La entrada de hoy es tan diferente de las demás que quiero dejar claro, antes que nada, algunas cuestiones. No creo en pseudociencias, en alienígenas que visitaron la tierra en la antigüedad, ni en fenómenos paranormales. Creo, sin embargo, que hay mucho fraude, mucha ignorancia, mucho "listillo" que quiere vivir del cuento y mucho bromista estúpido. Si alguien quiere familiarizarse con cómo la ciencia ha desacreditado algunos de estos goles que nos han querido colar os invito a visitar la entrada de Wikipedia dedicada a los oopart , acrónimo en inglés de "objetos fuera del tiempo o lugar".
Dejando esto claro, os voy a contar un episodio curioso dentro del descubrimiento de la cultura minoica que resulta curioso, y con esto no quiero decir que sea extraño, inexplicable ni atribuible a hombrecillos verdes y/o cabezones. Como es usual, empiezo desde un poco atrás, para ponerlo todo en contexto.
Retrato de Arthur Evans |
Cuando fue a ver las excavaciones paleolíticas del Valle del Somme, Francia, su afición por la arqueología se afirmó.
John Evans era un experto en monedas antiguas y las asociaciones de anticuarios de Gran Bretaña le tenían a sus criterios mucha estima.
Quizás la influencia y el dinero de su padre le permitió entrar en Oxford y estudiar Historia Moderna, no antigua, Arthur no era un alumno, digamos brillante. Cuando acabó los estudios marchó a Alemania a continuar estudiando en Gotinga, pero sólo estuvo allí cuatro meses. Lo que le gustaba realmente era el “trabajo de campo”.
En pequeñas tiendas donde se vendían antigüedades, compró “sellos cretenses” y cuando preguntó su procedencia, el vendedor le dijo que en la región del Egeo había muchos yacimientos todavía sin explorar… Evans nunca olvidó estas palabras.
Arthur se casó con la hija de uno de sus profesores, Margaret, en 1878 estableciéndose como periodista en Dubrovnik, corresponsal del periódico inglés The Manchester Guardian. Su padre consiguió para él, el puesto de Conservador del Museo Ashmolean de Oxford. Era un nombramiento puramente honorario, la paga era simbólica y el museo, cuando Evans se hizo cargo, era poco más que un almacén de una planta en la que se amontonaban las antigüedades que regalaban a la Universidad de Oxford, lo que otros museos habían rechazado por ser poco importantes. Pero a él, ese nombramiento, que duró de 1884 a 1908, le valió para viajar oficialmente comprando antigüedades en nombre del museo. Se esforzó por dar importancia a sus colecciones, convirtiéndose en profesor extraordinario de Arqueología prehistórica de Oxford en 1909.
La muerte prematura de su mujer sumió a Evans en una depresión. Sus amigos le aconsejaron que viajara para recuperarse. Y entonces, Evans viajó a Creta.
En 1892, Evans conoció a Federico Halbherr -arqueólogo italiano que realizó importantes excavaciones en Festos , Gortyna y Hagia Triada , y presentó varias publicaciones. En 1910 fue el fundador y primer director de la Misión Arqueológica Italiana en Creta (más tarde se conocería como Escuela Arqueológica Italiana de Atenas)
Durante un discurso en 1896, Sir Evans sugirió que la “civilización micénica” de la Grecia continental tuvo sus orígenes en Creta.
Minos Kalokeirinós |
Pero entonces la historia dio un giro y en 1,897 tuvo lugar La guerra greco-turca o Guerra de los Treinta Días. Fue un conflicto bélico entre la Grecia y el Imperio otomano por la soberanía de Creta. Si bien ganaron los otomanos, las grandes potencias europeas obligaron a los turcos a dar la independencia a Creta, que fue ocupada por una Fuerza Internacional a cuyo frente estaba Inglaterra. Por eso… no fue extraño que Evans pudiera comprar entonces la cuarta parte de la Colina de Kephala por 6.000 dracmas. Para entonces Evans había recibido la herencia de su padre y de su esposa. Era muy rico y sabía que podía dedicar el resto de su vida a las excavaciones sin preocupaciones.
Hizo construir una villa (Villa Ariadna) junto a la colina y se fue a vivir junto a sus queridas ruinas dispuesto a invertir en Cnosos toda su vida y su fortuna. |
El 23 de marzo de 1900 comenzó la excavación. La capacidad de trabajo del equipo de Evans era prodigiosa. En sólo seis años, de 1900 a 1905, puso al descubierto una superficie de 13.000 metros cuadrados. No lo hizo solo, sino que reunió un bien equipo.
Llevó de ayudante a un verdadero arqueólogo, el escocés, Duncan Mackenzie que dirigía las excavaciones, e hizo venir a varios arquitectos entre ellos Theodor Fyfe y Christian Doll.
Trabajadores locales griegos y musulmanes: Grigoris Antoniou, antiguo expoliador de tumbas, y Manolis Akoumiadakis, un pastor de ovejas que acabó conociendo Cnosos mejor que Evans. Ceramistas, fotógrafos, pintores, peones de albañil, lavadoras de cerámica y picapedreros etc. todos preparados para lo que se pudiera presentar. A este grupo se agregaron los Gilliéron-padre e hijo, pintores y dibujantes suizos establecidos en Atenas, quienes se encargaron de reproducir fielmente a la acuarela todos los frescos y posteriormente se hicieron cargo de su reconstitución.
Se ha criticado mucho a Evans (Le llamaron "el constructor de ruinas") por las restauraciones de Creta. Es un gran error juzgar acciones del pasado según nuestros actuales criterios. Evans no tuvo más intención que la preservación del extraordinario palacio. En 1.905 llovió muchísimo en Creta. Al volver para su segunda campaña de excavaciones, se encontraron con el yacimiento asolado por las lluvias. Evans se dio cuenta de que había que llevar, paralelamente a la excavación, las labores de reconstitución y conservación. y los expertos de su equipo le advirtieron de que el yacimiento estaba en zona de gran actividad sísmica. por eso, en 1.906 se embarcó en un proyecto de consolidación para que las generaciones siguientes pudieran llegar a conocer el palacio tal como él lo conoció. En las estancias de dos alturas, Evans probó a sostenerlas con vigas de madera, y ensayó fustes y capiteles de piedra, con resultado negativo. Al final no hubo otra solución que usar hormigón armado y finalmente fue esto, lo que impidió que los restos se desplomaran en el terremoto de 1926 y posteriores dada la cantidad de terremotos que han asolado a Creta.
Utilizó e hizo “arreglos varios” poco ortodoxos. Pero… hay que situarse en el contexto de una época en que la arqueología se debatía entre su “pasado anticuario” y su “futuro científico“.
De los frescos, a veces se conservaba una minúscula parte. Los pintores, echaron a volar su imaginación en el trabajo. Algunos críticos opinaron que más que una “reconstitución“, aquello parecía “la portada de la revista Vogue”. También le acusaron de haber usado unos colores demasiado fuertes… pero en realidad, ése era el color que debieron tener en su tiempo. Investigaciones posteriores le dieron la razón a Evans.
¡¡¡¡Que utilizó cemento para consolidar el edificio!!!! toda la comunidad internacional se llevó las manos a la cabeza, olvidando… que los italianos, que siempre se creyeron los lideres de las restauraciones, hicieron lo mismo en las ruinas de Leptis Magna en Libia o de los sacrilegios cometidos en la Mesopotamia para desembarazarse de las ruinas romanas que ocultaban las ciudades construidas bajo sus cimientos. De igual modo, recordar que hoy hay alternativas al cemento, al hormigón y a los metales que unen sillares de piedra o tambores de columnas en la Acrópolis de Atenas, por ejemplo. La primera vez que fui a Atenas, estaban cambiando todos los elementos metálicos del Partenón por titanio. Pero eso no fue hasta 1. 988.
Las críticas más duras, de sus propios colegas, aunque algunos, no tenían más remedio que reconocer que la imagen del palacio era poderosa.
Por un lado, no solo descubrió, supo dar forma y sentido a una masa informe de materiales dispersos, pasadizos y piezas sueltas. La evolución y estratigrafía histórica del palacio, son correctas. Además, supo plasmar de forma visual y teórica ideas sobre la Civilización Minoica y salvó los restos encontrados.
Sin él, no existirían los Minoicos, y eso está fuera de toda duda. Hoy, gracias a los dibujos de los Gilliéron y a las fotografías que Evans usó desde el primer momento, se puede reconstruir la historia de la excavación y comprobar el alcance de su intervención y alteración de los restos.
El 5 de febrero de 1924, Evans cedió Cnosos a la Escuela Británica de Atenas. Hasta 1935 Evans dirigió las excavaciones en Creta. Murió en 1.941 a los 90 años. En su testamento, Evans legó su colección de diez mil monedas al Museo Ashmolean. La colección de Arthur Evans todavía hoy se considera una de las colecciones de monedas más famosas del siglo XX. Además de las monedas, donó su colección de objetos arqueológicos (con algunas de las mejores muestras de arte minoico existentes fuera de Creta). Especialmente importantes son las tablillas de arcilla encontradas en por Evans y que fueron al Ashmolean. Un incendio providencial había “cocido” la arcilla y su conservación era perfecta.
Evans logró diferenciar en esas tablillas dos escrituras, a las que llamó lineal A y lineal B
La primera, Lineal A, está siendo actualmente estudiada por Brent Davis de la Universidad de Melbourne con grandes progresos. La segunda, Lineal B fue descifrada en 1,959 por el ingeniero inglés, Michael Ventris.
Ventris fue un ingeniero británico. Gran aficionado a las lenguas clásicas desde niño y especialmente al latín y al griego, consiguió en 1952 descifrar que el griego es el idioma que refleja el silabario Lineal B, abriendo un nuevo campo de investigación filológica. Se basó en el trabajo realizado en la década de 1940 por la investigadora estadounidense Alice Kober, Ésta ideó un método rudimentario para establecer las relaciones entre los signos escritos comparando prefijos y sufijos de palabras.
Casi al mismo tiempo que Evans comenzaba las excavaciones en Cnossos, en el lado contrario de la isla de Creta comenzaron también las excavaciones que sacaron a la luz el segundo gran palacio de la civilización monoica, el palacio de Festos (Cnossos en el norte y Festos en el sur de la isla). Estas excavaciones se asignaron a los arqueólogos italianos. Las comenzó Halbherr y cuando éste se marchó a excavar a Libia, continuó Luigi Pernier.
Luigi Pernier |
Se trata de un disco de arcilla, de unos 16 cm. de diámetro y casi 2 cm. de espesor medio, cubierto por ambas caras de una serie de signos que se extienden en espiral, desde el borde hacia el centro. Según declaró el mismo Pernier, estaba en un estrato revuelto en el que se mezclaban objetos de diferentes épocas, desde cerámica helenística (1.000 años posterior a los palacios minoicos). Como, según Pernier, el disco estaba tocando una tablilla de arcilla con escritura lineal A, la fechó en la "época de los segundos palacios" (hacia 1.700-1.600 a. C.). El disco presenta unas líneas que separan tanto los "renglones" entre sí como unos grupos de signos de otros. Los signos que lo cubren son estampillados con algún tipo de molde a presión, mientras que las líneas son incisas. El disco presenta 145 signos diferentes. Inmediatamente se pusieron a la tarea de descifrarlo, pero hasta el día de hoy no se ha conseguido. No es lineal A, ni lineal B, ni escritura hitita, ni jeroglífica egipcia, ni ninguna otra conocida hasta la fecha.
Después de décadas de intentos, algunos expertos empezaron a dudar del objeto. alegando las siguientes "incoherencias":
- Todas las tablillas escritas sobre arcilla halladas en Creta, son de arcilla sin cocer, pero el disco de Festos está cocido en un horno. Y se ha cocido expresamente, y no por causa de un incendio fortuito, como ocurre a veces.
- Cuando se analizó la arcilla, se llegó a la conclusión de que no procedía de Creta, sino de algún lugar fuera de la isla, del que fue traída.
- Es la única pieza de la isla realizada mediante el estampillado de tipos móviles, algo que ahora nos parece muy normal, pero que no existía hasta que fue inventado por Gutemberg en el siglo XV, con la excepción de unos intentos aislados en China.
- Los signos no se reparten de forma uniforme sobre ambas caras, como ocurre con cualquier texto en cualquier lengua. por ejemplo, si tomamos dos fragmentos de texto en castellano, veremos que se repiten muchas "a, e, r y s " y muy pocas "x, z e y". e el disco de Festos, el símbolo del escudo aparece 15 veces en un lado del disco, sin embargo sólo aparece dos veces en el otro, algo que no cuadra con una escritura "real" que seria más uniforme. Igualmente el símbolo de un yelmo aparece dos veces en un lado y dieciséis en el otro.
- en el disco aparecen 145 signos diferentes, lo que es demasiado para una escritura alfabética. Los alfabetos tienen veintitantos o treinta y algo letras. No es escritura alfabética. Al mismo tiempo son demasiado pocos para ser escritura jeroglífica o silábica, que suelen tener más de 100 o unos 70, respectivamente. Si no es escritura alfabética, ni jeroglífica, ni silábica, ¿qué tipo de escritura es?
- Otra característica del disco es que parece leerse de fuera hacia dentro y de derecha a izquierda, todo lo contrario que el resto de escrituras documentadas de la isla de Creta.
Cargados con todas estas razones, algunos expertos comenzaron a defender la idea de que el disco era falso, que alguien le había gastado una broma a Pernier o que el mismo Pernier lo había falsificado, por una razón que aún no se había revelado. Y cuando ya casi todo el mundo creía que el disco era falso, apareció esto:
El disco de Vladikavkaz |
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