lunes, 9 de agosto de 2021

69. El asunto del collar de la reina

 
Hillary Swank en el papel de Jeanne en la película "El misterio del collar"

Todos los que me conocen saben que si hay algo que me pone los nervios de punta es que películas de cine y series de televisión usen temas históricos, pervirtiéndolos, desvirtuándolos,  volviéndolos del revés, alterándolos, mofándose de la verdad de los acontecimientos,  inventando personajes inexistentes u ocultando otros a conveniencia, según hacia donde quieran empujar los sentimientos y creencias de la masa. Guionistas y productores saben muy bien que casi nadie, después de visionar estos bodrios va a molestarse en leerse un libro serio o ni siquiera consultar la Wikipedia, porque salen del cine o se levantan del sofá totalmente convencidos de "saber ya TODO lo que hay que saber sobre el tema". He escrito sobre series como "Los Tudor" o "El ala oeste de la Casa Blanca" `poniendo los puntos sobre las íes, señalando todos los errores, tanto por acción como por omisión en la primera de ellas y todas las absurdeces del guión en la segunda.  Y tengo pendiente escribir unas palabritas sobre "Ágora", pero estoy esperando a tener los dientes lo suficientemente afilados como para hacer toda la sangre que el tema merece. Desgraciadamente no voy a poder escribir con libertad porque creo que lo que le diría de Amenábar como guionista es ya hasta delito.  Mientras espero, me dedico a otras cosas.

El caso es que en los últimos días estoy disfrutando como un cochino en un charco  con  un libro que es la biografía de María Antonieta escrita por Stefan Zwueig. Son casi 800 páginas, pero cada una se disfruta tanto que cuando llegue al final me voy a reenganchar a la biografía de María Estuardo del mismo autor. Os animo a leerlas, se pueden descargar en internet LEGALMENTE en pdf porque los derechos de autor ya no existen. Son obras de dominio público. No sólo es que Zweig escribe como los ángeles, sino que además escribe como Dios manda, consultando las fuentes. Como se conserva la abundantísima correspondencia entre María Antonieta y su madre, la emperatriz María Teresa, que estaban en contacto permanente. El inconveniente es que introduce con frecuencia frases o expresiones en francés, tomadas de esa correspondencia donde me pierdo. Realmente estoy descubriendo a una María Antonieta que no conocía y ahora comprendo mejor muchas cosas y la compadezco sinceramente. Ahora estoy en mitad de un capítulo llamado  El asunto del collar y es un asunto tan increíble que pide a gritos una novela o una película (que las tiene, ya veremos más adelante). Y no he podido resistirme, es superior a mis fuerzas, tengo que incorporarlo este blog sobre curiosidades históricas . Voy a intentar contarlo con mis palabras, aunque sé que esto me va a costar un dolor de espalda, pero, ya digo, no me puedo resistir. No es una biografñia al uso,  sino una biografía psicológica. El autor hace un estudio psicológico de los personajes, de forma que comprendemos perfectamente xómo y por qué sus historias fueron cono fueron.

Empezaré presentando a los personajes de este sainete:

En primer lugar, el asunto es una estafa. Hay, por tanto, estafadores y estafados. Los estafadores son, básicamente, una banda formada por tres personas:


- Jeanne Valois, la cabecilla y probablemente la que planifica el engaño. Es muy inteligente y excelente manipuladora y maneja como a marionetas a sus dos cómplices y al principal estafado.  Jeanne es la hija de un descendiente ilegítimo de los Valois y de una criada. Su padre, Jacques de Saint-Remy,  no tiene otro medio de subsistencia que la caza furtiva. A la muerte de su padre, Jeanne y sus hermanos se quedan en la calle. Su madre se dedica entonces a la prostitución y obliga a la niña a mendigar. Esta golfilla callejera, a los siete años, mientras pedía limosna por un camino cercano a París, se cruza con el coche de la marquesa de Boulainvilliers, a la que grita que  aunque pide limosna, es una persona de sangre real. La marquesa, intrigada, detiene el coche, escucha la historia que le cuenta y decide tomarla bajo su protección. Por aquel entonces existían instituciones para educar a los vástagos de ilustre abolengo en precaria situación, aunque fueran bastardos, y la crédula y bienintencionada marquesa llevó a Jeanne a  un pensionado para hijas de nobles pobres. Pero Jeanne tenía GRANDES ambiciones y se escapó de alli a los 22 años. Vaga por Francia unos años (probablemente sin aprender nada bueno) y reaparece en Bar-sur-Aube, donde estaba acantonado un destacamento del ejército francés. La precoz adolescente se casa con un individuo mediocre llamado Nicolás de la Motte (que aparentemente no tiene muchas exigencias en cuanto a esposa). La desilusión de Jeanne es grande cuando se hace evidente que el marido es un pobretón. Está claro que así no va a conseguir la vida que ella ambiciona y decide recurrir a a persona de más alto rango que conoce,  la marquesa de Boulainvilliers. La marquesa, que en ese momento se encuentra en el castillo del cardenal de Rohan, la recibe allí y la presenta al cardenal, de quien hablaremos más extensamente al llegar al grupo de los estafados. Jeanne y su marido viven fastuosamente (a crédito), los acreedores y prestamistas acucian y hay que pensar a lo grande. Jeanne y su marido pasan a presentarse como condes Valois de la Motte (título inexistente) para tener acceso a los círculos de la nobleza. Jeanne embauca  al cardenal de Rohan, consigue que este pague todas sus deudas, compre un puesto de capitán de la guardia real para su marido y los presente en círculos de la nobleza.

- Nicolás de la Motte es un simple sinvergüenza que se deja arrastrar por su mujer y se aprovecha de los dineros estafados por ésta para darse la vida padre.

Marc Rétaux de Villette, un gigoló de baja nobleza que se convierte en amante y cómplice de Jeanne. Ante la gente se presentaba como secretario del "conde", pero se implicó tanto que llegó a falsificar la firma de María Antonieta en un documento y escribió varias cartas dirigidas al cardenal de Rohan fingiendo ser ella.

El trío de estafadores principales  se completa y utiliza a con varios secundarios menos importantes: 

- Alessandro Cagliostro, un truhán que se hizo notable  recorriendo las cortes europeas como "curandero magnético", alquimista, ocultista, cabalista y mago, todo en uno. Fundó el Rito Egipcio de la Francmasonería en La Haya, donde se iniciaba a hombres y mujeres en la misma logia. En el momento de la estafa estaba al servicio de Rohan, pero, sobornado por Jeanne Valois, lo convenció de que si colaboraba con esta, llegaría a alcanzar sus sueños, según había visto con sus "dotes adivinatorias".

- Una prostituta de nombre Nicole Leguay que se hace pasar por María Antonieta, en una cita secreta con Rohan, en la oscuridad de la noche, en el Jardín de Venus del Trianon.

Y vamos ahora con los estafados:


Louis René Éduard de Rohan, príncipe de Rohan, obispo francés de Estrasburgo, político, cardenal de la iglesia católica y cadete de la familia Rohan (que remonta sus orígenes a los reyes de Bretaña).  Riquísimo, landgrave de la Alsacia,  Gran Limosnero de Francia, (máxima autoridad religiosa de la corte de Versalles, por lo que controlaba todos los donativos y obras de caridad del Rey de Francia), abad de la riquísima abadía de Saint-Vaast, y provisor (financiador) de la Sorbona. Sin embargo, todo eso no le satisfacía suficientemente. Estaba obsesionado por ser otro Richelieu, otro Mazarino. La posibilidad de ser primer Ministro de Francia le nubló el juicio y posibilitó que fuera engañado por una pandilla de pícaros de poca monta. Fue el gran pagano. Le costó más de un 1.000.000 libras y no obtuvo ningún beneficio. muy al contrario, fue arrestado, encarcelado en la Bastilla y acusado de haber usado el nombre de la reina fraudulentamente.


- Charles Boehmer y Marc Bassenge, los joyeros de la corte. Habían recibido de Luis XV el encargo de un extraordinario collar de diamantes para Madame du Barry, apasionada de los diamantes. Pero la muerte de Luis XV frustró el encargo. Los joyeros, que habían invertido todo su capital en el collar y pensaban cobrar por él dos millones de libras, recuperando su inversión, se vieron abocados a la ruina. Se lo ofrecieron a Carlos III  de España que no quiso comprarlo. Desesperados, lo pasean por Versalles, dispuestos incluso a bajar el precio a 1.600.000 libras. Hasta María Antonieta lo admira, aunque sabe que está completamente fuera de su alcance.



Y, presentados los personajes, vamos ya al desarrollo de la estafa.

Jeanne, que ya ha comprobado lo fácil que resulta sacarle dinero a Rohan, se dice que por qué conformarse con miserias y planea un gran golpe. Rohan está obsesionado con ser Primer Ministro y cree (o le hacen creer) que sólo le falta el beneplácito de María  Antonieta. Rohan sabe que la madre de la reina lo aborrece y la reina está influida por esa animadversión. por un asunto del pasado. Richelieu envió a Rohan en 1.771 a Viena  en una misión diplomática a Viena al objeto de tomar parte en las negociaciones de las particiones de Polonia. Rohan llegó a Viena en enero de 1772, destacando pronto por su conducta disoluta y sus lujosas fiestas de caridad. Esta actitud lo enemistó con la emperatriz María Teresa I de Austria (austera, prudente y profundamente religiosa), quien no soportaba tales comportamientos en un miembro del clero; esta hostilidad no sólo logró desbaratar su misión, sino que además influyó negativamente la percepción que de él tenía la hija de la emperatriz, María Antonieta. Rohan se autoconvence de que si lima asperezas con la reina será Primer Ministro. Jeanne fomenta esta creencia y le hace creer que es posible porque ella es muy amiga de la reina (María Antonieta ni la conoce, ni la ha visto jamás ni ha oído hablar de ella) y para apuntalar esto le trae una cartita, supuestamente escrita por María Antonieta pero en realidad, escrita por Rétaux, amante de Jeanne y supuesto secretario de su marido. Aunque la carta tiene un error garrafal (Rétaux firma Marie Anttoinette, pero la reina tiene la costumbre de firmar con un solo nombre)  Rohan, ciego de ambición, no se da ni cuenta. Jeanne le va diciendo como poco a poco está hablando en su favor y que la reina se está ablandando y, como prueba le dice a Rohan que la próxima vez que coincidan en Versalles la reina le hará un gesto dirigido sólo a él, y Rohan cree ver cumplida la promesa de la reina cada vez que la reina mueve la cabeza o una mano. Para que Rohan caiga completamente en la farsa Jeanne busca a una joven prostituta llamada Nicole Leguay, encarga para ella un vestido exactamente igual al que María Antonieta luce en un conocido retrato, que ha llegado a nuestros días y entrega a Rohan otra carta falsificada en la que "María Antonieta" le cita en un oscuro rincón del Jardín de Venus, del Trianon. Ambos acuden;  la falsa reina  a la que, entre la peluca, la oscuridad y el sombrero apenas se le ve la cara. La chica está muy nerviosa, no sabe a qué juego se está prestando, no conoce al caballero que, nervioso también, le hace reverencias y sólo acierta a balbucear una frase que le han hecho aprender de memoria. De la Motte, que vigila escondido y se da cuente de que Nicole va a meter la pata, grita avisando que se acerca gente. Rohan sale corriendo y desaparece muy satisfecho, decidido a hacer cualquier cosa que le diga Jeanne La "condesa" , dando el definitivo golpe le dice que hay algo que puede hacer para asegurar su victoria y le explica: la reina está encaprichada de un collar de diamantes, pero no tiene en ese momento el dinero necesario para pagarlo y estaría muy agradecida  si Rohan lo comprara en su nombre, en secreto, pues no quiere hacerlo  público por cuestiones de imagen.  El cardenal, que ya se ve Primer Ministro, compra el collar el 29 de enero de 1785,   por un millón seiscientas mil libras pagaderas a dos años en cuatro plazos semestrales, y se lo entrega a la de la Motte el 1 de febrero de 1785 quien, a su vez, se lo da en presencia del cardenal, y en medio de un gran secreto, a un supuesto lacayo de la reina, en realidad su cómplice Rétaux de Villette disfrazado. Por haber favorecido esta negociación el joyero le regalará a la estafadora varias joyas. Lo estafadores se ven con una fortuna fabulosa en las manos, desmontan el collar y comienzan a vender los diamantes sueltos. Empiezan pidiendo un alto precio por ellos, pero no hay joyero en París que pague tanto y comienzan a venderlos a bajo precio. Y entonces comienzan a torcerse las cosas. Un joyero va a la policía y les cuenta que "alguien" está vendiendo diamantes a un precio irrisorio. esto hunde el mercado de diamantes en París. y el denunciante y sus colegas se están viendo perjudicados. Además, deja caer que teme que esos diamantes sean producto de un robo, porque no es normal que salgan al mercado tantos diamantes de golpe.  La policía de París detiene a Rétaux y lo interroga sobre la procedencia de los diamantes; al enterarse que son de la supuestamente poderosa condesa de Valois de la Motte, lo dejan en libertad. Esta, no obstante, se da cuenta de lo arriesgado de la operación. pone unos puñados de diamantes en los bolsillos de su marido y lo envía a Londres, para que los venda allí, donde nadie haga preguntas.

Con los ingresos de la venta de los diamantes, los Valois se retiran a Bar-sur-Aube, donde habían adquirido previamente una residencia, y comienzan a vivir por todo lo alto, sin que su fastuoso estilo de vida levante sospechas sobre el misterioso origen de su fortuna. Solamente el cargamento de alfombras, vajillas, plata que la condesa compra para la casa  y otras nimiedades (como un vestuario fastuoso para ella y para su marido)  ocupa 24 carretas.  Dan banquetes espléndidos y reparten dinero a manos llenas, lo que refuerza en todo el mundo la certeza de que son inmensamente ricos.

 Mientras tanto, ni tan siquiera en el propio cardenal de Rohan, que no puede ser más tonto, se hace preguntas sobre esa repentina fortuna. Sólo se pregunta por qué la reina no luce nunca el collar que le ha comprado. La condesa justifica esto con que la reina no desea que su esposo Luis XVI sepa que lo tiene hasta que esté completamente pagado, por si acaso el rey, conocido por su prudencia económica, deseara devolver el carísimo collar. El cardenal se da por satisfecho, mientras que, en medio de una vida de exorbitante lujo, la condesa se convence a sí misma de que, en caso de que el cardenal de Rohan se dé cuenta de la estafa,  preferirá pagar y  mantenerse en silencio para evitar la pública humillación de reconocer que los Valois de la Motte le han estafado, en total, cerca de dos millones de libras. Conforme se acerca el 1 de agosto de 1785, día de vencimiento del primer pago de 400.000 libras que había de hacer la reina al cardenal, y éste a su vez a los joyeros, la condesa comienza a darse cuenta de que toda su estafa es tremendamente endeble, y aunque cuenta con que el cardenal, una vez descubra que la reina no le va a pagar el collar, y con ello la estafa, no aireará el asunto, decide por si acaso ganar tiempo pidiendo a los joyeros, en nombre de la reina, una rebaja del precio del collar de 200.000 libras, con la que espera desviar la atención. Los joyeros, que apenas pueden sostener su penosa situación, deciden al fin acceder a la rebaja. Pero, en vez de comunicárselo a la condesa, Charles Boehmer aprovecha que el 12 de julio ha de reunirse con la reina para entregarle unas joyas para, igualmente, entregarle una carta en la que le comunican, en un lenguaje un bastante  opaco por lo alambicado y muy elogioso, que "aceptan humildemente su petición (de rebaja)". María Antonieta lee la carta, y no entiende nada. Por su carácter superficial, descuidado e imprudente destruye, como es habitual en ella, la carta, y se despreocupa inmediatamente del asunto creyendo que se trata de un oscuro agradecimiento escrito por parte de Boehmer. Boehmer, por su parte, cree cerrado al fin el negocio.

Conforme se acerca el día del primer pago, no obstante, la condesa se va dando cuenta de que el joyero va a exigir el pago. Desesperada, decide destaparles a los joyeros el fraude: les envía una carta en la que reconoce que la garantía de pago que el cardenal posee en nombre de la reina es falsa, pero que el cardenal, siendo rico, puede pagarles él mismo el collar. Sin embargo, los joyeros desconfían del cardenal, que siempre anda endeudado, y desesperados como están, se presentan ante la reina, creyendo que es ella la que tiene en sus manos  el collar. Boehmer se presenta en Versalles el 13 de agosto, María Antonieta lo recibe, y en menos de un minuto descubre el joyero que la reina ni tiene el collar, ni ha sabido nunca nada del asunto. Al interrogar a Boehmer, la reina  descubre que el collar fue comprado por el cardenal de Rohan en su nombre; María Antonieta, que, por influencia de su madre María Teresa, desprecia profundamente a de Rohan, se siente ultrajada por esa estratagema, en la que cree ver una venganza del propio cardenal, a quien considera su enemigo. No se muestra dispuesta a pasar por alto cómo de Rohan ha usado, supuestamente, su nombre en su propio provecho, mezclándola en una estafa. Así, la reina María Antonieta informa de manera casi inmediata a su marido Luis XVI, y el 14 de agosto le exige que actúe inmediatamente contra el cardenal de Rohan, a quien acusa de haber usurpado su buen nombre. Al día siguiente, el 15 de agosto, cuando el cardenal –que es capellán del rey- se prepara para celebrar con gran ceremonia la fiesta de la Asunción, el rey lo llama a su despacho privado y, en presencia de María Antonieta, se ve obligado a dar explicaciones acerca del expediente presentado contra él. Rohan se muestra confundido, pues todavía creía contar con el favor de la reina; poco a poco se va dando cuenta de la estafa de la que ha sido objeto, y confiesa al rey la novelesca implicación de la condesa de Valois de la Motte, de quien ni el rey ni la reina han oído nunca hablar. La ira de María Antonieta, que cree que el cardenal la insulta aún más con esa historia, crece hasta el punto de que urge a su marido a que detenga inmediatamente al cardenal; Luis XVI cede, y, ante toda la corte reunida para la Asunción, el cardenal de Rohan es arrestado públicamente y encarcelado en la Bastilla. Al detener al cardenal de Rohan de manera pública estalla un gran escándalo. La nobleza francesa, desde siempre enemistada con la reina, se siente atacada e insultada por tal maniobra. El cardenal de Rohan es miembro de una de las primeras familias de Francia, y el trato que ha recibido, siendo detenido de manera pública como un vulgar ladrón, indigna profundamente a la nobleza, que, considerando a Luis XVI como una persona débil y bonachona, no duda en acusar a María Antonieta de haber orquestado todo el asunto para humillar públicamente no sólo a de Rohan, sino a la nobleza francesa en su conjunto; inmediatamente, toda la vieja nobleza se posiciona a favor de Rohan, y comienza a instigar una campaña de desprestigio contra la reina. Al tiempo, conforme se van conociendo los detalles de la estafa, una ola de indignación sacude al pueblo de Francia, al conocer que mientras ellos malviven con unos pocos sous (centésima parte de la libra), hay nobles que gastan millones en estrafalarios collares de diamantes.

Poco después de la detención de Rohan, la propia condesa de Valois de la Motte, claramente implicada en el asunto, es detenida; su marido, por su parte, está en Londres con los últimos diamantes, y Rétaux de Villette ha huído a Suiza. Igualmente, son detenidos Nicole Leguay, la prostituta que se hizo pasar por la reina, y Cagliostro, sospechoso de estar de acuerdo con la condesa.

La instrucción del caso, pretendidamente discreta, se hace en realidad de manera pública, y levanta un gran interés tanto dentro como fuera de Francia. Por último, los soberanos le permiten escoger al cardenal entre la Justicia del Rey o la del Parlamento de París (una suerte de Tribunal Supremo de Francia, que había sido reinstaurado por Luis XVI tras su abolición en el reinado de Luis XV). El cardenal elige, hábilmente, esta última, forzando un proceso público dirigido por miembros de la propia nobleza, que componían el tribunal.

El 22 de mayo se abre el proceso en el Parlamento de París. Desde un primer momento, queda claro que el proceso va más allá del asunto material del collar, al enfrentarse, por un lado, la reina María Antonieta, que tan torpemente ha forzado el asunto, y por otro la nobleza francesa que tanto la odia. Cualquier sentencia condenatoria hacia el cardenal queda excluida, al estar claro que ha sido víctima de una estafa. Sin embargo, el Parlamento debe elegir entre una absolución con reprobación hacia la conducta del cardenal, que ha usado el nombre de la reina sin su consentimiento, lo cual afianzaría la posición de María Antonieta, o una absolución completa, lo cual hundiría a María Antonieta. Las presiones sobre el tribunal son inmensas, y tras una larga deliberación el Parlamento absuelve, por veintiséis votos frente a veintitrés, de manera completa al cardenal de Rohan, a Nicole Leguay (la prostituta) y a Cagliostro, humillando públicamente a la reina y a la monarquía francesa, cuyo prestigio interno se derrumba. Igualmente, condena in absentia a Rétaux de Villette al destierro, al conde de la Motte a galeras a perpetuidad, y la condesa fue marcada a fuego con la V de voleuse (ladrona) es condenada a prisión perpetua en la Salpêtrière de donde escapa a los seis meses. Furiosa, María Antonieta le pide al rey que el cardenal de Rohan presente la dimisión como capellán del rey y sea exiliado a la Maison de Dieu, una de las abadías usufructuarias del cardenal. El Rey acepta, y tras la sentencia destierra al cardenal, acto que el pueblo y la nobleza ve como un atropello a la decisión del Parlamento, lo cual socava aún más si cabe la imagen de la monarquía francesa. El destierro, no obstante, sólo durará tres años, ya que el 17 de marzo de 1788 el rey lo autorizará a regresar a su diócesis. Como se ha dicho, la condesa de Valois de la Motte huye a Inglaterra: alguien (se desconoce quién) le abre la puerta de su celda y la ayuda a salir de prisión. Conforme la indignación general por los detalles del proceso, que ponen de manifiesto el despilfarro de la corte, crece en Francia, la condesa, refugiada en Londres, se dedica a airear aún más el asunto. Publica unas memorias en las que muestra a María Antonieta como a una sádica lesbiana dada a todo tipo de infidelidades, orgías y derroches, y contribuye con ello a hundir la imagen pública de la reina. 

Tras estallar la Revolución francesa en 1789, la Convención, que ve en ella a una suerte de heroína trágica víctima de la maldad de María Antonieta, la invita a regresar a Francia en 1791 con todos los honores. Sin embargo, poco antes de regresar, la condesa se arroja, en 1791, por la ventana de su casa de Londres. No se puede afirmar que fuera un suicidio de una mujer enajenada, ni un asesinato cometido por agentes monárquicos o un simple accidente.  Con la misma frivolidad que se afirma cualquiera de las posibilidades anteriores, se ha incluido este asunto entre las causas de la Revolución Francesa, pero la realidad es mucho más compleja. La reina estaba ya muy desprestigiada desde tiempo atrás. La nobleza más antigua estaba resentida porque la reina los había sustituido por una camarilla de gente joven, divertida y bella en la corte de juguete que montó en torno a ella en el Trianon, donde pesaba más saber contar historias pícaras, que el abolengo o los servicios prestados al país.  Y el pueblo ya tenia acceso a los libelos difamatorios,  a las cancioncillas satíricas y a los chismes (mucho más exagerados que la realidad) que desde hacía años corrían por París.  El escándalo del collar no fue necesario para "abrirle los  ojos a nadie".

Es fácil comprender que esta trama tan novelesca haya inspirado obras literarias y cinematográficas. Entre las obras literarias se pueden citar el poema "El Gran Copto", de Goethe y la novela "El collar de la reina", de Dumas. En cuanto al cine, solo mencionaré la película "El misterio del collar", de 2.001, dirigida por Charles Shyer, (es la última que conozco). Si alguien sabe de más, le ruego me lo haga saber para incluirlas aquí. La pelìcula mencionada tiene por protagonistas a Hillary Swank (Jeanne Valois), Adrien Brody (Nicolás de la Motte) y Simon Baker (Marc Rétaux de Villette) y cuenta con secundarios de mucha categoría como Brian Cox y Jonathan Pryce. La película cuenta a su favor con haber sido rodada en Versalles, lo que le otorga una reconstrucción de época por encima de lo habitual y un vestuario muy destacable. por lo que fue nominada al Oscar, aunque no lo ganó (se lo arrebató Moulin Rouge). Pero también hay que decir en su contra con alteraciones como presentar como víctima  Jeanne Valois y  como antagonista a Rohan, además de introducir un personaje inventado que es un chambelán que hace de narrador y el que descubre la estafa. En una crítica de la película leo lo siguiente: 

Pese a sus virtudes, El misterio del collar no es un film que haya quedado en el recuerdo precisamente. En parte porque desaprovecha sus enormes posibilidades al decantarse por un tono algo romántico y superficial, a la vez que un estilo narrativo excesivamente dependiente de ese pasado de la protagonista dulcificando lo que en realidad debería ser el relato de un enorme fraude. En ese sentido, quizá hubiera sido más efectivo un enfoque pícaro y desenfadado, pues es precisamente en las escenas de ese cariz cuando mejor funciona. El resultado es la carencia de alma, de pulso.


Quizás yo debería aceptar  que quien sabe escribir guiones no tiene conocimientos históricos, y viceversa. Qu la única solución es que un guionista que aborda un tema histórico o de época, se preocupe de contratar un asesor histórico solvente ytrabajen codo con codo.


Una reciente serie de Netflix, Lupin,  que ha cautivado al mundo, ha vuelto a recordar a muchos este episodio. La serie comienza con una subasta celebrada en El Louvre de un extraordinario collar de diamantes, que es robado por el protagonista aprovechando la subasta. He visto en internet multitud de artículos que giran sobre "La serie Lupin se inspira en un suceso real" y en los cuales organizan un embrollo ante el que hay que decir:

1. Si alguna de las 20 novelas de Maurice LeBlanc protagonizadas por el personaje ficticio Arsene Lupin menciona que existe un collar que perteneció a María Antonieta que sea susceptible de ser subastado en el Louvre o en cualquier otro lugar estuvo alguna vez en manos de Rohan o la falsa condesa, Maurice LeBlanc  se equivoca. El collar de la estafa fue desmontado y los diamantes fueron vendidos, parte en Francia y parte en Inglaterra,  a fines del siglo XVIII. Punto.

2. Y si encima de meter en una serie del siglo XXI un collar que protagonizó aquel episodio se aprovecha para contar MAL aquella historia (incluyendo que Luis XVI compró el collar para la reina y que esta no lo quiso, argumentando "que Francia tenía necesidades más importantes"  o que Jeanne Valois era amante de Rohan). Apaga y vámonos.


Si alguien se pregunta como  pudo ocurrir todo, hay que decir que porque coincidía con lo que todo el mundo conocía (o creìa conocer) de María Antonieta: frivolidad, imprudencia, adicta a la diversión y al lujo. Por eso Rohan,  los joyeros, todos esos nobles que creyeron a  la Valois y la recibieron en sus salones, cayeron en la trampa. El carácter y el comportamiento previo y continuado de María Antonieta propició que la estafa pudiera existir. A ninguno de los implicados les pareció que el asunto era demasiado extraño para ser verdad o que aquello oliera a chamusquina  Por otro lado, opino que  María Antonieta, y no Rohan fue la gran perjudicada en este asunto.







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