lunes, 7 de junio de 2021

55. La plaga convertida en arte

 

De plaga de insectos a obra de arte; el paso es posible y se materializó gracias al descubrimiento de América. Cuando los españoles llegaron a las indias observaron como los indígenas recolectaban unos pequeños insectos que se encontraban en un cactus de la zona (esos insectos no eran sino una plaga del nopal) y solo viven sobre ese cactus.

Las hembras de esos insectos se recogían, se dejaban secar y se molían, dando como resultado un extraordinario tinte de un rojo oscuro, muy saturado, de extraordinario poder tintóreo, muy superior al de los pigmentos que se utilizaban en Europa. Se trata de lo que se llamó "cochinilla de Indias" o "grana", para distinguirla de los pigmentos rojos procedentes de Florencia o Venecia, con un poder tintóreo muy inferior  Pero ese tinte tenía el inconveniente de que,  siendo ideal para teñir textiles,  no se podía utilizar para pintar con él.  

En Méjico se utilizaba para teñir telas, con un resultado también extraordinario, por su resistencia y duración. Aún existen textiles que datan del siglo III a. C. que conservan su colorido extraordinario. Cuando se descubrió la manera de tratar el tínte líquido resultante de la molienda de las hembras de cochinilla para que se pudiera usar en la pintura al óleo, se produjo una revolución en la paleta de rojos que teñiría el arte sacro y secular europeo durante más de tres siglos.

Existen dos tipos de pigmentos: los pigmentos "a secas", de origen inorgánicos, (minerales) y los pigmentos laca, que tienen una doble composición (una parte inorgánica sobre la que se fija un colorante de naturaleza orgánica). El procedimiento descubierto que permite la utilización de la cochinilla en pintura es:

- Se filtra la disolución coloreada procedente de moler los insectos desecados y se le añade alumbre (sulfato doble de alúmina y potasio, de color blanco que se halla en las rocas y en la tierra; posee propiedades astringentes y se emplea en medicina y en la industria), lo que en condiciones especificas de PH produce un precipitado sólido que se debe separar del líquido volviendo a filtrar.

- Ese precipitado, una vez seco, ya es un pigmento sólido que molido, se podía utilizar en pintura como los demás (no solo para obtener un rojo puro, sino también para, mezclado, obtener malvas, rosados,  morados y púrpuras).

Cuando la cochinilla se empezó a ser enviada en los barcos a España se convirtió, en una de las presas más codiciadas por los piratas. Solamente el oro y la plata superaban a la cochinilla en las riquezas (y hay historiadores que afirman que la cochinilla superó al oro) que proporcionó a la Corona española, que tenía el monopolio de su producción y comercio. La primera vez que aparece documentada una venta de carmín de Indias es en la feria de Medina del Campo en 1.565.

Los pintores, al principio, fueron un poco reticentes a usar la cochinilla de Indias. Al fin y al cabo estaban acostumbrados al carmín de Florencia y al de Venecia. El mismo Pacheco, suegro de Velázquez, en su Tratado de la pintura, recomienda, explícitamente,  usar el de Florencia con preferencia al de Indias.  Con el tiempo, la mayoría de los grandes pintores terminaron usándolo en sus obras, como se  llega a especificar en los contratos. En los laboratorios del Museo del Prado, que están equipados con modernísima tecnología,  se ha encontrado cochinilla de Indias en los análisis de pigmentos en obras de Velázquez, Zurbarán, el Greco, Mazo y Murillo, entre los españoles, Tiziano y Tintoretto (hijo de un tintorero veneciano, por cierto), Rubens, Van Dyck, Rembrandt y Reynolds, entre los extranjeros también la usaron.

Durante el siglo XIX comienza el auge de las pinturas sintéticos en tubo, y el uso de este pigmento decae un poco,  pero los impresionistas y post-impresionistas vuelven a su uso.  Van Gogh, por ejemplo, podíamos decir que "era un fan" de este pigmento y le escribe a su hermano Theo en 1.885 el color rojo del vino, es cálido y vivo como el vino”, refiriéndose a nuestra cochinilla. Renoir y Cezzane también.

En el celebérrimo cuadro de Van Gogh que representa su dormitorio en Arlés se ha utilizado el pigmento de cochinilla para obtener el rosado del suelo y el lila de paredes y puerta.

Hasta ahora hemos hablado de pintores, pero en el teñido de telas también fue una revolución, máxime cuando para teñir textiles era aún más fácil, pues la tintura se podía usar directamente, simplemente moliendo los insectos secos. 

Luis XIV ordenó que el tapizado de las sillas de Versalles y las cortinas de la habitación real se tiñeran con grana cochinilla. Los ingleses también quedaron cautivados con la grana cochinilla, que utilizaron para teñir los tejidos de lana para los uniformes de los oficiales del ejército.

Considerando que el Dactylopius coccus (nombre científico de la cochinilla) es biologicamente es "una plaga que acaba con los nopales, de los que se alimenta" y lo que tenemos a cambio tenemos que decir  "que se perdona el bollo por el coscorrón".

Cuando los españoles comprobaron que el nopal se aclimataba al clima de Canarias, fue mucho más fácil obtener cochinilla, que se convirtió en un importante recurso económico para las islas. Aun hoy día se produce en Lanzarote.

Voy a recomendar dos libros sobre el tema, donde hay muchas curiosidades:

- Cromorama, de Ricardo Falcinelli (Como el color transforma nuestra visión del mundo).
- Colores, de Anne Varinchon (Historia de su significado y fabricación).


 
Hay muchas cosas que damos por hecho, equivocándonos, como por ejemplo, que hasta hace menos tiempo del que imaginamos no era posible, técnicamente, teñir telas de color rosa. La historia de los colores es algo apasionante. 


Para terminar, dejo el aspecto técnico y paso a comentar algo estrictamente artístico, aprovechando  que la entrada contiene una foto. Sin embargo, la vuelvo a poner, más grande, para más comodidad. 



Esta pintura (que encabezaba el texto por la belleza de sus tonos conseguidos gracias a la cochinilla de Indias), temáticamente, es una excepción en la pintura de Velázquez, en la que no abundan las obras de devoción. Teniendo en cuenta que estaba situado en el oratorio privado de Isabel de Borbón, en su dormitorio del Alcázar Real, es muy posible que fuera una petición expresa de la reina a la que Velázquez no se pudo negar. Me parece muy acertada la teoría de que respondiera a una devoción privada de la reina, la devoción al corazón inmaculado de María, impulsada y extendida por San Francisco de Sales. A ello se debería el que la disposición de figuras y el colorido de sus ropajes dibujen un corazón. Además, el gesto de María, que con la mano derecha se señala el propio corazón, apoya esta teoría.   

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