domingo, 16 de mayo de 2021

52. Reyes, batallas, asesinatos, ejecuciones variadas y hasta una beata mártir

 


La entrada de hoy abarca varias "curiosidades", porque he concentrado en ella acontecimientos y personajes de una época extensa durante y después de la Guerra de las Dos Rosas en Inglaterra. Vamos allá, poniéndonos en el contexto con unas breves precisiones.

La guerra de las Dos Rosas fue una guerra civil que enfrentó intermitentemente a los miembros y partidarios de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de York entre 1455 y 1487. Ambas familias pretendían el trono de Inglaterra, por origen común en la Casa de Plantagenet, como descendientes del rey Eduardo III. El nombre «guerra de las dos Rosas» o «guerra de las Rosas», en alusión a los emblemas de ambas casas, la rosa blanca de York y la roja de Lancaster, fue producto del Romanticismo.

El resultado fue una victoria inicial de los York, que gobernaron unos veinte años. Tras lo que se produjo la victoria definitiva de los Lancaster, a lo que siguió el establecimiento de la dinastía Tudor.

Retrato de una desconocida,
 a la que siempre se identificó como Margaret Pole.
Galería Nacional de Retratos. Londres.
Durante esa guerra nació una niña el 14 de agosto de 1,473,  llamada Margaret, después llamada Margaret Pole por su matrimonio. Fue a nacer en lo que podríamos llamar  una buenísima familia, aunque esto no le trajo más que sinsabores y sufrimientos toda su vida. Era hija de George, duque de Clarence, uno de los hermanos menores de Eduardo IV y era de la Casa de York. Su madre era Isabel Neville.

Isabel Neville murió el 22 de diciembre de 1476, dos meses y medio después del nacimiento de Richard, su cuarto hijo. Ahora se piensa que la causa fue tisis o fiebre puerperal, pero en ese momento su esposo acusó a una de sus damas de honor de haberla asesinado y, a su vez, cometió un notorio asesinato judicial de la dama, llamada Ankarette Twynyho.

Los príncipes de la Torre

Durante la niñez de Margaret, se sucedieron las desgracias:  la muerte de Eduardo IV, la desaparición de sus hijos Eduardo V y Ricardo Duque de York (llamados "los príncipes de la Torre"), Ricardo III tomando el control de la corona y la Batalla de Bosworth Field que trajo a Enrique VII, el primer Tudor, al trono. Después de que la familia Tudor llegó al poder, los miembros restantes de la Casa de York fueron quitados de en medio sistemáticamente a través del matrimonio, el encarcelamiento y, finalmente, la ejecución. Edward, el hermano de Margaret, que fue el próximo hombre que reclamaba el trono de York, pasó el resto de sus días en la Torre y fue ejecutado en 1499.

El término Príncipes de la Torre es con el que se conoce al joven rey de Inglaterra Eduardo V, de 12 años, y su hermano Ricardo de Shrewsbury, duque de York, de 9 años. Ambos eran hijos del rey Eduardo IV y de Isabel Woodville, y herederos del trono de Inglaterra.

Fueron uno de los principales focos de conflicto en la etapa final de las Guerras de las Dos Rosas, ya que habían sido educados bajo el mando de sus parientes maternos, la familia Woodville, quienes eran considerados como unos ambiciosos y advenedizos para los miembros de la familia York. Fueron puestos bajo la custodia de su tío paterno, Ricardo de Gloucester, que asumió el liderazgo del bando Anti-Woodville.

Con los menores bajo su mando, Ricardo hizo valer sus derechos al trono al dar a conocer ciertos antecedentes que hacían suponer que los hijos del difunto rey eran bastardos, ya que su padre se había casado previamente con Leonor Talbot, antes de su matrimonio con Isabel Woodville, y por tanto era bígamo. Aceptados tales antecedentes por el Parlamento, los jóvenes fueron declarados hijos ilegítimos y carentes, por tanto, de derechos al trono. Después de esto nada más se sabe del destino de los jóvenes, ya que se le prohibió a su madre Isabel visitarlos, al igual que a todos los que tenían contactos con ellos. Desde su posición de control como Lord Protector, capturó al joven rey que se había refugiado entre las manos de su tío materno Thomas Woodville, y fueron encerrados en la Torre de Londres (entonces el palacio real) en abril de 1483.

Los dos niños desaparecieron durante su encierro en la Torre y nunca se les volvió a ver. Se supone que fueron asfixiados mientras dormían por orden de su tío Ricardo, entonces Lord Protector, que se apoderó del trono y reinó como Ricardo III hasta su muerte en la de Batalla de Bosworth Field. 

Ricardo III
 Ricardo III es uno de los personajes en los que hay que detenerse un poco. A la posteridad pasó como el malvado y deforme tirano jorobado que retrató Shakespeare, lo que no parece del todo cierto. Es cierto que padecía escoliosis, pero parece que no era tan deforme y su rostro, reconstruido con técnicas forenses modernas parece que era incluso agraciado. Su muerte en batalla hizo correr muchos rumores pero lo cierto es que la ausencia de sus restos dispararon toda clase de rumores. Cinco siglos después de su muerte, en 2.012, sus restos aparecieron bajo el subsuelo de un aparcamiento municipal en Leicester.

 El esqueleto y la calavera que un equipo de arqueólogos de la Universidad de Leicester había localizado en 2012 ante la incredulidad general, pero que acabó siendo atribuido al soberano “más allá de toda duda razonable” gracias a las pruebas de ADN.  Tras la identificación, los restos fueron llevados en un solemne cortejo y sepultados definitivamente en la catedral de Leicester.  Junto a los investigadores y académicos que asistieron a la ceremonia, destacaba la presencia de un carpintero canadiense residente en el Reino Unido, Michael Ibsen, cuya identificación como descendiente directo de Ana de York, hermana del rey, permitió un cotejo genético con la osamenta hallada.

Restos de Ricardo III
en el lugar del hallazgo
El rey vencido en la batalla había sido enterrado sin pompa ni ceremonia en la iglesia de Grey Friars, y su figura condenada desde entonces por la propaganda negativa de los Tudor, sucesores en el trono, o a la de la obra de Shakespeare que lo representa como a un tirano deforme. El cuerpo parecía haber sido enterrado a toda prisa, echado de cualquier forma en una tumba mal cavada, de forma irregular, amontonado hacia una esquina.

Los avances de la ciencia en el siglo XXI han permitido establecer que Ricardo fue en realidad un hombre de atractiva planta, cuya escoliosis no desfiguraba su esbeltez, y que además tenía un rostro apuesto, reconstruido hoy en tres dimensiones. El redescubrimiento del personaje se traducía en la concurrida asistencia que acompañó el desfile de sus restos desde la Universidad de Leicester hasta la catedral de la misma ciudad hasta el destino final de la catedral de Leicester, donde el féretro permaneció expuesto cuatro días hasta la ceremonia del entierro, presidido por el arzobispo de Canterbury, jefe de la Iglesia de Inglaterra. Posteriormente, sin embargo, dieron espacio a un servicio religioso oficiado por el arzobispo católico de Westminster, Vincent Nichols, en atención a la fe que profesaba Ricardo décadas antes de la reforma protestante consumada durante el reinado de Enrique VIII.

La fascinación por el redescubrimiento de la figura de Ricardo III inundó de curiosos las calles de Leicester, para irritación de la ciudad de York, que reclamaba ser la sede de su definitiva sepultura por cuestiones de linaje pero que perdió la liza en los tribunales. Ricardo, un personaje abyecto a tenor de la pluma de El Bardo, se ha trastocó temporalmente  en reclamada estrella del público contemporáneo.

Todos recordamos esa frase de la obra de Shakespeare "¡Mi reino por un caballo!", pero parece ser que además del caballo, Ricardo perdió el casco en la batalla, ya que el cadáver identificado revela que murió por heridas en la cabeza.



La batalla en la que murió Ricardo colocó en el trono a Enrique VII, el primer rey Tudor.

Con los Tudor ya en el trono volvemos a Margaret Pole y su familia, cuya vida se sigue complicando. La madre muerta y el padre se metió en diversas conspiraciones contra el rey. Fue perdonado varias veces, pero finalmente fue encarcelado, juzgado por traición y ejecutado el 18 de febrero de 1.748. Y de una forma tan curiosa que no puedo por menos que parar y contarla.

No fue una ejecución al uso por decapitación,  como noble que era,  y pública, sino casi a escondidas. Fue ahogado en vino de Canarias, si, tal como os cuento.

 La famosa malvasía, era entonces uno de los vinos favoritos de  los ricos y nobles ingleses. Algunas fuentes dicen que es leyenda, pero fue enterrado  la abadía de Tewkesbury donde fue enterrado junto a su esposa, Isabel Neville. Los restos, al ser exhumados años más tarde, no mostraban signos de la decapitación, método normal de ejecución de la nobleza de la época.

Ejecución de Jorge Plantagenet
La presencia del vino de Canarias en ese circuito de ricos en la Inglaterra de aquella época no era casual. El vino canario era el preferido de los aristócratas y comerciantes en esa época hasta que decayó a partir de 1680. En 1570, Londres importaba 20 millones de litros de vino malvasía cada año.

El liderazgo de los vinos canarios murió de éxito, por sus excelentes beneficios comerciales. Las autoridades diplomáticas del Reino Unido en Canarias cobraban un arancel a los importadores, que eran británicos. Buena parte del vino canario se exportaba a los territorios de Ultramar del Reino Unido como Barbados y también a Norteamérica.

Las leyes británicas obligaban a mandar desde Canarias el vino a Londres para ser reexportado a esas colonias americanas. Un incremento del precio del transporte al que no se enfrentaba el vino de Madeira, que podía enviar a Barbados o lo que hoy es Estados Unidos directamente.

El Malvasía gozó así del suficiente reconocimiento y popularidad como para quedar reflejado en la literatura y la filosofía. Son frecuentes sus menciones en Shakespeare,  como así también en la de Stevenson, Locke y hasta Kant y el propio Casanova, que cuenta en sus memorias cómo lo emplea para torcer la voluntad de algunas de las mujeres que seducía.

Richard Pole
Enrique VII dispuso que Margaret se casara con Sir Richard Pole, cuya madre era media hermana de la propia madre de Enrique, Margaret Beaufort. Margaret le dio a Richard cinco hijos sobrevivientes: Henry, Arthur, Ursula, Reginald y Geoffrey. El esposo de Margaret murió en 1504, y los ingresos de Margaret se redujeron drásticamente hasta el punto de que envió a su hijo Reginald a la Iglesia, donde finalmente se convertiría en cardenal y arzobispo de Canterbury.

Cuando Enrique VIII se convirtió en rey en 1509, la suerte de Margarita mejoró cuando se convirtió en dama de la reina Catalina de Aragón., a quien también había servido en su corto tiempo como Princesa de Gales antes de la muerte del Príncipe Arturo, y con quien simpatizó desde el primer momento . En 1512, a Margaret se le concedió el título de Condesa de Salisbury por derecho propio, devolviéndole un título que anteriormente tenía en su familia. La restauración trajo buenos ingresos de las propiedades y tierras de Salisbury, lo que finalmente convirtió a Margaret en una de las nobles más ricas de Inglaterra, logrando ser en 1538 la quinta noble más poderosa de Inglaterra.


Cardenal Reginald Pole
Margarita Pole, como pasó a ser llamada tras la pérdida de su título nobiliario, fue confinada en la Torre de Londres durante dos años y medio. Tanto ella como su nieto Henry (hijo del barón Montagu) fueron encerrados juntos y mantenidos por el rey, contando Margarita con varios sirvientes y recibiendo un gran guardarropa en marzo de 1541. Es posible que dicha deferencia hacia ella estuviese relacionada con el hecho de que en 1540 el propio Cromwell perdió el favor real, siendo ejecutado poco después. También disponía de una sirvienta. Sus condiciones de vida en la Torre y su elevada edad (tenía más de 60 años) hacían suponer que sería prontamente liberada.  Sin embargo, un levantamiento en el norte puede haber sido el punto de inflexión y de improviso a Margaret le fue comunicada en su celda su ejecución en el plazo de una hora.


A las 7 en punto de  la mañana del 27 de mayo de 1541 (algunas fuentes aseguran el 28 de mayo), Margarita fue informada de que su ejecución tendría lugar dentro de una hora, a lo que la mujer respondió afirmando que no se había imputado ningún crimen en su contra. Pese a ello, fue sacada de su celda y conducida a un patio interior  en el recinto de la Torre de Londres donde se hallaba instalado un pequeño bloque de madera en vez del cadalso habitual en las ejecuciones. Debido a que era de noble cuna, Margarita tuvo una ejecución privada. Se presumía que debido a su avanzada edad y a su larga reclusión Margarita estaría en una débil condición física, aunque al momento de ser ejecutada luchó y tuvo que ser obligada mediante el uso de la fuerza a colocar su cabeza en el bloque de decapitación. El verdugo titular estaba ausente por la sublevación en el norte y un joven torpe e inexperto fue el encargado. El primer hachazo le dio en la espalda. Corrió la historia de que después de ese hachazo se levantó y fueron necesarias varias personas para reducirla. El torpe verdugo necesitó once hachazos más para acabar con su vida. Según el Calendario de los Documentos del Estado, el verdugo era "un joven miserable y torpe... que literalmente le cortó la cabeza y los hombros en pedazos de la manera más lamentable". Fue enterrada, como muchos otros ejecutados antes y después de ella, en la Capilla de San Pedro ad Vincula en la Torre de Londres. En 1886 fue beatificada por el Papa León XIII como mártir de la Iglesia católica. 


 



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