miércoles, 18 de agosto de 2021

71. El Príncipe Negro, el príncipe que se casó por amor, y lo pagó caro


 Este sepulcro de la Catedral de Canterbury pertenece a Eduardo de Woodstock, llamado el Príncipe Negro, fue el hijo primogénito del rey Eduardo III de Inglaterra y padre del rey Ricardo II. Lo que me gusta de su historia es que, siendo heredero al trono, hizo un matrimonio por amor, aunque eso le costó pasar diez años fuera de Inglaterra, hasta que su padre le permitió volver. ¿Qué fue lo que le obligó a ese exilio? 

Pues que la elegida de Eduardo, Juana de Kent tenía "un pasado". Juana fue víctima del sometimiento debido por las mujeres a su familia en cuestión a matrimonios. Juana, nieta de rey, cometió el error de casarse a los doce años con Thomas Holland, sin haber pedido el consentimiento real obligado para personas de su linaje. Thomas se marchó a luchar a Francia,  y la familia de Juana, que la crreía soltera, la obligó a casarse con Guillermo de Montaigu. Juana no manifestó estar casada por creeer que su matrimonio con Thomas no era válido por carecer del consentimiento real y no ser del conocimiento público. Además, Juana temía que si su familia supiera que se había casado con Thomas lo "quitaran de en medio" para casar de nuevo a la niña-viuda con quien quisieran. Así que calló, por una mezcla de inocencia, temor e ignorancia. Pero Thomas volvió de las Cruzadas, y con una gran fortuna, además. Quiso recuperar a su joven esposa y se la encontró casada con otro. Protestó, y a él no le importó revelar que estaban casados, dejando a Juana en muy mal lugar, pues se la convertía en bígama. Holland incluso recurrió al papa que anuló el matrimonio de Juana y Guillermo, Juana volvió con Thomas  Holland, con el que estuvo viviendo los once años siguientes, hasta que él murió. Tuvieron 5 hijos con lo que el escándalo resultó bastante aireado y ella se convirtió en una especie de proscrita social. El rey Eduardo III estaba casado con una prima de Juana, la tomó bajo su protección y la amparó en la corte. Y pasó lo que tenía que pasar. El roce continuo entre Juana y el primogénito del rey desembocó en enamoramiento. Se sabe que el príncipe tenía detalles como regalarle una copa de plata que consiguió como botín en una de sus primeras campañas militares. En 1360 se casaron en Windsor en matrimonio secreto. Fue un auténtico matrimonio por amor, sin el consentimiento del rey Mientras tanto, la situación de la pareja se seguía complicando: El Derecho inglés era tal que el segundo marido de Juana (Guillermo), que aún vivía, podía haber reclamado cualquier hijo de sus matrimonios posteriores como propios. Además Eduardo y Juana estaban dentro de grados de consanguinidad prohibidos. El matrimonio secreto que supuestamente contrajeron en 1360 habría sido inválido debido a esta prohibición. A petición del rey el papa concedió la dispensa. Hubo una nueva ceremonia oficial, que tuvo lugar el 10 de octubre de 1361, en el castillo de Windsor con el rey y la reina presentes, con el arzobispo de Canterbury presidiendo.

El caso es que la pareja Eduardo-Juana fue obligada por el rey a marcharse a Francia. Allí permanecieron diez años, hasta que el rey los autorizó a volver, ya con dos hijos.

Como curiosidad apunto que tres reinas inglesas fueron descendientes de  Juana y Thomas Holland, entre ellas una de las seis mujeres de Enrique VIII, Catalina Parr, la sexta y última.

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