adorno sobre la cama de Agripina preparado para que cayera sobre ella mientras dormía. Tampoco logró su objetivo. Nerón, fingiendo reconciliarse con ella, la invitó a un paseo en barco por el mar.  El barco estaba preparado para hundirse durante la travesía. El barco se hundió pero Agripina y su amiga Acerronia sobrevivieron al impacto. Presa del pánico, Acerronia pidió auxilio haciéndose pasar por la madre del emperador. Los marineros la mataron a golpes de remo. Agripina entendió lo que sucedía y se guardó de abrir la boca. Huyó a nado y fue rescatada por unos pescadores. logró llegar a nado a la costa.  Una vez en tierra, envió a su hijo un mensaje tranquilizador con la esperanza de salvar la vida. Pero Nerón simuló que el mensajero de su madre había tratado de asesinarle bajo sus órdenes. Con este pretexto justificó el emperador ante el pueblo la necesidad de eliminarla.

Agripina encontró la muerte pocas horas más tarde en su villa de Antium, la misma casa en la que veintidós años atrás había dado a luz a Nerón. Se dice que antes de expirar se arremangó la túnica y pidió a los soldados que la remataran hundiendo la espada en el mismo vientre que engendró a su asesino. Su hijo, el objeto de sus desvelos, solo la sobrevivió nueve años. Esta es una de las anécdotas históricas de las que no podemos asegurar la veracidad. Pero si no e vero, e ben trovato,  encaja con su personalidad altiva y resuelta.

¿Y Locusta? ¿Qué fue de ella?  A finales de 67 o principios de 68, Cayo Julio Vindex, gobernador de la Gallia Lugdunensis, se rebeló contra la política fiscal de Nerón. El emperador envió a Lucio Verginio Rufo, gobernador de Germania Superior, a sofocar la revuelta y Víndex, con el objetivo de recabar aliados, pidió apoyo a Galba, gobernador de Hispania Tarraconense. Verginio Rufo, sin embargo, derrotó a Víndex y este se suicidó,​ mientras que Galba, por su parte, acabó siendo declarado enemigo público.​

Nerón había recuperado el control militar del Imperio, pero esto fue utilizado en su contra por sus enemigos en Roma. En junio de 68, el Senado votó que Galba fuera proclamado como emperador​ y declaró «enemigo público» a Nerón, utilizando para ello a la Guardia Pretoriana, que había sido sobornada, y a su prefecto Ninfidio Sabino, que ambicionaba convertirse en emperador.

Según Suetonio, Nerón huyó de Roma a través de la Vía Salaria.​ Sin embargo, a pesar de haber huido, Nerón estaba preparado para suicidarse. Llevaba consigo un veneno de Locusta, pero no tuvo valor para quitarse la vida. Llevaba ​ consigo  de su secretario Epafrodito, al que le pidió que lo matara. Epafrodito quien lo apuñaló cuando un soldado romano se aproximaba. 

La muerte de Nerón dejo sumido al imperio en la guerra civil. El siguiente emperador fue Galba, proclamado por el Senado. Galba condenó a muerte a Locusta por tercera vez, acusándola de haber envenenado a unas 400 personas. Con toda probabilidad fue estrangulada, pero ignoramos las circunstancias de su muerte.