martes, 27 de julio de 2021

64. Al borde de un hilo (1)

 


Esta entrada me ha quedado muy larga y por eso la he dividido en dos partes, que hace mucho calor y no quiero agotaros. Si hay que cansarse, más vale que sea de sostener la jarra de cerveza. Mañana publico la segunda parte.

“Estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial”. Es una frase que hemos oído muchas veces y en ocasiones ha podido ser verdad. A veces por motivos reales, a veces por un malentendido estúpido, a veces por fallos en procedimientos. Nos libró de ello una casualidad, o que alguien tomó una decisión sensata en un momento crítico.

Una de esas ocasiones tuvo lugar en 1.983 con ocasión de una simulación de la OTAN (Able Archer 83), que intentaba recrear un estado de emergencia en el que se activarían los mecanismos de defensa. Implicaba realizar un despliegue defensivo tan realista que los rusos lo entendieron como una situación de amenaza, disparando todos los sistemas de alerta nuclear.

En años anteriores (veremos algunos casos en la entrada siguiente, por no alargar ésta excesivamente) se habían producido otras alarmas y más recientemente un par de incidentes con aviones que dieron como resultado un nerviosismo generalizado.

En 1.978, un vuelo de Korean Air salió de París con rumbo a Corea del Sur. Una involuntaria violación del espacio aéreo soviético por errores humanos llevaría al avión a ser identificado como un avión militar estadounidense. Después de fracasados intentos de comunicación, dos cazas soviéticos terminaron disparando un misil que obliga al avión dañado a seguir en vuelo hasta aterrizar en un lago congelado cerca de la frontera con Finlandia. El resultado del incidente sería relativamente afortunado: 107 sobrevivientes de un total de 109 personas a bordo, rescatados y liberados unos días después.

El 1 de septiembre de 1.983 un avión de pasajeros (un Boeing 747-200) de Korean Air sobrevoló un área de territorio soviético restringido, en la ruta para unir Nueva York y Seúl, con escala en Alaska. Fue interceptado y abatido en las cercanías de la isla de Sajalín. En el incidente murieron 269 personas. En un primer comunicado, las autoridades soviéticas se limitaron a señalar que un avión no identificado había sido derribado por sobrevolar territorio ruso.

La búsqueda de los restos del avión movilizó a norteamericanos, japoneses y soviéticos (treinta y dos barcos soviéticos, varias decenas de barcos estadounidenses y remolcadores japoneses contratados por los norteamericanos). La búsqueda del KAL 007 fue la más ambiciosa realizada hasta el momento. Lo que interesaba sobre todo no era recuperar cadáveres, sino las cajas negras, pues lo que demostraran aquellas daría la razón a unos o a otros.

Cinco días después, tras la reacción mundial, los soviéticos admitieron que se trataba de un avión de pasajeros, pero que los pilotos no tuvieron forma de saberlo. La búsqueda se abandonó después de varias semanas de infructuoso barrido de un área de 225 millas cuadradas en aguas internacionales.

Años después se sabría que el montaje de búsqueda de los soviéticos en aguas internacionales en el Mar de Japón era una operación de distracción, puesto que los restos del avión ya habían sido localizados, con sus cajas negras. Éstas se entregaron diez años después, tras la caída de la Unión Soviética.

El avión había sido derribado efectivamente, por invadir el espacio aéreo soviético, y sin embargo, las autoridades decidieron mantener la noticia del hallazgo como un secreto, evitando la difusión. En las transcripciones recuperadas, se desvela que la tripulación no estaba al tanto de que estaba fuera de curso y violando el espacio aéreo soviético. La razón por la que se ocultó el hallazgo del avión habría que buscarla en la versión del piloto soviético que efectuó los disparos de los misiles. Según su testimonio, se habían violado los estándares internacionales de intercepción, sin realizar las correspondientes advertencias.

Y aún más, habría una razón por la cual no se siguió el protocolo de intercepción: tan sólo un día antes, un avión espía norteamericano (RC-135 USAF) habría hecho una incursión en la zona en la misma ruta, siendo detectado por radares soviéticos, pero sin llegar a ser interceptado por los caza que resguardaban el espacio aéreo. En tal versión de los hechos, en la que coinciden funcionarios y analistas privados, el KAL 007 sería la desafortunada víctima de una serie de sucesos encadenados con todos los ingredientes de la Guerra Fría, y un trágico malentendido. Según se intuye, es probable que el mismo día del incidente del avión surcoreano, el RC-135 USAF haya sobrevolado la zona, incluso acercándose al KAL, para confundirse en su señal de radar y no ser interceptado como un avión espía. El KAL tuvo su peor error, en el lugar incorrecto, y en el momento menos indicado, para terminar siendo confundido con un avión espía.

Del incidente nacería la utilización del sistema GPS para usos civiles, aprobado por Ronald Reagan. De éste modo se evitarían los errores de navegación, en tiempos en que un desvío de pocos kilómetros se pagaba demasiado caro.

Por todo lo anterior, cuando sólo dos meses después del incidente del KAL 007 se produjo el simulacro de la OTAN, fue suficiente una mínima sospecha para desencadenar la paranoia.

En momentos en que los servicios de inteligencia soviéticos estaban a la espera de los primeros signos de un ataque nuclear, la OTAN comenzaba a simular uno. Para ello, se llegó a utilizar un nuevo sistema de cifrado en las comunicaciones, que fue detectado por los soviéticos. No sabían qué decían los mensajes, pero comprobaron que tenía lugar un aumento exagerado de comunicaciones entre Gran Bretaña y Estados Unidos.Todas las señales inducían a pensar en un ataque nuclear inminente, alimentados por una serie de procedimientos militares inéditos por parte de la OTAN. Ante la amenaza, los responsables militares de la Unión Soviética creyeron que la única oportunidad de sobrevivir a un ataque de la OTAN era adelantarse, disparando los mecanismos defensivos de alerta.

El ejercicio, realizado a lo largo de diez días, fue subiendo el nivel de alerta soviético a un punto dramático, hasta su finalización el 11 de noviembre, que termina de forma abrupta con la amenaza de una guerra nuclear y dispone el fin del alerta.

El 8 de noviembre, por su parte, es calificado como uno de los momentos más peligrosos de la historia, cuando altos cargos de la Unión Soviética se convencieron de que estaban a punto de entrar en un ataque nuclear por parte de Occidente. Todo el arsenal nuclear fue puesto por entonces en alerta máxima, a punto para lanzar un ataque completo a modo de represalia en Europa Occidental y Estados Unidos.


Aunque aún hoy la información sobre el ejercicio y las reacciones soviéticas permanecen como parte de la información clasificada por parte de Estados Unidos, diversos historiadores registraron declaraciones de funcionarios norteamericanos mostrándose sorprendidos por el nivel de reacción soviética ante el ejercicio. Por el otro bando, una única fuente soviética (el agente Oleg Gordiesky) fue la responsable de hacer público detalles sobre el incidente Able Archer 83 y las reacciones.


(continuará)


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