sábado, 4 de septiembre de 2021

75. Huellas del pasado

Reconstrucción del paisaje de Laetoli

Hace unos 3,6 millones de años, durante una erupción del volcán Sadiman (Tanzania) una capa de cenizas de unos 15 centímetros de espesor se depositó en el terreno en el lugar conocido hoy como Laetoli. Sobre las cenizas cayó una lluvia fina, y sobre esas cenizas humedecidas caminaron varios individuos homínidos y diferentes animales. Posteriores erupciones del mismo u otros volcanes de la zona depositaron más cenizas, que preservaron las huellas dejadas sobre la primera capa de ceniza. Hasta que, en 1.976 el equipo de  por Mary Leakey y Richard Hay encontró el rastro de huellas, de unos 27 metros de longitud.

En un principio se pensó que se trataba de dos individuos adultos, uno masculino y otro femenino. Aunque más tarde se llegó a la conclusión de que eran tres individuos, siendo el tercero un individuo infantil que había caminado sobre las huellas de otro, motivo por el que al principio se identificaron dos series de huellas, quedando las del tercero disimuladas entre las otras.

La importancia de estas huellas es que demuestran que esos homínidos caminaban erectos habitualmente. Su andar no es vacilante, lo que significa que era su forma habitual de desplazarse. Los pies no tienen el dedo gordo móvil y divergente como los simios, en cambio tienen un arco típico de los humanos modernos. También se concluyó que caminaban tranquilos, como paseando.

El estudio de estas huellas indican un bipedismo completo (semejante al del hombre moderno), apoyando primero el talón, luego el arco, y finalmente los dedos, haciendo fuerza en estos, especialmente en el dedo gordo para adelantar el cuerpo y separar el pie del suelo.

Las huellas fueron atribuidas al Australopithecus afarensis, del que se encontraron abundantes restos fósiles en el mismo estrato El Australopithecus afarensis  era un homínido extinto de la subtribu Hominina que vivió entre 3,9 y 3 millones de años atrás. Era de contextura delgada y grácil, y se cree que habitó solo en África del este (Etiopía, Tanzania y Kenia). La mayoría de la comunidad científica aceptó que puede ser uno de los ancestros del género Homo. Fue descubierto en 1974 por Donald Johanson, Yves Coppens y Tim White en el yacimiento de Hadar, valle del río Awash, Etiopía. Este descubrimiento destacó especialmente por ser el Australopithecus mejor conservado descubierto hasta aquella fecha. Así fue posible comprobar que la capacidad para caminar erguido, como los humanos actuales, fue muy anterior al crecimiento del cerebro. El estudio de su dentadura aclaró aspectos fundamentales sobre la evolución de los homínidos y descubrió la evolución simultánea de géneros, de manera que la línea Paranthropus, se apartó de otras y en particular de la que evolucionó hacia Homo. En años recientes se han descubierto muchos restos fósiles más antiguos que aquellos. En varias campañas de excavación, entre 2000 y 2005, se encontraron los restos de una niña Australopithecus afarensis de 3 años de edad y una antigüedad de 3,3 millones de años, procedentes del yacimiento de Dikika, cerca del río Awash en Raft Valley. Las primeras herramientas usadas por un ancestro humano datan de hace unos 2,5-2,6 millones de años, atribuyéndose su fabricación a Homo habilis. Sin embargo, una investigación​ llevada a cabo por un equipo internacional y multidisciplinar de investigadores concluyó que Australopithecus afarensis utilizaba piedras afiladas para extraer la carne de los huesos y obtener el tuétano de los mismos. De confirmarse esta tesis, aportaría importantes novedades en la investigación sobre los orígenes del ser humano, ya que supondría el consumo de carne, relacionado con el tamaño del cerebro, adelantando este, y asociado al uso de herramientas, 800.000 años antes de lo que se suponía.

En 2.015, un equipo de arqueólogos italianos y tanzanos descubrió catorce nuevas pisadas de nuestros ancestros más lejanos en el yacimiento de Laetoli, en Tanzania, a sólo 150 metros de las pisadas halladas en 1976, atribuidas al homínido Australopithecus afarensis y consideradas las más antiguas del mundo, de 3,6 millones de años de antigüedad. Las nuevas pisadas se encuentran en el mismo estrato de ceniza solidificada que las anteriores y muestran la misma orientación, por lo que debieron de pertenecer al mismo grupo de homínidos. Las huellas corresponden a dos individuos bípedos (S1 y S2) que se desplazaron en la misma dirección,.  Numerosas huellas de otros mamíferos, insectos y aves han sido halladas alrededor y también las marcas dejadas por las gotas de lluvia y granizo. 

Estos vestigios arqueológicos tan excepcionales aportan información sobre la biomecánica de la locomoción, sobre el tamaño corporal de los homínidos extintos, sobre su diversidad e incluso sobre sus estrategias reproductivas. Y las conclusiones son las siguientes: uno de los dos individuos, probablemente masculino, medía 1,65 metros de altura y pesaba unos 44,7 kilos; el otro individuo, probablemente femenino, medía 1,46 metros de altura y pesaba unos 39,5 kilos. El individuo masculino sería, por tanto, el Australopithecus afarensis más alto que se conoce, superando bastante a Lucy, el ejemplar más célebre de esta especie, que medía menos de 110 centímetros de altura. Las controvertidas conclusiones también sugieren un comportamiento social típico de los gorilas, es decir, un grupo de hembras conviviendo con un único macho



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