viernes, 30 de abril de 2021

50. ¡Esto es Jauja!

 


Este dicho se popularizó para referirse a cuando estamos ante una situación placentera en la que todo son facilidades y tenemos una prosperidad obtenida sin esfuerzo.

La expresión proviene de la ciudad de Jauja, situada en la zona central del Perú, que fue fundada por el conquistador español Francisco Pizarro y en donde se estableció la primera capital del Virreinato del Perú en el año 1534, hasta que tras la fundación de Lima en el año 1535 se trasladaría a ésta por ubicarse en un territorio estratégico de la costa del Pacífico.

Debido al entorno favorable en donde se localiza la ciudad de Jauja, con bellos paisajes, clima suave y tierras fértiles, el lugar servía como almacén de una gran cantidad de riquezas y manjares acumulados por los incas, por lo que los conquistadores vivieron cómodamente durante meses. Además, el aire saludable de la región era muy beneficioso para tratar diversas enfermedades, como la tuberculosis, algo que ayudó a acrecentar la leyenda. En España se idealizó de tal manera que se decía que las calles estaban empedradas por piñones, de los árboles colgaban buñuelos y por los ríos fluía leche y miel.

El enclave cobró pronto fama de pródigo e idílico, pero el espaldarazo definitivo se lo vino a dar el dramaturgo Lope de Rueda, quien dio a la luz un texto dramático, La tierra de Jauja, describiendo una quimera donde a los hombres se les pagaba por dormir y apaleaban a los que se empecinaban en trabajar, los troncos de los árboles eran de tocino y sus hojas de pan blanco, las calles adoquinadas con yemas de huevos y lonchas de tocino fritas, y a sus lados, gallinas y perdices asadas, toneles de vino, cazuelas de queso y arroz con leche, todo de libre disposición para el viandante.

La leyenda pasó a la poesía inglesa y francesa con el nombre de The land of Cockaygne , y tres décadas después del estreno de la pieza, en 1567, Pieter Brueghel pintaba un lienzo con el título de Luilekkerland que (en holandés significa la tierra de la glotonería) en el que Jauja ya se ha convertido en edén culinario.


Se representa a tres hombres vencidos por la bebida, obesos, posiblemente dormidos, cada uno de ellos vestido de manera diferente, para representar tres clases sociales: un caballero, un campesino y un hombre de letras, estudiante o clérigo, este último tumbado sobre un abrigo de pieles y con un libro a un lado. De esta manera se transmite la idea de que las debilidades y los vicios no entienden de clases.


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