jueves, 31 de diciembre de 2020

29. Pasar bajo las horcas caudinas

 


Esta expresión significa “sufrir el sonrojo de hacer por fuerza lo que no se quiere”. Se origina en el siguiente hecho:

Cerca de Caudio se encontraba el desfiladero de las Horcas Caudinas, que se debía atravesar para ir de la Campania al Samnio.

Allí y durante la Segunda Guerra Samnita el ejército romano, cuyos comandantes eran los cónsules Espurio Postumio Albino y Tito Veturio Calvino, fue engañado por unos soldados samnitas disfrazados de pastores, con el resultado de que los romanos se vieron atrapados en el desfiladero.

Todos los soldados, con los dos cónsules y los restantes oficiales incluídos, tuvieron que pasar “bajo el yugo”, lo que quiere decir que desarmados y sin más vestimenta que una túnica debían pasar de uno en uno debajo de una lanza horizontal dispuesta sobre otras dos clavadas en el suelo. De ahí la expresión, es decir, verse obligado a soportar condiciones humillantes.


28. De calvo a calvo

 



Esta locución latina, a calvo ad calvum, significa de calvo a calvo. Pero en el sentido de "del primero al último". Fue pronunciada por Calígula.

Calígula era un calvo vergonzante. Calígula tenía una avanzada alopecia androgenética, con profundas entradas mal disimuladas. Se echaba continuamente el flequillo hacia adelante y se colocaba la corona de laurel siempre que podía para no dejar descubierta la calva. Evidentemente, los retratos oficiales estaban censurados, aunque se logra vislumbrar una incipiente pero clara calvicie, Tenía además un importante hirsutismo corporal y una implantación muy baja del pelo occipital que le cubría buena parte de la nuca y cuello (una característica genética de la familia Julia-Claudia, ya que tanto Tiberio como Claudio presentaban este rasgo). Todo esto le daba una cierta apariencia caprina, que había sido motivo de chanzas y burlas en su juventud. Según cuenta Cayo Suetonio en su obra “El libro de los doce césares“, Calígula no permitía que nadie lo mirara desde lo alto, ya que se veía claramente su calvicie. Tampoco permitía que nadie osara mirar fijamente a sus despobladas sienes ni que se pronunciara cerca de él la palabra "cabra", cosa que consideraba un delito capital, que no dudaba en castigar con desproporcionada dureza. Quien se presentara ante él luciendo una poblada cabellera corría el peligro de desatar su ira. Además de la vergüenza de su calva, era muy presumido y se teñía el cabello de rubio, algo muy frecuente en Roma, donde todos envidiaban los cabellos de ese color.

En cierta ocasión en que Roma estaba en crisis económica, nada mejor que organizar unos juegos circenses para relajar el ambiente. La carne para las fieras del circo llegó a ser tan cara que el emperador ofreció, para alimentar a las bestias, algunos criminales. Calígula en persona visitó la prisión, mandó formar a los prisioneros y entonces dio la orden: De calvo a calvo.

Resultó que el primero y el último de los presos de la fila eran calvos, de forma que lo que Callígula quiso decir fue "todos". Y así se hizo. 

27. ¡Ancha es Castilla!

 


Se emplea esta expresión para dar a entender que alguien tiene libertad (o se la toma) para hacer lo que le venga en gana, sin límites ni fronteras, como no tiene límites ni fronteras la tierra castellana.

El dicho completo es “Ancha es Castilla, que el rey paga”, y se originó durante las épocas de la repoblación de la meseta (siglos X-XII), y seguramente aludía, aparte de a la extensión del terreno, a los beneficios económicos y de otro tipo que se obtenían al repoblar las tierras que iban quedando desiertas tras la reconquista a los musulmanes.





26. Irse por los cerros de Úbeda


 



El popular dicho de irse o “andar por los cerros de Úbeda”, que actualmente se usa cuando alguien interviene en una conversación con algo que no tiene nada que ver con lo que se está hablando, tiene su origen en la reconquista a los almohades de la ciudad jiennense de Úbeda, acontecida en 1233.

Parece ser que uno de los más importantes capitanes del rey Fernando III el Santo, Álvar Fáñez (alias el Mozo), desapareció instantes antes de entrar en combate y se presentó en la ciudad una vez que esta había sido reconquistada. Al preguntarle el rey dónde había estado, el otro, ni corto ni perezoso, contestó que se había perdido por los cerros de Úbeda. La frase fue tomada irónicamente por los cortesanos, pues los cerros de Úbeda, aunque tienen entidad, no son suficientemente grandes como para justificar el extravío de los soldados y se perpetuó como signo de cobardía.

Otra versión del mismo hecho cuenta que Álvar Fáñez se había enamorado de una mora, y por eso faltó al ataque, al estar citado a la misma hora con su enamorada.

25. Ser más listo que Cardona


 

En 1363, el rey aragonés Pedro IV, llamado el Ceremonioso, hizo asesinar a su hermanastro, el infante don Fernando, por creerlo cabecilla de una conspiración contra él.

El vizconde de Cardona, íntimo amigo de don Fernando, dedujo que la próxima muerte sería la suya y huyó rápidamente desde Castellón a su castillo de Cardona, en Barcelona, con lo que evitó su muerte.

La rápida reacción de Cardona quedó en la lengua coloquial como signo de astucia



miércoles, 30 de diciembre de 2020

24. Allá van leyes, do quieren reyes

Con esta expresión se da a entender que la ley es fácilmente manipulable según quien la aplique, algo así como “la ley va donde quiere el que manda” o “el poderoso se hace la ley a su medida”.

Se cuenta que Alfonso VI, rey de Castilla y de León, dispuso que se abandonara el rito mozárabe para decir misa y se adoptara el romano. El clero no lo aceptó y el rey decidió que se organizase un combate entre dos caballeros: un lucharía a favor del rito romano y otro a favor del mozárabe. Ganó quien luchaba a favor del mozárabe. A pesar de todo, se hizo otra prueba: se arrojaron dos misales a una hoguera, el romano y el mozárabe; el mozárabe resultó indemne y el romano ardió por completo.


A pesar de que las pruebas eran favorables al rito mozárabe el rey, presionado por el papa Gregorio VII, instauró definitivamente el rito romano, ante lo que los clérigos partidarios del mozárabe, especialmente los toledanos, exclamaron “Allá van leyes, do quieren reyes”. Esto sucedía en 1078.

 

23. Locusta, la envenenadora de emperadores

 


Locusta (f. 69) fue una esclava gala de la Antigua Roma, cuyo nombre significa ‘langosta’ en latín, que actuó como envenenadora de confianza a los servicios de Agripina, madre de Nerón, envenenando a Claudio, y a su hijo, Británico.


Está considerada como una de las más antiguas asesinas en serie de los que se tiene constancia. Cuando el senado romano se rebeló en contra de Nerón, Locusta fue senteciada a muerte por Galba.


Las traiciones y los asesinatos fueron una constante durante toda la historia de la Antigua Roma. Numerosos emperadores alcanzaron y perdieron el poder a causa de todo tipo de tretas y maquinaciones en las que hubo un denominador común: el derramamiento de sangre. Pero esas ejecuciones a sangre fría, como le sucedió a Julio César, no fueron la única táctica utilizada por los conspiradores. Los hubo mucho más discretos, que recurrieron a los mortíferos efectos del veneno, por ejemplo, para alcanzar sus aspiraciones.


Una experta en estas pericias fue Agripina la Menor (15-59), bisnieta de Augusto, hermana de Calígula y madre de Nerón. Las fuentes, tradicionalmente, la han dibujado como una mujer oscura, malvada, manipuladora y despiadada que destruyó a sus enemigos para convertirse en una de las figuras más poderosas de Roma. La emperatriz, en el año 54, contrató los servicios de una mujer llamada Locusta -que únicamente aparece referenciada en los Anales de Tácito- para envenenar y deshacerse de su marido Claudio.


Agripina, sobrina y a la vez esposa del emperador Claudio, pretendía manejar a su antojo el destino de Roma. Su ambición tenía un único fin, coronar emperador a su hijo Nerón, y dos elementos le impedían completar su plan, que Claudio y su hijo Británico, fruto del anterior matrimonio del emperador con Mesalina, se mantuvieran vivos. Allí donde sus argucias no sirvieron para allanar el camino, el veneno solucionaría el problema.


Para poder llevar a cabo sus planes, Agripina liberó a la esclava Locusta de su condena a muerte, pues había sido sentenciada precisamente por sus habilidades toxicológicas.


Según el historiador romano, esta fémina, que es considerada como una de las primeras asesinas en serie de la historia, ya ostentaba en su currículo una reseñable lista de víctimas, pues señala que había sido "condenada hacía poco por envenenamiento y mantenida desde tiempo atrás entre los instrumentos de su poder". Agripina, que tenía entonces 63 años, recurrió a ella para conseguir que su hijo Nerón se convirtiese en nuevo princeps.


"Agripina hizo que la famosa envenenadora Locusta (quien parece que, desde la época de Tiberio, estuvo implicada en todos los envenenamientos en las altas esferas) le preparase una ponzoña de acción lenta pero efectiva", escribe Emma Southon en su biografía de Agripina, que trata de limpiar su leyenda negra. "Locusta le entregó unos polvos que la misma Agripina o el probador oficial de Claudio, Haloto, esparcieron sobre unas setas especialmente apetitosas".


Si bien existen diversos relatos sobre la muerte y los síntomas que padeció el emperador, lo que se puede asegurar con certeza es que Claudio murió el 13 de octubre del año 54. Pero Locusta volvería a reclamar el protagonismo en el asesinato de otra importante figura de Roma: el hijo de su última víctima, Británico,  hijo de Claudio y el único que se interponía en tre Nerón y el trono.


Contratada por este último -quien sabe si por recomendación de su madre-  la envenenadora le proporcionó una dosis de tóxico que sería vertida en la bebida de Británico. Los hechos acontecieron durante una cena, a la vista de todos los invitados. Nerón reaccionó asegurando que su enemigo estaba sufriendo otro de sus ataques epilépticos y pidió que lo retiraran hasta que se encontrase mejor. Obviamente, terminaría muriendo.


Después de participar en este asesinato, el rastro de la figura de Locusta se difumina. En sus Anales, Tácito, que se refiere a ella como "condenada por inventora de venenos y famosa por sus maldades", dice que "halló fin en el reinado de Galba el castigo que merecían sus crímenes"; es decir, en el año 68 o en las primeras semanas del 69.

FUENTES: El Español y Wikipedia







martes, 29 de diciembre de 2020

22. ¡A buenas horas, mangas verdes!

 


  Se emplea la expresión como reproche a alguien que llega tarde para ayudar a otra persona, que hace algo a destiempo, o para aludir a una persona que dice algo fuera de tiempo y de lugar.

Se remonta la expresión a finales del siglo XV, cuando los Reyes Católicos fundan el cuerpo de los cuadrilleros (llamados así por llevar como arma el cuadrillo, una flecha de ballesta de base cuadrada y punta piramidal) de la Santa Hermandad, que era una especie de policía rural destinada a socorrer a la gente de los pueblos y perseguir, juzgar y castigar los delitos que se cometieran fuera de las ciudades. El uniforme de los cuadrilleros era una casaca cuyas mangas verdes asomaba bajo un chaleco de piel.

Al parecer, dicho cuerpo no tenía a gala precisamente la puntualidad. En muchos textos de la época se alude precisamente al retraso con el que llegan a dar socorro.

21. ¡A la tercera va la vencida!

 

Existen muchas posibles explicaciones del origen de esta expresión:

– Locución procedente de la lucha grecorromana o de otros juegos y deportes similares y centrados en el cuerpo a cuerpo, en los que se vence cuando se consigue que el contrario caiga tres veces al suelo, o de la esgrima pues algunos combates se celebraban a tres “tocados”.

– También podría venir de las justas medievales, del juego que consistía en, con el caballo lanzado a la carrera, ensartar en la lanza tres anillos, a cada cual más pequeño.

– Hay otra explicación, referida a la disposición de las líneas del ejército romano: una primera en la que iban los pilati o veliti, soldados más inexpertos y menos disciplinados, con armas ligeras; una segunda, formada por combatientes más expertos denominados hastati, armados con picas; y una tercera en la que iban los triarios, veteranos curtidos en mil batallas cuerpo a cuerpo. Existe incluso una expresión latina (ad triarios ventum est) que podemos traducir libremente como “la fuerza está en la tercera línea” o “en la tercera línera se decide todo”.


– No hay que olvidar tampoco que en algunos fueros medievales el tercer robo se castigaba con la muerte, pena que se mantuvo en el derecho penal de los siglos XVI y XVII.

lunes, 28 de diciembre de 2020

20. Tomar las de Villadiego

 


Significa escapar precipitadamente de un lugar. La expresión viene del antiguo refrán Tomar las calzas de Villadiego. Las calzas eran una especie de pantalones largos y muy ajustados que usaban los hombres.

La localidad burgalesa de Villadiego fue la escogida por el rey Fernando III de Castilla para alojar, o confinar, a los judíos de Burgos, aunque con la intención de protegerlos de injurias y ataques, prohibiendo que los prendieran por el hecho de ser judíos y estableciendo penas para quienes les hicieran daño. Villadiego se consideró una ciudad refugio en tiempos de persecución.

Estos judíos de Villadiego, como los de otros lugares de España, fueron obligados a ser judíos de señal, es decir, a llevar un distintivo especial en sus ropas que los distinguiera de otros habitantes del lugar. Aunque tal señal solía ser en Castilla una especie de parche redondo de tela sobre el hombro derecho, el distintivo de los judíos de Villadiego eran unas calzas de color amarillo, con las que se hacía visible la protección del rey.

19. O caja, o faja

 

Tras la salida de Espartero de España, la Junta Central formada en Cataluña no se contentó con un simple cambio en la Jefatura del Estado sino que reclamó el respeto a los objetivos democráticos y de reforma social que habían motivado su insurrección contra el regente. La respuesta del gobierno de Madrid, formado por una coalición de moderados y progresistas, fue nombrar a Prim gobernador de Barcelona para que acabara con la revuelta «radical» conocida como la Jamancia

Prim, que todavía no era general, fue enviado a Barcelona en 1.843 para acabar con la rebelión. Antes de entrar en combate arengó a sus soldados diciendo "O caja o faja". Es decir, o acabo en una caja de madera, léase ataúd, o acabo con la faja de general alrededor de la cintura. Y ganó la faja de General. 

jueves, 24 de diciembre de 2020

18. Las modas, los colores y algunas curiosidades

 Hay cosas que damos por hechas como si siempre hubieran sido así. He reunido aquí varias curiosidades sobre el tema.

LA RAYA DEL PANTALÓN


Eduardo VII de Inglaterra era conocido por su elegancia en el vestir.


Un día, al inclinarse para entrar en su carruaje, se le rompió el pantalón. Sus ayudantes no supieron reaccionar pero él, sin dudarlo, se encaminó a la tienda más cercana a comprarse otros pantalones.


Los pantalones habían estado en la tienda doblados por su parte central, y mostraban una raya muy pronunciada en las perneras. A él no le importó y se vistió con esos pantalones, pasando el resto del día con ellos puestos.

Al ver la gente que una persona tan importante y elegante llevaba raya en los pantalones, al día siguiente muchos londinenses lucían una marcada raya en sus pantalones. Eduardo VII había sido tomado como referencia de una elegancia exquisita. Esta costumbre se fue extendiendo por otros países y aún perdura en nuestros días.

LOS VESTIDOS DE NOVIA

Vestido de boda hecho
para la serie
 
Pero Eduardo VIII no fue el único rey inglés en imponer una moda. La moda de los vestidos de novia blancos es bastante reciente. En otras épocas el rojo fue el color más utilizado por las novias. Ya entre los romanos era así: las novias se cubrían el rostro con un velo rojo-anaranjado. Teniendo en cuenta que en gran parte de Asia (China, India) las novias se visten tradicionalmente de rojo, creo que podemos asegurar que a lo largo de la historia ha habido más novias vestidas de rojo que de otro color. Por ejemplo, Isabel de Portugal se casó con Carlos V con un vestido rojo. Probablemente, muchos de los espectadores que vieron la serie Carlos, rey emperador pensaron que el vestido de la escena de la boda era un error de la serie, pero no. Pepe Reyes,  el encargado del vestuario de la serie hizo un buen trabajo de investigación e hizo una copia perfecta del vestido, que es el mismo que la reina lleva en el famoso retrato de Tiziano que está en el Museo del Prado.

En realidad, no existía ningún color "ni obligado ni recomendado". Las novias se vestían de cualquier color, exceptuando el negro, reservado para el luto (y curiosamente, tampoco el rojo porque para entonces se relacionaba con la prostitución ).  Pero en 1.840 la reina Victoria de Inglaterra eligió un vestido blanco para casarse (como podía haber elegido cualquier otro). Como el retrato oficial de la boda tuvo una gran difusión, un montón de novias la imitaron y en poco tiempo..., parecía que siempre había sido así.

PANTONE

Si pensáis que sois libres de vestir del color que os apetezca, no es cierto. Recuerdo que no hace mucho tiempo quise comprar un jersey de color burdeos, y no había forma. TODOS los escaparates de TODAS las tiendas estaban llenos de gris, gris y más gris. Busqué en todas las tiendas de Cádiz y también en Madrid y en todas partes era lo mismo. Finalmente, tuve que esperar a otro invierno. Se ve que el color Pantone del año era el gris.

Por si  no sabes qué es el color Pantone, tenemos que explicar que se trata del color o colores que son declarados como tendencia cada año por Pantone Inc. que cataloga e inspira a diseñadores, marcas y a todos aquellos que siempre quieren mantenerse al día y encontrar los tonos más adecuados no solo para la decoración de interiores, sino también para el diseño de ropa, el diseño gráfico y también la cosmética. Es decir, un grupo de personas se sienta alrededor de una mesa y decide cuál será el color Pantone del año. Ya está elegido el color Pantone del 2.021, el azul cielo. Avisados estáis. 

¿ES NIÑO O NIÑA?

Cuando un amigo, familiar, persona que te roba el asiento en el metro te anuncia que espera un bebé de los que después poblarán Facebook, lo habitual es preguntar “¿Niño o niña?”. En la respuesta no buscamos el interés en conocer el sexo del retoño –como si eso importara algo–, sino en planificar cuanto antes si tendremos que comprar el dichoso regalo de nacimiento en tono azul, si es chico; o rosa, en el caso de que sea chica. (Luego está la gente más lista del mundo que compra todo en amarillo para no fallar, aunque ese es otro tema).

Mirando el lado positivo de esta situación género-cromática, resulta práctico pintar a brochazos y clasificar en un tono definitorio a los bebés, porque de pequeños todos son iguales y puede llevar a equívoco. Pero, ¿qué pasaría si esta convención social no hubiese sido así siempre? ¿Qué sucedería si tradicionalmente el rosa fuera para los niños y el azul para las niñas? Os confirmamos que esto era así hasta que lo cambiamos.

Hemos crecido con la idea de que todo lo rosa es de chicas y todo lo azul es de chicos, y así lo hemos continuando asociando en nuestra madurez. Sin embargo, hubo un tiempo en el que los bebés no tenían color, todos vestían de blanco y con vestidito de algodón hasta los 6 ó 7 años. Por un lado, el algodón blanco era más fácil de lavar y blanquear si se pringaba y, por otro, “se evitaba el riesgo de vestir al bebé con la ropa errónea y que creciera pervertido”, según Jo B. Paoletti, historiadora de la Universidad de Maryland y autora de 'Pink and Blue: Telling the Girls From the Boys in America'.

Los tonos pastel llegaron como tendencia en el siglo XIX, pero en ningún caso para definir género. No es hasta después de la I Guerra Mundial cuando encontramos la primera diferenciación entre estos dos colores. Y aquí viene la sorpresa: la revista Earnshaw's Infants' Department publicó en 1918 lo siguiente: “La regla generalmente aceptada es rosa para los chicos y azul para las chicas. La razón es que el rosa es un color más decidido y fuerte, más adecuado para los niños, mientras el azul, que es más delicado y refinado, es mejor para las niñas”. Esto era la tendencia y, como todo, tardó en calar en la sociedad, eso y que cada gran almacén decidía por sí mismo qué color asignar a cada sexo, como recogió la revista Time en 1927.



La concepción final que tenemos hoy en día respecto a estos dos tonos, llegó hacia 1940, cuando después de la II Guerra Mundial se decidieron cambiar las tornas básicamente porque sí y porque, por moda,  decidieron establecerlo de este modo. Y nosotros, lo aceptamos. O casi, porque entre que la masa lo aceptaba y el conato feminista de los años 60, en el que las madres decidieron vestir a sus hijas igual que a los chicos por la igualdad de género, vistiendo a las niñas de rosa, el color de los niños, (hecho que provocó que durante dos años los grandes almacenes Sears no produjeran ropa de bebé rosa), las prendas sin género para bebés continuaron prácticamente vigentes hasta mediados de los 80, cuando definitivamente se asentó la idea de niños de azul y niñas de rosa.

Si volvemos al inicio del párrafo anterior, a los años 40, debemos recordar el efecto babyboom tras la II Guerra Mundial, niños que, nacidos tras este periodo, alcanzaron la madurez en los 80, que crecieron con la nueva onda genero-cromática y que comenzaron a aplicarla a sus propios bebés a finales del siglo XX. Y aquí está la explicación.

En resumen, todos los bebés vestían fácilmente de blanco hasta que llegaron las modas y los grandes almacenes decidieron separarlos por sexos y color. Y no fue hasta fin de los 80 cuando se generalizó lo de niña=rosa y niño =azul. Ahora que cada uno haga lo que quiera.