miércoles, 17 de febrero de 2021

39. Un lenguaje sólo para las mujeres


 

La muerte de la anciana de 98 años Yang Huanyi, en la provincia de china de Hunan, el 23 de septiembre de 2004, habría pasado desapercibida para el mundo si no fuese por el hecho que de que la mujer, viuda de un granjero, era la última persona del planeta que hablaba la curiosa lengua nushu, hablada en Hunan exclusivamente por mujeres.

 

Yang, la última hablante de nushu, fue una de las principales representantes de China en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995 y aprovechó esa ocasión para entregar a los estudiosos gran parte de las cartas, poemas y artículos que había escrito en ese lenguaje, que fueron recopilados por la prestigiosa Universidad de Qinghua en un libro.

Según se cree, el código secreto desaparecido con la anciana china habría sido creado hacia el siglo III de nuestra era y trasmitido desde entonces de generación en generación sólo a las mujeres. El nushu, que fue descubierto en 1998 por una profesora china, era el único lenguaje del mundo hablado exclusivamente por mujeres y casi no ha quedado documentación escrita, puesto que desde muy antiguo era costumbre quemar o enterrar con los muertos los manuscritos en nushu.

¿Cómo surgió esta lengua? Hace 1.700 años, las mujeres chinas estaban privadas de una educación formal y vivían encerradas en las casas de sus padres o de sus maridos, sometidas a la autoridad masculina, sin posibilidades de aprender a leer y escribir el idioma de los hombres. Fue así como aquellas campesinas analfabetas inventaron un idioma propio, que está considerado por los lingüistas como un sistema de comunicación único porque no tiene ningún paralelo hablado. Nushu en chino quiere decir escritura de mujeres. Además de literatura y folclore, las inscripciones en esta lengua pueden verse en diarios y abanicos donde se han encontrado reflexiones íntimas, consejos, correspondencia, así como descripciones de bombardeos y guerras.

Con el paso de los años se fue perdiendo esta especie de código secreto femenino hasta desaparecer por completo con la muerte de la señora Yang, por lo que el gobierno chino se está esforzando ahora por recoger y recopilar los escritos, a fin de poder conservarlo como parte valiosa de la rica herencia cultural china.

Uno de los documentos recuperados dice: “Los hombres se atreven a salir de casa para enfrentarse al mundo exterior, pero las mujeres no son menos valientes al crear un lenguaje que ellos no pueden entender”. Otro señala: “Debemos establecer relaciones de hermanas desde la juventud y comunicarnos a través de la escritura secreta”.

El idioma mandarín, como fundamento institucional de la cultura, incorporaba su estructura autoritaria, jerárquica y solemne, mientras que el nushu era para las mujeres la lengua de la vida cotidiana, de las emociones, de la espontaneidad, del mundo natural, de los sueños y de los deseos.

Por esa razón, en nushu las mujeres solían escribir las “Cartas del tercer día”, unos folletos escritos sobre tela en los que trasmitían a sus hijas consejos sobre el matrimonio. Las “Cartas del tercer día”, que contenían también canciones compuestas en nushu que expresaban sueños, esperanzas y sentimientos de las mujeres, eran enviadas a las novias el tercer déa después de la boda.

El ya desaparecido idioma de las mujeres contaba con unas 2.000 palabras, se escribía en columnas verticales, de izquierda a derecha y muchos de sus caracteres se inspiraron en los chinos, pero eran más estilizados, graciosos y personalizados. El lenguaje, que también se habló en otras zonas del sur de China, es una evolución de sistemas de escritura de hace más de 3 mil años utilizados por la civilización Yin, en la cuenca del río Yangtsé.

La extinción del nushu es apenas una pequeña parte de una tragedia mayor: la mitad de las lenguas que son habladas hoy se extinguirán antes del fin del siglo XXI; cada dos semanas muere una lengua en el mundo.

FUENTES: Wikipedia y varios artículos








martes, 16 de febrero de 2021

38. El tenedor

 


El tenedor llegó a Europa procedente de Constantinopla a principios del siglo XI de la mano de Teodora, hija del emperador de Bizancio Constantino Ducas. Lo llevó a Venecia al contraer matrimonio con Domenico Selvo, Dux de aquella república. Pero Teodora era tachada por sus contemporáneos, por esta y otras refinadas maneras orientales, como escandalosa y reprobable.

Los defensores del tenedor intentaron varias veces introducirlo en Francia sin éxito. En la Edad Media Catalina de Bulgaria quiso hacerlo popular en la corte pero los franceses la consideraron cursi y licenciosa. Más tarde fue Carlos V de Francia, que lo conoció en Venecia tras la vuelta de un viaje de Polonia. Pero esta vez el fracaso tuvo motivos puramente sexuales: el rey y sus inseparables amigos tenían fama de homosexuales y el tenedor volvió a perder la batalla al ser considerado como un objeto caprichoso propio de personas un tanto equívocas.

La realidad es que el rechazo que tuvo el tenedor durante siglos obedecía más a una falta de habilidad de los comensales que a una posible falta de utilidad. Un autor contaba cómo los comensales se causaban heridas con ellos, pinchándose con sus afiladas púas los labios, las encías y la lengua.

Ya en el siglo XVII el viajero inglés Tomas Coyat cuenta lo generalizado que estaba el tenedor en Italia. En España encontramos referencias en el siglo XIV como un instrumento que usaban los maestros trinchadores, y el marqués de Villena, en un tratado de 1423 titulado Arte Cisoria, incluye un utensilio cuya descripción corresponde a un tenedor de tres puntas. El uso del tenedor se generalizó en España en el siglo XIX y en concreto fue Barcelona donde se creó la primera industria en la fabricación de estos indispensables, en la actualidad, utensilios.

viernes, 5 de febrero de 2021

37. De Goethe a Disney

 En 1.774, Goethe publica la novela epistolar semiautobiográfica titulada  "Las penas del joven Werther". Las penas del joven Werther se presenta como una colección de epístolas escritas por Werther, un joven artista de temperamento sensible y enamorado, que se las enviaba a su amigo Guillermo. En estas cartas, Werther revela datos íntimos de su estancia en el pueblo ficticio de Wahlheim (basado en la ciudad de Garbenheim).

El principal personaje de la novela, Werther, es un joven de carácter sensible y pasional que se enamora perdidamente de Charlotte, una mujer que se halla comprometida a otro hombre. Werther es un hombre apuesto que suscita el interés de muchas otras mujeres, pero él está enamorado de Charlotte, quien no lo ama, y a pesar del intenso dolor que le causa el amor no correspondido, Werther desarrolla una amistad íntima con ella. Charlotte ya está comprometida con Albert, un hombre once años mayor que ella. Werther cultiva una amistad íntima con Albert y Charlotte, a pesar de la pena que esta relación le produce, pena que finalmente lleva a Werther a abandonar Wahlheim para dirigirse a Weimar intentando olvidar a Lotte. Allí  Werther sufre una gran pena al enterarse de la boda de Lotte y Albert.

Tiempo después regresa a Wahlheim, donde sufre más que nunca, ya que Albert y Lotte están casados. Cada día que pasa le recuerda que Lotte nunca podrá corresponder su amor. Con pena por Werther y respeto por su esposo, Charlotte decide que Werther no debe visitarla tan frecuentemente. Él la visita por última vez y después de recitar un pasaje de Ossian, ambos se besan, Lotte se encierra en una habitación y pide a Werther que se vaya. Werther sabía, antes de este incidente, que uno de ellos — Albert, Lotte o Werther— tenía que morir. Incapaz de hacerle daño a otro ser, Werther no ve más opción que el suicidio. Después de escribir una carta de despedida (para que fuera encontrada después de su muerte), le escribe a Albert pidiéndole dos pistolas con la excusa de que las necesitaba para un viaje. Albert recibe esta petición en presencia de Lotte, a quien le pide que le mande las pistolas, a lo cual ella accede aunque temblando, pues sabe que Werther es capaz de suicidarse. Luego, Werther se quita la vida en el momento en el que suenan las campanas de medianoche en Wahlheim. Tras el disparo, su criado encuentra su cuerpo moribundo que tardará varias horas en morir. Será sepultado a las afueras del cementerio, pues según la tradición los suicidas no merecen ser enterrados en un camposanto. Será su amigo Guillermo quien narre el último tramo de la historia al final del libro.

Las penas del joven Werther fue el primer gran triunfo de Goethe, que lo transformó de un desconocido a un autor célebre prácticamente de la noche a la mañana. Napoleón Bonaparte consideró esta novela como uno de los trabajos más importantes en Europa. Esta novela le inspiró de joven a escribir un monólogo al estilo de Goethe, y de adulto, llevó siempre consigo una copia del Werther en sus campañas. La novela inspiró una ópera compuesta por Massenet, y Werther es hoy un icono cultural.

La novela dio origen a un fenómeno llamado Werther-Fieber (Fiebre de Werther). Los hombres jóvenes en Europa vestían la ropa que Werther usaba en la novela. Tanto la primera vez que baila con Charlotte, como en el momento del suicidio, Werther viste chaleco  amarillo y casaca azul. También se dice que tuvo consecuencias en los primeros ejemplos conocidos de suicidio mímico, provocando al parecer el suicidio de unos cuarenta lectores (En realidad, esto es un mito) fenómeno que pasó a ser conocido en la psicología como el efecto Werther. En realidad el efecto Werther no existe. Al menos no está demostrado que el suicidio sea contagioso. Lo que sí parece que hizo fortuna en la moda fue la combinación de colores que vestía el protagonistab y que durante un tiempo se convirtió en un clásico de la moda masculina, y hasta el día de hoy, según vemos en este fotograma de La Bella y la Bestia.