Cristo Pantocrator de la catedral de Cefalú (Sicilia) |
Se aplica a las pendencias en donde todos gritan y ninguno se entiende. Y a las tremolinas y reyertas muy grandes y ruidosas.
Esta expresión proviene de las controversias que se armaron en el Concilio de Nicea al discutirse la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo.
Otra versión es se refiere a la perturbación ocurrida en el Calvario cuando los judíos deicidas se convencieron de que el Crucificado era verdaderamente el Hijo de Dios por el temblor de tierra y los fenómenos que acompañaron a su muerte.
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