En 1363, el rey aragonés Pedro IV, llamado el Ceremonioso, hizo asesinar a su hermanastro, el infante don Fernando, por creerlo cabecilla de una conspiración contra él.
El vizconde de Cardona, íntimo amigo de don Fernando, dedujo que la próxima muerte sería la suya y huyó rápidamente desde Castellón a su castillo de Cardona, en Barcelona, con lo que evitó su muerte.
La rápida reacción de Cardona quedó en la lengua coloquial como signo de astucia
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