Empiezo hoy con dos reflexiones propias:
1. El que persigue el saber, nunca llega una meta, al menos no a LA META ABSOLUTA. Busca una respuesta, la encuentra, o no. Pero, incluso en el mejor de los casos. de inmediato, esa respuesta suscita nuevas preguntas. Y así sucesivamente...
2. La segunda es que el trabajo duro no garantiza el éxito. Hace solo tres días publiqué una entrada (Dos arqueólogos y dos discos) que era protagonizada `por dos personas (Evans y Pernier) que trabajaron muy duro día tras día durante años para que hoy podamos pasear, si somos afortunados, por los palacios de Cnossos y Festos. pero muchas veces hallazgos tanto o más interesantes se producen por pura casualidad, por azar (esta misma semana la prensa local informaba del hallazgo de un gran sillar, seguramente procedente de un monumento funerario en un yacimiento de Arcos, por un hombre que estaba arando, ¡un clásico de la arqueología!).
En la historia de la arqueología se repiten montones de casos debidos a la casualidad, a un error, a un accidente, o a un animal como cuando Howard Carter descubrió una tumba porque su caballo Sultán metió una pata en un agujero delante del santuario de Deir el Bahari y así descubrió una tumba sin localizar. Aunque no fuera tan valiosa como la de Tut.-ankh-Amón, no le vino nada mal.
Hoy os voy a contar una historia de una de esas casualidades
El 16 de agosto de 1972 Stefano Mariottini, joven químico romano, aficionado a la pesca submarina se encontraba buceando a unos 8 metros de profundidad y a una distancia de la costa de unos 300 metros, persiguiendo un mero, cuando descubrió lo que parecía un brazo emergiendo del fondo marino de arena gruesa y grava. Asustado y pensando que había encontrado un cadáver, avisó a sus compañeros. Cuando fue apartando el material que rodeaba ese brazo, descubrió que el brazo estaba unido a un hombro, y éste al cuerpo completo de lo que era una estatua completa, Y junto a esta, otra estatua más. Avisadas las autoridades, las dos figuras fueron finalmente recuperadas por el cuerpo de carabineros submarinistas de Mesina. Se hizo un primer intento de hacerlas emerger que no funcionó. posteriormente, el 20 de agosto, improvisando un artilugio con un balón que rellenaron con el oxígeno de sus propias botellas, lo lograron. Las estatuas fueron bautizadas como bronce A y bronce B, según el orden en el que aparecieron
Con fecha 17 de Agosto, Mariotinni hizo una declaración ante la Superintendencia de Antiguedades de Calabria en Reggio, en la que constaba lo siguiente:...que había encontrado el día 16 durante un buceo de pesca en la localidad de Riace, a una distancia de unos 300 metros de la costa y en una profundidad de 10 metros, un grupo de estatuas, probablemente de bronce. Los emergentes representaban dos desnudos masculinos, uno estirado sobre su espalda, con la cara cubierta con una barba rizada, los brazos abiertos y una pierna avanzada respecto a la otra. La otra estatua estaba estirada con una pierna doblada y tenía un escudo en el brazo izquierdo (nunca expuesto al público). Las estatuas son de color marrón oscuro a excepción de alguna parte clara, perfectamente conservados, con un modelado pulido, sin incrustaciones de suciedad evidentes. La medida es de aproximadamente 1,80 cm.
Al año siguiente un equipo al mando del investigador Nino Lamboglia trató de encontrar el pecio del barco que habría transportado las esculturas, pero tras varios intentos sólo se hallaron 28 argollas metálicas, probablemente pertenecientes al velamen de una nave, así como un fragmento de lo que podría ser la empuñadura del bronce A. Una hipótesis apunta a que los tripulantes de la supuesta nave pudieron haber arrojado por la borda tanto las dos esculturas como restos del aparejo, con ocasión de alguna tormenta, naufragando posteriormente el barco en otro lugar, o alcanzando por fin la costa. Otros estudios realizados por Paolo Moreno, profesor de Arqueología e Historia del Arte griego y romano de la Universidad de Roma han aportado otros datos. La aparición de algún resto de madera de lo que pudiera ser una nave romana de época imperial, y el hecho de que las dos figuras fueran encontradas a poca distancia una de otra (hecho este que difícilmente habría ocurrido en el caso de que hubieran sido arrojadas voluntariamente) hacen que la hipótesis del lanzamiento por la borda se ponga en duda.
Durante las primeras intervenciones realizadas por los técnicos del Museo nacional de la Magna Grecia de Regio de Calabria se hizo evidente la excelente factura de las dos figuras, y se confirmaron las sospechas que apuntaban a que se trataba de dos ejemplares del siglo V a. C.
Fueron registradas con los números 12801 y 12802 y se comenzó una paciente labor de desprendimiento de los restos de conchas y concreciones calcáreas que se habían adherido a la superficie de bronce a lo largo de los muchos siglos pasados en el lecho marino. Al mes de su descubrimiento, y con la publicación de las primeras diapositivas, la comunidad científica fue consciente de la importancia del hallazgo. En seguida se dieron cuenta de que con los limitados medios con los que se contaba era imposible realizar una restauración completa, decidiéndose por su traslado a Florencia. En enero de 1975 las dos estatuas estaban a cargo de Francesco Nicosia, superintendente de los bienes arqueológicos de la Toscana. Tras cinco años de restauración en los que se utilizaron diversas técnicas, además de la limpieza total de superficies con instrumentos diseñados específicamente para las estatuas, se sometieron a análisis con ultrasonidos, tratamientos de benzotriazol en áreas localizadas, rayos gamma y rayos X, necesarios para conocer su estructura interna, estado de conservación y el grueso del metal (detectándose un problema de oxidación interno), las estatuas se expusieron en el Museo Arqueológico de Florencia primero, y después en el Palacio del Quirinal, residencia oficial del presidente de la República Italiana en Roma, siendo trasladadas posteriormente a su ubicación definitiva: Regio de Calabria.
A principio de los años noventa se observó la aparición de numerosos fenómenos de degradación que aconsejaron el traslado de las figuras nuevamente a Florencia para ser vaciadas completamente de los restos que en su interior se encontraban fruto del proceso de fundición, la llamada a la cera perdida. Tras un tratamiento anticorrosión las estatuas fueron nuevamente trasladadas a su residencia habitual, donde están expuestas en la gran sala, sometidas a una temperatura constante de 21-23 grados y a una humedad constante del 40-50 %.
Una vez que los expertos estudiaron las estatuas se suscitaron varias preguntas importantes:
- ¿Eran parte de un solo grupo, o su relación se produjo durante el transporte sobre el mar y estaban destinadas a ser dos “entregas” independientes?
- ¿A quiénes representan? ¿Eran atletas, héroes, como Agamenón y Ajax, Mirone y Alcamene, Aquiles y Patroclo, Tydeus y Amphiaraus, o deidades?
- ¿Dónde fueron realizadas?
- ¿Quién fue su autor?
¿Qué se sabía seguro?:
- Los expertos coinciden en que están realizadas con la técnica de la cera perdida, un método difícil en el que no cabe el error, ya que una vez que se vierte el bronce el modelo previo en barro se destruye. Esta técnica consistía en hacer una primera figura de barro con la forma y los detalles definitivos del objeto a realizar. Posteriormente se recubría con una fina capa de cera (de un espesor que varía de los 7 a los 8 milímetros en el caso de las estatuas de Riace) que, a su vez era cubierta por otra capa de barro, u otro material refractario en el que se practicaban varios orificios. El metal fundido, bronce generalmente, era vertido por uno o varios agujeros (bebederos) situados en la parte superior, y la aleación iba desplazando a la cera que salía, derretida, por uno o más orificios inferiores. Una vez enfriado todo el conjunto, se rompía la capa de barro exterior, quedando el bronce final. Con un elemento puntiagudo se rompía también el núcleo original para dar paso a la pieza terminada. Sin embargo dado el tamaño de muchas de las figuras era normal que cantidades importantes de barro quedaran presas en el interior del bronce, como ocurrió en el caso de los dos guerreros de Riace, lo que ha permitido a los investigadores su análisis para poder determinar con mayor o menor exactitud su procedencia. Una vez conseguida la pieza en bronce se la repasaba concienzudamente, para ajustarse, con la máxima fidelidad, a lo que el artista había plasmado en la primera escultura en barro. En esta labor se cortaban los bebederos y se repasaban los desperfectos que pudieran haber surgido durante la fundición. Asimismo se soldaban los agujeros dejados por los bebederos, y se unían las piezas que configuraban la obra total con un hilo de la misma aleación utilizada. Después de esto, la obra se alisaba mediante una especie de lijado de la superficie, pulimentaba y abrillantaba por un frotado finísimo, hasta que el poro del bronce quedaba completamente unificado. Más tarde se procedía a dar las pátinas, con objeto de colorear el metal.
- También están de acuerdo en la fecha, siglo V a, C.
- Por los elementos conservados adosados a las estatuas parece unánime que se trata de dos guerreros que llevaban casco corintio y armamento hoplita (escudo y lanza).
Como dije antes, cada certeza da lugar, a su vez, a varias dudas.
Precisamente, la segunda ida de los bronces al taller de restauración fue motivada por ciertas corrosiones. Entonces se extrajo gran cantidad de arcilla (material en el que se realiza el modelo original) de la que queda en el interior de la figura de bronce en el procedimiento de la cera perdida. Analizada esta arcilla, se comprobó que la de una figura venía de Argos mientras que la de la otra procedía de Atenas.
Más controversias:
Se atribuyen a dos artistas diferentes, aunque existe controversia acerca de si serían obra de artistas de un mismo taller o si, en cambio, fueron realizadas en épocas distintas. Ambas están modeladas con una notable elasticidad muscular, haciéndose patente cada uno de los tendones, venas, y otras particularidades propias de la anatomía humana. Con base en determinaciones estilísticas, los que opinan que son obras de distintas épocas han señalado que el bronce A (el joven), de 1,98 metros de altura, pudo ser realizado hacia el año 460 a. C., en el llamado periodo severo mientras el bronce B (el viejo), de dos metros de altura, habría sido realizado en el 430 a. C. en el periodo clásico. En cuanto a nombre concretos, se han mencionado Fidias y Pitágoras de Regio (precisamente), broncista considerado un artista excepcional, por detalles como la forma de señalar a la perfección tendones y venas o cabellos.
¿A quién representan? Hay muchísimas teorías: Eutimo, Áyax el menor y Estratego, Héroes epónimos atenienses, guerreros de un poema épico, atletas hoplitas sin identificar, Tideo y Anfiarao. (Ver cuadro resumen en Wikipedia, en la parte inferior de la página). Después de la restauración de 1.995 se consolidó la teoría de que, descartada la hipótesis de que se podía tratar de atletas y personajes históricos, se consolidó la que se trataba de dos figuras mitológicas del ciclo Los siete contra Tebas. Así pues, personajes del ciclo de Tebas y por consiguiente de la mitología de Argos.
La última teoría de la que he tenido noticia es que se puede tratar de Eteocles y Polinices, hijos de Edipo, que se enfrentaron en guerra civil por el trono de Tebas. Eso encajaría con la procedencia de Argos, donde al parecer existía en su ágora un monumento con un grupo escultórico sobre ese tema, y con el hecho de que Argos apoyó a uno de los hermanos en la guerra. En cuanto a su paso por Roma, cosa que también se ha mencionado, no hay que olvidar que Roma tomó y saqueó Argos, que el grupo pudo ser llevado a Roma, exhibido allí durante años, y pudiera ser que en el momento del naufragio fuera llevado de vuelta a a algún lugar del Mediterráneo oriental.
Sea como sea, aun con tantos interrogantes abiertos el hallazgo es más que importante porque, aparte de los bronces de Riace solo conservamos dos bronces originales griegos: El auriga de Delfos y el Poseidon de cabo Sounion.
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