miércoles, 26 de mayo de 2021

53. Científicos alemanes "descubren" algo que los españoles conocíamos hace años

 

Detalle de la Crucifixión del Beato de Tábara que se conserva en la catedral de Gerona

¿Cómo imaginamos la transcripción de manuscritos durante la Edad Media? Es bastante probable que para responder la pregunta pensemos en monjes trabajando duro a la luz de las velas en los scriptoria, copiando el conocimiento del mundo en páginas de pergamino.  Pues bien, parece que parte de ese trabajo fue realizado por mujeres, y que algunas tenían habilidades excepcionales, eran muy respetadas e incluso se les confiaban los pigmentos más caros, los destinados a los mejores artistas del siglo XI.


Esta es la conclusión de una investigación llevada a cabo por un equipo internacional de especialistas en diferentes áreas dirigido por Christina Warinner, paleogenetista del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana. 


La evidencia proviene de la placa dental fosilizada de un esqueleto encontrado en el cementerio de un monasterio medieval de mujeres en Dalheim, un pequeño pueblo cerca de la ciudad alemana de Maguncia. Los expertos y expertas de este grupo interdisciplinar querían, a través del análisis de la placa dental que se acumulaba en la dentadura de las personas, comprender mejor las dietas y las enfermedades que les afectaban en el pasado. Estos estudios se centran en el ADN de las bacterias en la boca, junto con rastros de las cosas que la gente comía y bebía.


Durante estas investigaciones, en una tumba etiquetada como B78, encontraron el esqueleto de una mujer de mediana edad que murió alrededor del 1100 d.C. Al principio, lo único que se destacó de sus restos fue la falta de desgaste de sus huesos, una señal de que vivió una vida bastante sedentaria. Al examinar de cerca los dientes de B78, los investigadores se sorprendieron. «El microscopista me llamó y me dijo, “la dentadura de esta mujer está llena de partículas azules”», recuerda Warinner. «Nunca antes había visto este color en la boca de alguien, este azul tan brillante como un huevo de petirrojo».


Un análisis cuidadoso utilizando varios métodos espectrográficos diferentes, incluida la espectroscopía de rayos X de dispersión de energía (SEM-EDS) y la espectroscopía micro-Raman, reveló que los fragmentos azules eran polvo de lazurita, un mineral que forma parte del lapislázuli. En la Edad Media, esta gema, que se empleaba como pigmento para decorar manuscritos, solo se podía encontrar en lo que hoy es Afganistán. La piedra en polvo valía más que su peso en oro y llegaba a Europa a través de una compleja red comercial que se extendía a lo largo de miles de kilómetros. El pigmento de lapislázuli azul vivo producido era tan valioso que los artistas medievales y los iluminadores de manuscritos lo reservaban para los temas que consideraban más importantes, como el manto azul de la Virgen, por ejemplo, y para los ilustradores más afamados.


El equipo descartó varias hipótesis para explicar los rastros de lapislázuli: la mujer podría haber besado una imagen que contuviera lapislázuli como parte de un ritual devocional, o podría haber confiado en la «medicina lapidaria», una práctica medieval que consistía en ingerir piedras preciosas como remedio curativo. Pero, después de valorar fechas sobre costumbres y prácticas religiosas, los investigadores y las investigadoras concluyeron que el pigmento azul se habría ido acumulando en la boca de B78 al humedecer el pincel con los labios para afinarlo mientras pintaba. Con el tiempo, se incrustó en su placa dental, donde se conservó durante casi 1 000 años. Esta acumulación sugiere que la mujer estuvo en contacto con este pigmento por un gesto repetido con frecuencia durante mucho tiempo. Sabemos que el cotizado lapislázuli no se confiaba a cualquier artista. El hecho de que una mujer utilizara este pigmento significa que ésta era una artista del más alto nivel, con una gran reputación en caligrafía e iluminación.

Pues bien, Sra Warinner, tres hurras por usted y su equipo, pero muchos escolares españoles ya sabían eso.  Hace ya más de 50 años estudié en el colegio que una de los ejemplares de los "Comentarios al Apocalipsis (conocidos como Beatos)" realizados en la España del siglo X, concretamente el Beato de Tábara, conservado actualmente en la catedral de Gerona fue ilustrado por una mujer llamada Ende que incluso firmaba su obra en el colofón de la misma: Ende pintrix et d(e)i aiutrix, Ende pintora y ayudante de Dios. Esta monja leonesa pintó su obra en el monasterio de Tábara, que fue destruido por Almanzor en el año 988,por lo que antes de esa fecha pudo intercambiarse por otros textos con algún convento catalán, algo usual en la época. Allí pudo permanecer hasta que fue donado en 1.078 a la Catedral de Gerona.

Ende no era una ilustradora más, más allá de que se le permitiera firmar su obra, convirtiéndose en la primera mujer europea en firmar su obra o ser la ilustradora principal de un manuscrito de estas características. Además añade nuevas imágenes a las que se conocían hasta la fecha: una representación del cielo y una del Bautismo de Cristo, o una Crucifixión. También destaca el retrato más antiguo del apóstol Santiago que se conoce en la pintura española. 

 

Las investigaciones a partir de la placa dental son en la actualidad una fuente potente que aporta información arqueológica muy valiosa. Una ventaja importante de estos análisis es que se extrae directamente de la boca de la persona fallecida, lo que puede mostrar de manera concluyente lo que comieron o bebieron las personas, en lugar de hacer inferencias basadas en lo que quedó en sus tumbas o lo que se encontró en los asentamientos.

Estas técnicas no solo permitieron a los investigadores identificar lazurita en este cementerio antiguo, sino que la encontraron en la boca de una mujer. Eso nos abre una ventana más para asomarnos con rigor a esta época de la historia.


En la Edad Media eran pocos los oficios practicados exclusivamente por hombres o por mujeres y la copia y la iluminación de manuscritos no eran una excepción. Hay evidencias de que una parte muy significativa de estas joyas decoradas se produjo en los scriptoria monásticos o catedralicios, y muchos monasterios europeos eran mixtos, por lo que parece lógico pensar que monjes y monjas compartieran el trabajo de copiar e iluminar.

domingo, 16 de mayo de 2021

52. Reyes, batallas, asesinatos, ejecuciones variadas y hasta una beata mártir

 


La entrada de hoy abarca varias "curiosidades", porque he concentrado en ella acontecimientos y personajes de una época extensa durante y después de la Guerra de las Dos Rosas en Inglaterra. Vamos allá, poniéndonos en el contexto con unas breves precisiones.

La guerra de las Dos Rosas fue una guerra civil que enfrentó intermitentemente a los miembros y partidarios de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de York entre 1455 y 1487. Ambas familias pretendían el trono de Inglaterra, por origen común en la Casa de Plantagenet, como descendientes del rey Eduardo III. El nombre «guerra de las dos Rosas» o «guerra de las Rosas», en alusión a los emblemas de ambas casas, la rosa blanca de York y la roja de Lancaster, fue producto del Romanticismo.

El resultado fue una victoria inicial de los York, que gobernaron unos veinte años. Tras lo que se produjo la victoria definitiva de los Lancaster, a lo que siguió el establecimiento de la dinastía Tudor.

Retrato de una desconocida,
 a la que siempre se identificó como Margaret Pole.
Galería Nacional de Retratos. Londres.
Durante esa guerra nació una niña el 14 de agosto de 1,473,  llamada Margaret, después llamada Margaret Pole por su matrimonio. Fue a nacer en lo que podríamos llamar  una buenísima familia, aunque esto no le trajo más que sinsabores y sufrimientos toda su vida. Era hija de George, duque de Clarence, uno de los hermanos menores de Eduardo IV y era de la Casa de York. Su madre era Isabel Neville.

Isabel Neville murió el 22 de diciembre de 1476, dos meses y medio después del nacimiento de Richard, su cuarto hijo. Ahora se piensa que la causa fue tisis o fiebre puerperal, pero en ese momento su esposo acusó a una de sus damas de honor de haberla asesinado y, a su vez, cometió un notorio asesinato judicial de la dama, llamada Ankarette Twynyho.

Los príncipes de la Torre

Durante la niñez de Margaret, se sucedieron las desgracias:  la muerte de Eduardo IV, la desaparición de sus hijos Eduardo V y Ricardo Duque de York (llamados "los príncipes de la Torre"), Ricardo III tomando el control de la corona y la Batalla de Bosworth Field que trajo a Enrique VII, el primer Tudor, al trono. Después de que la familia Tudor llegó al poder, los miembros restantes de la Casa de York fueron quitados de en medio sistemáticamente a través del matrimonio, el encarcelamiento y, finalmente, la ejecución. Edward, el hermano de Margaret, que fue el próximo hombre que reclamaba el trono de York, pasó el resto de sus días en la Torre y fue ejecutado en 1499.

El término Príncipes de la Torre es con el que se conoce al joven rey de Inglaterra Eduardo V, de 12 años, y su hermano Ricardo de Shrewsbury, duque de York, de 9 años. Ambos eran hijos del rey Eduardo IV y de Isabel Woodville, y herederos del trono de Inglaterra.

Fueron uno de los principales focos de conflicto en la etapa final de las Guerras de las Dos Rosas, ya que habían sido educados bajo el mando de sus parientes maternos, la familia Woodville, quienes eran considerados como unos ambiciosos y advenedizos para los miembros de la familia York. Fueron puestos bajo la custodia de su tío paterno, Ricardo de Gloucester, que asumió el liderazgo del bando Anti-Woodville.

Con los menores bajo su mando, Ricardo hizo valer sus derechos al trono al dar a conocer ciertos antecedentes que hacían suponer que los hijos del difunto rey eran bastardos, ya que su padre se había casado previamente con Leonor Talbot, antes de su matrimonio con Isabel Woodville, y por tanto era bígamo. Aceptados tales antecedentes por el Parlamento, los jóvenes fueron declarados hijos ilegítimos y carentes, por tanto, de derechos al trono. Después de esto nada más se sabe del destino de los jóvenes, ya que se le prohibió a su madre Isabel visitarlos, al igual que a todos los que tenían contactos con ellos. Desde su posición de control como Lord Protector, capturó al joven rey que se había refugiado entre las manos de su tío materno Thomas Woodville, y fueron encerrados en la Torre de Londres (entonces el palacio real) en abril de 1483.

Los dos niños desaparecieron durante su encierro en la Torre y nunca se les volvió a ver. Se supone que fueron asfixiados mientras dormían por orden de su tío Ricardo, entonces Lord Protector, que se apoderó del trono y reinó como Ricardo III hasta su muerte en la de Batalla de Bosworth Field. 

Ricardo III
 Ricardo III es uno de los personajes en los que hay que detenerse un poco. A la posteridad pasó como el malvado y deforme tirano jorobado que retrató Shakespeare, lo que no parece del todo cierto. Es cierto que padecía escoliosis, pero parece que no era tan deforme y su rostro, reconstruido con técnicas forenses modernas parece que era incluso agraciado. Su muerte en batalla hizo correr muchos rumores pero lo cierto es que la ausencia de sus restos dispararon toda clase de rumores. Cinco siglos después de su muerte, en 2.012, sus restos aparecieron bajo el subsuelo de un aparcamiento municipal en Leicester.

 El esqueleto y la calavera que un equipo de arqueólogos de la Universidad de Leicester había localizado en 2012 ante la incredulidad general, pero que acabó siendo atribuido al soberano “más allá de toda duda razonable” gracias a las pruebas de ADN.  Tras la identificación, los restos fueron llevados en un solemne cortejo y sepultados definitivamente en la catedral de Leicester.  Junto a los investigadores y académicos que asistieron a la ceremonia, destacaba la presencia de un carpintero canadiense residente en el Reino Unido, Michael Ibsen, cuya identificación como descendiente directo de Ana de York, hermana del rey, permitió un cotejo genético con la osamenta hallada.

Restos de Ricardo III
en el lugar del hallazgo
El rey vencido en la batalla había sido enterrado sin pompa ni ceremonia en la iglesia de Grey Friars, y su figura condenada desde entonces por la propaganda negativa de los Tudor, sucesores en el trono, o a la de la obra de Shakespeare que lo representa como a un tirano deforme. El cuerpo parecía haber sido enterrado a toda prisa, echado de cualquier forma en una tumba mal cavada, de forma irregular, amontonado hacia una esquina.

Los avances de la ciencia en el siglo XXI han permitido establecer que Ricardo fue en realidad un hombre de atractiva planta, cuya escoliosis no desfiguraba su esbeltez, y que además tenía un rostro apuesto, reconstruido hoy en tres dimensiones. El redescubrimiento del personaje se traducía en la concurrida asistencia que acompañó el desfile de sus restos desde la Universidad de Leicester hasta la catedral de la misma ciudad hasta el destino final de la catedral de Leicester, donde el féretro permaneció expuesto cuatro días hasta la ceremonia del entierro, presidido por el arzobispo de Canterbury, jefe de la Iglesia de Inglaterra. Posteriormente, sin embargo, dieron espacio a un servicio religioso oficiado por el arzobispo católico de Westminster, Vincent Nichols, en atención a la fe que profesaba Ricardo décadas antes de la reforma protestante consumada durante el reinado de Enrique VIII.

La fascinación por el redescubrimiento de la figura de Ricardo III inundó de curiosos las calles de Leicester, para irritación de la ciudad de York, que reclamaba ser la sede de su definitiva sepultura por cuestiones de linaje pero que perdió la liza en los tribunales. Ricardo, un personaje abyecto a tenor de la pluma de El Bardo, se ha trastocó temporalmente  en reclamada estrella del público contemporáneo.

Todos recordamos esa frase de la obra de Shakespeare "¡Mi reino por un caballo!", pero parece ser que además del caballo, Ricardo perdió el casco en la batalla, ya que el cadáver identificado revela que murió por heridas en la cabeza.



La batalla en la que murió Ricardo colocó en el trono a Enrique VII, el primer rey Tudor.

Con los Tudor ya en el trono volvemos a Margaret Pole y su familia, cuya vida se sigue complicando. La madre muerta y el padre se metió en diversas conspiraciones contra el rey. Fue perdonado varias veces, pero finalmente fue encarcelado, juzgado por traición y ejecutado el 18 de febrero de 1.748. Y de una forma tan curiosa que no puedo por menos que parar y contarla.

No fue una ejecución al uso por decapitación,  como noble que era,  y pública, sino casi a escondidas. Fue ahogado en vino de Canarias, si, tal como os cuento.

 La famosa malvasía, era entonces uno de los vinos favoritos de  los ricos y nobles ingleses. Algunas fuentes dicen que es leyenda, pero fue enterrado  la abadía de Tewkesbury donde fue enterrado junto a su esposa, Isabel Neville. Los restos, al ser exhumados años más tarde, no mostraban signos de la decapitación, método normal de ejecución de la nobleza de la época.

Ejecución de Jorge Plantagenet
La presencia del vino de Canarias en ese circuito de ricos en la Inglaterra de aquella época no era casual. El vino canario era el preferido de los aristócratas y comerciantes en esa época hasta que decayó a partir de 1680. En 1570, Londres importaba 20 millones de litros de vino malvasía cada año.

El liderazgo de los vinos canarios murió de éxito, por sus excelentes beneficios comerciales. Las autoridades diplomáticas del Reino Unido en Canarias cobraban un arancel a los importadores, que eran británicos. Buena parte del vino canario se exportaba a los territorios de Ultramar del Reino Unido como Barbados y también a Norteamérica.

Las leyes británicas obligaban a mandar desde Canarias el vino a Londres para ser reexportado a esas colonias americanas. Un incremento del precio del transporte al que no se enfrentaba el vino de Madeira, que podía enviar a Barbados o lo que hoy es Estados Unidos directamente.

El Malvasía gozó así del suficiente reconocimiento y popularidad como para quedar reflejado en la literatura y la filosofía. Son frecuentes sus menciones en Shakespeare,  como así también en la de Stevenson, Locke y hasta Kant y el propio Casanova, que cuenta en sus memorias cómo lo emplea para torcer la voluntad de algunas de las mujeres que seducía.

Richard Pole
Enrique VII dispuso que Margaret se casara con Sir Richard Pole, cuya madre era media hermana de la propia madre de Enrique, Margaret Beaufort. Margaret le dio a Richard cinco hijos sobrevivientes: Henry, Arthur, Ursula, Reginald y Geoffrey. El esposo de Margaret murió en 1504, y los ingresos de Margaret se redujeron drásticamente hasta el punto de que envió a su hijo Reginald a la Iglesia, donde finalmente se convertiría en cardenal y arzobispo de Canterbury.

Cuando Enrique VIII se convirtió en rey en 1509, la suerte de Margarita mejoró cuando se convirtió en dama de la reina Catalina de Aragón., a quien también había servido en su corto tiempo como Princesa de Gales antes de la muerte del Príncipe Arturo, y con quien simpatizó desde el primer momento . En 1512, a Margaret se le concedió el título de Condesa de Salisbury por derecho propio, devolviéndole un título que anteriormente tenía en su familia. La restauración trajo buenos ingresos de las propiedades y tierras de Salisbury, lo que finalmente convirtió a Margaret en una de las nobles más ricas de Inglaterra, logrando ser en 1538 la quinta noble más poderosa de Inglaterra.


Cardenal Reginald Pole
Margarita Pole, como pasó a ser llamada tras la pérdida de su título nobiliario, fue confinada en la Torre de Londres durante dos años y medio. Tanto ella como su nieto Henry (hijo del barón Montagu) fueron encerrados juntos y mantenidos por el rey, contando Margarita con varios sirvientes y recibiendo un gran guardarropa en marzo de 1541. Es posible que dicha deferencia hacia ella estuviese relacionada con el hecho de que en 1540 el propio Cromwell perdió el favor real, siendo ejecutado poco después. También disponía de una sirvienta. Sus condiciones de vida en la Torre y su elevada edad (tenía más de 60 años) hacían suponer que sería prontamente liberada.  Sin embargo, un levantamiento en el norte puede haber sido el punto de inflexión y de improviso a Margaret le fue comunicada en su celda su ejecución en el plazo de una hora.


A las 7 en punto de  la mañana del 27 de mayo de 1541 (algunas fuentes aseguran el 28 de mayo), Margarita fue informada de que su ejecución tendría lugar dentro de una hora, a lo que la mujer respondió afirmando que no se había imputado ningún crimen en su contra. Pese a ello, fue sacada de su celda y conducida a un patio interior  en el recinto de la Torre de Londres donde se hallaba instalado un pequeño bloque de madera en vez del cadalso habitual en las ejecuciones. Debido a que era de noble cuna, Margarita tuvo una ejecución privada. Se presumía que debido a su avanzada edad y a su larga reclusión Margarita estaría en una débil condición física, aunque al momento de ser ejecutada luchó y tuvo que ser obligada mediante el uso de la fuerza a colocar su cabeza en el bloque de decapitación. El verdugo titular estaba ausente por la sublevación en el norte y un joven torpe e inexperto fue el encargado. El primer hachazo le dio en la espalda. Corrió la historia de que después de ese hachazo se levantó y fueron necesarias varias personas para reducirla. El torpe verdugo necesitó once hachazos más para acabar con su vida. Según el Calendario de los Documentos del Estado, el verdugo era "un joven miserable y torpe... que literalmente le cortó la cabeza y los hombros en pedazos de la manera más lamentable". Fue enterrada, como muchos otros ejecutados antes y después de ella, en la Capilla de San Pedro ad Vincula en la Torre de Londres. En 1886 fue beatificada por el Papa León XIII como mártir de la Iglesia católica. 


 



lunes, 3 de mayo de 2021

51. El "Sálvame" del siglo XVII


 Mientras trato de escribir esta entrada, en mi cuarto de estar resuena una fuerte discusión en la que los colaboradores del programa en la que  tratan de sonsacar a gritos a un ex-novio (cuya única profesión conocida es concursante de reality-shows de Telecinco) de Gloria Camila (hija adoptiva de Rocío Jurado) sobre si se apropió de alguna otra cosa aparte de un pijama de su novia (Gloriaca, como la llaman en el zoológico rosa), pijama que apareció un poco después en alguna revista sobre el cuerpo serrano de la siguiente novia del mencionado (Sofía Suescun, también concursante de reality-shows y cazadora profesional de famosillos de segundo pelo).  A tenor del furor que muestran los "periodistas" deben estar tratando un tema de alcance mundial. Y nosotros, mientras tanto, tan ajenos y tan tranquilos.

Pues esto no es nuevo, Telecinco no ha inventado nada. En siglos pasados, cualquier país europeo mantenía una legión de espías por los países de alrededor, tanto amigos como enemigos, con la única misión de enterarse de hablillas y enredos que circularan por palacios, pasillos, cocinas y, sobre todo, dormitorios reales. Que nunca se sabe cuando podrían ser útiles esas informaciones, aunque fueran más falsas que un ducado de plástico. ¿O es que no nos hemos enterado de los trapos sucios de los mismísimos patriarcas bíblicos? Que si Caín tenía la mano muy larga, que si Noé le daba a la botella, que si los vecinos de Abraham en Sodoma eran "blandos de cintura" (como decía mi abuelo)...

El Sálvame del siglo XVII tenía, por ejemplo, una mina en Versalles:

Luis XIV, casado con María Teresa de Austria, hija de Felipe IV y de Isabel de Borbón. La infanta española era de carácter frío y había sido educada en la muy austera corte española, que era como la cara opuesta de la frívola Versalles. El rey iba de amante en amante, de oca a oca y con los rizos a lo loco,  la Duquesa de La Vallière, muy guapa, hay que reconocerlo, pero más coja que San Ignacio de Loyola, Shakespeare, Quevedo, Tayllerand, Walter Scott, Lord Byron o Roosevelt juntos, la Duquesa de Orléans, su propia cuñada, ¡qué escándalo! , y un amor adolescente que casi echa al traste el tratado con España. Luis se había enamorado a principios de su reinado de la ambiciosa María Mancini, sobrina del Cardenal Mazarino. Es más, el día de su primer encuentro con la española, el Rey viajó hasta la Isla de los Faisanes con la imagen de la sobrina de Mazarino clavada en su retina. No le apetecía ni un pelo casarse con esa desconocida; esa prima procedente de la belicosa y austera España. María Teresa era bondadosa, de carácter tímido y poco amiga de los fastos cortesanos. Se dedicó a lo largo de su vida a ayudar a los pobres y a asistir en hospitales a las curas más desagradables. A esto se sumaba que la joven no hablaba ni una palabra de francés, y moriría sin aprenderlo del todo.

Para colmo, con la excusa de que la dote de la Reina no había sido pagada por completo por parte de España, Luis XIV inició la Guerra de Devolución en 1667. Un breve conflicto bélico entre España y Francia que supuso la invasión de buena parte de los Países Bajos españoles. Además, en el Caribe, los franceses apoyaron a los piratas (filibusteros y bucaneros) que desde la Isla de la Tortuga, atacaban a los mercantes españoles.  Mal rollo entre suegro y yerno, por si faltaba algo.

María Teresa estaba atada de pies y manos mientras Francia cortaba en lonchas finas al Imperio español. Él esperaba de ella, nada más y nada menos, que cumpliera con su papel reproductor y diera a Francia hijos legítimos. En esto cumplió, salvo que lo hizo al estilo Habsburgo: tuvo seis hijos pero solo uno logró sobrevivir, el futuro delfín. Y, precisamente, uno de los que no llegaron a adultos alimentaron toda suerte de rumores.

La hija de Felipe IV contaba bajo su cargo a un séquito de damas y consejeros, algunos españoles, para combatir el aislamiento que le brindaba la corte francesa. El Duque de Beaufort, almirante de la Marina, trajo de uno de sus viajes a un esclavo pigmeo y se lo regaló a la reina, que lo convirtió en su paje y lo tenía a su lado siempre. El esclavo fue cristianizado con el nombre de «Nabo», tras lo cual fue integrado en el círculo de confianza de la reina. En el mismo año que murió la Reina madre, falleció «Nabo» sin que se conozcan todavía hoy las causas de la muerte. En estas,  María Teresa quedó embarazada por aquellas mismas fechas del que debía ser su tercer hijo. Tras un difícil parto, la Reina dio a luz a una pequeña niña con rasgos moriscos y diversas malformaciones. Los partos de la realeza eran públicos y  en seguida corrió el chisme. La infortunada niña sólo vivió 40 días y en seguida corrió el infundio de que era hija del esclavo pigmeo y que por eso la habían quitado de en medio.

La mentalidad exageradamente puritana de María Teresa descarta casi por completo que hubiera mantenido relaciones extramatrimoniales con «Nabo», entre otras cosas porque no se conoce ningún amante en su biografía. ¿Acaso la había forzado el pigmeo? Eso resulta todavía más disparatado, porque básicamente «Nabo» era un niño de corta edad y, de hecho, corta estatura (68 centímetros).

Los médicos de la corte confirmaron que la niña murió porque «era débil y delicada, jamás tuvo salud». En este sentido, es posible que el bebé fuera de rasgos extraños por razones que iban más allá de un mal culebrón de sobremesa. La mala alimentación de la Reina y su mala aclimatación a París —un año antes había dado a luz a otra hija que murió a los pocos meses— abren el abanico de posibilidades a muchas causas médicas. Es factible que la coloración oscura de la piel de la recién nacida fuera provocada por una cianosis, es decir, a una presencia de pigmentos hemoglobínicos anómalos.

Eso sin tener en cuenta que la culpa pudo ser del padre. Tal vez los genes de la casa italiana de los Médici, fuertemente arraigados en la familia real francesa, salieron a flote con esa niña. No hay que olvidar que varios miembros de los Médici mostraron rasgos en exceso morenos.

Louise-Marie-Thérése,

Para quienes no creyeron que la niña había muerto surgió otra teoría inverosímil: la niña habría sido criada en secreto y posteriormente ocultada en un convento y se había hecho monja. Louise-Marie-Thérése (Luisa María Teresa), conocida como la «Monja Negra de Moret», personificó estos rumores y acumuló una serie de indicios para alimentar el misterio.

- Su nombre era la suma del de los Reyes de Francia. 

- Tenía una pensión vitalicia asignada de 300 libras por parte de la Corona y, según se aseguró, la Reina la visitó con cierta frecuencia en la abadía de Moret-sur-Loing, donde residía la monja.

- También la Marquesa de Maintenon, antigua aya de los bastardos reales nacidos de los amores del Rey, se dejó ver por el convento.

En cualquier caso, la monja parecía convencida de su origen real e incluso, según el duque de Saint-Simon, una vez se refirió al delfín de Francia como "mi hermano".

Según investigaciones bastante posteriores, la solución es simple. Consta que el rey el rey tenía un cochero morisco cuya mujer tuvo una hija de la que los reyes fueron sus padrinos. Al quedarse la niña sin padres, Madame de Maintenon la llevó al convento. Eso explicaría que alguna vez se refiriera al delfín como "mi hermano", siendo, como era, ahijada del rey. Incluso es posible que ella se creyera realmente hija de los reyes. También explicaría la pensión recibida del rey, que quisiera asegurar el bienestar de su ahijada.

A pesar de estar descartada. el "efecto Sálvame" es tan fuerte que se sigue escribiendo sobre "la nieta negra de Felipe IV". Como dicen algunos periodistas no hay que dejar que la verdad te estropee una buena historia.