miércoles, 26 de enero de 2022

91. Personas "sin importancia" y grandes descubrimientos

 

Basil Brown
 Muchas veces, la historia y la ciencia avanzan gracias a personajes anónimos, "sin importancia". Por ello, esta entrada quiere dar el crédito que se merece a una de esas personas "sin importancia".

Basil Brown, nacido el 22 de enero de 1.888, era el hijo de unos agricultores que se mudaron a que se mudaron a un pequeño pueblo cerca de Suffolk llamado Rickinghall. Basil tuvo que dejar la escuela para ayudar en la granja familiar. A pesar de esto, el joven continuó asistiendo a clases nocturnas. Continuó centrado en el estudio de sus materias preferidas, arqueología y astronomía. También tenía gran facilidad para los idiomas y pronto aprendió a hablar francés con fluidez. Asimismo adquirió nociones de latín, griego, alemán y español, todo ello mediante la lectura y ayudado por algunas retransmisiones radiofónicas. En 1923, Basil se casó con Dorothy May Oldfield, una empleada doméstica con la que se fue a vivir a la granja de su padre. No fue aquella una época muy fácil para la pareja, puesto que la granja no daba muchos beneficios. A finales de 1934, su situación financiera era tan precaria que no pudo pagar la suscripción anual de la revista de la Asociación Astronómica Británica. De este abrupto modo cesó su carrera como observador en la Asociación. Sus graves problemas económicos le obligaron asimismo a abandonar la granja ya que no podía mantenerla, y tuvo que vivir de los trabajos ocasionales que le daban los granjeros de la zona. A pesar de dedicar la mayor parte de su tiempo a trabajos temporales y a actuar como policía voluntario, Brown siguió con su afición por la arqueología y finalmente consiguió un trabajo a tiempo parcial en el Museo de Ipswich. En su nuevo puesto, descubrió ocho construcciones medievales y diferentes asentamientos romanos. Gracias a ese trabajo en el Museo de Ipswich, Basil Brown viviría el momento más importante de su vida.

Edith Pretty
Por otro lado, Edith Pretty  era la hija de una rica familia de industriales que junto a su marido, Frank Pretty, un rico fabricante textil, se había mudado a Sutton Hoo, una finca situada al sureste de Inglaterra. En la finca se alzaban un grupo de montículos de tierra que habían dado origen a diferentes leyendas sobre fantasmas y aparecidos. En su juventud, Edith había viajado con su padre a Egipto y asistió a las excavaciones de un monasterio cisterciense, lo que despertaría su interés por la arqueología. A la muerte de su marido, Edith decidió ponerse en contacto con el museo local de Ipswich para comenzar a excavar esos enigmáticos túmulos, pero el museo estaba centrado en una excavación importante y no se mostró interesado en el proyecto y se limitó a ponerla en contacto con un arqueólogo aficionado llamado Basil Brown.

Edith buscó a Basil y lo contrató para excavar los montículos a sus expensas. En 1.939 Brown comenzó a excavar uno de los montículos, descubriendo que habían sido ya saqueados, pero el hallazgo de un disco de bronce le hizo pensar que los túmulos podían ser anteriores a la época vikinga. Por entonces los historiadores pensaban que antes de la época vikinga en Inglaterra no existía más que unas tribus bárbaras y semisalvajes que no habían producido nada reseñable culturalmente, y que antes de los vikingos era un periodo estéril para la historia.

Cuando los romanos abandonaron Inglaterra, algunas tribus bárbaras (anglos, sajones y jutos) se habían instalado en el sureste de Inglaterra, fundiéndose entre ellas,  siendo el germen de lo que sería el reino anglosajón de East Anglia.

Mientras Brown excavaba los primeros túmulos de la finca de la señora Pretty, la Segunda Guerra Mundial se acercaba. Después de las primeras decepciones, Brown comenzó a excavar el más grande de los túmulos, que era por el que la señora Pretty quería haber empezado. En seguida dio con unos fragmentos de hierro que identificó inmediatamente identificó con remaches de un barco. Fue entonces cuando Brown hizo su increíble descubrimiento: los restos de un enorme barco de 27,4 metros de eslora. Desgraciadamente la madera se había disuelto en la tierra, junto con los restos humanos que había enterrados en su interior, pero quedaba impresa en el suelo la impresionante huella de un barco de más de un milenio de antigüedad. Por hallazgos anteriores en Suecia, Brown supuso que un barco de ese tamaño podía contener un extraordinario cargamento de objetos funerarios que habrían sido enterrados en su interior, junto con el difunto.

Las huellas dejadas por el barco, sus remaches y cuadernas

 El 14 de junio, Brown halló lo que creyó que podía ser una estructura de madera parecida a una cabaña erigida en el centro del barco a modo de cámara funeraria.

Reconstrucción del barco funerario de Sutton Hoo con la cámara funeraria y el ajuar de su interior 
Después del enterramiento, el barco con la cabaña que servía como cámara funeraria había sido cubierto de tierra, formando un gran túmulo. El peso de la tierra había aplastado la cubierta de la cámara. Por ese motivo el cuerpo allí sepultado no se conservaba, pero las características del ajuar sugieren que no que podía por menos que tratarse de uno de los reyes de Anglia oriental, uno de los siete reinos que existían en Inglaterra antes de los vikingos. Siempre se ha pensado que pudo tratarse de Redvaldo, muerto en el 624, aunque no queda nada en su enterramiento que lo identifique con precisión.

El barco original, que tenía 27 metros de eslora, era puntiagudo en ambos extremos, con postes altos en proa y popa, y se ensanchaba hasta los 4,4 metros de manga en medio del barco, con una profundidad interior de 1,5 metros sobre la línea de la quilla. A partir de la quilla, el casco se construyó trincado con nueve tablones a cada lado, sujetos con remaches. Veintiséis cuadernas de madera reforzaban la forma. Las reparaciones eran visibles: había sido un barco de navegación de excelente factura, pero no tenía quilla descendente. La cubierta, los bancos y el mástil fueron retirados. En las secciones de proa y popa, a lo largo de las bordas, había apoyos para remos con la forma de la letra anglosajona «thorn», lo que indica que pudo tener puestos para cuarenta remeros. La cámara central tenía paredes de madera en los extremos y un techo, probablemente inclinado a dos aguas. A pesar de los poco medios con los que contaba aquella modesta excavación (llegaron a utilizar todo el ajuar de la casa de la señora Pretty que les pudo ser de utilidad). A partir del 14 de junio de 1.939 y durante diecisiete días, Brown desenterró una gran cantidad de piezas fabulosas: un conjunto de monedas de oro francesas, y fíbulas de oro y granates, un yelmo, media docena de lanzas, restos de una espada con una enjoyada empuñadura, un escudo, un cetro, un portaestandarte, calderos, copas de bronce e incluso posiblemente una lira. "Todos los objetos brillaban a la luz del sol como el día en que fueron enterrados", anotó Basil Brown en su diario. El conjunto arqueológico incluía otros objetos de diversa procedencia europea y del Mediterráneo bizantino. En suma, un riquísimo ajuar funerario. Pero cuando aquel magnífico hallazgo salió a la luz, Basil Brown fue apartado de la excavación por parte de los responsables del Museo Británico y de la Universidad de Cambridge al considerar que él no estaba lo suficientemente cualificado para un trabajo de tal envergadura porque no disponía de la titulación adecuada, y el descubridor del barco de Sutton Hoo fue relegado a labores básicas. Brown dijo, con modestia, comentó que se sentía aliviado: al menos, si alguien metía la pata, no le harían responsable.

El famoso yelmo
Los materiales con los que se hicieron aquellas joyas indican que las materias primas llegaron de puntos muy lejanos, desde Estambul a Pakistán. Eso no es posible si no se tiene la posibilidad de contactos diplomáticos y comerciales con los puntos de origen de aquellos materiales. Por otro lado, la intrincada decoración que adorna el yelmo, la gran hebilla, las fíbulas y la empuñadura de la espada. Todo ello indica una demostración de poder y una calidad tecnológica en la elaboración de objetos de prestigio que desmonta la imagen de primitivismo y pobreza que se le suponía a sociedad pre-vikinga en la que se creía en el momento del descubrimiento.

Una réplica del barco funerario que muestra el aspecto original que pudo tener el hallazgo llevado a cabo por Basil Brown en 1.939

Extraordinaria Fíbula adornada con granates

 Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Basil Brown volvió a ser contratado por el Museo de Ipswich y por la Sociedad Astronómica del Distrito. En 1952 realizó excavaciones arqueológicas en Rickinghall, donde hizo importantes descubrimientos en sus dos parroquias. En Rickinghall superior, una capilla de la Virgen, desaparecida hacía tiempo. Y en Rickinghall inferior, una pila bautismal normanda. En el transcurso de unas excavaciones en la localidad de Broom Hills, en 1965, Brown sufrió, según las fuentes, un derrame cerebral o un ataque cardíaco. Apartado de la actividad por sus problemas de salud, Basil Brown moriría el 12 de marzo de 1977 en su casa de Rickinghall, aquejado de neumonía. Aunque Brown nunca publicó sus trabajos, sus cuadernos meticulosamente guardados, incluidas fotografías, planos y dibujos, ahora son propiedad del Servicio Arqueológico del Consejo del Condado de Suffolk y la Oficina de Registros de Ipswich, y dan fe de la minuciosidad y cuidado que Brown puso en su labor como arqueólogo.

La gran hebilla
Tras el hallazgo. hubo que dirimir a quién pertenecía el tesoro. Según la ley, si el tesoro hubiera sido escondido con la intención de recuperarlo más tarde, la propiedad sería del Estado. Pero al ser hallado en un contexto funerario, con la clara intención de que nunca más viera la luz, la propiedad era claramente de la señora Pretty, dueña de la tierra. Sin embargo, la señora Pretty, tras la guerra lo donó al estado, con la condición de que se diera a Basil Brown el crédito que merecía por su recuperación, cosa que no se hizo en principio. Cuando, tras el estudio y restauración de las piezas fueron expuestas de forma permanente en la sala 41 del Museo Británico, finalmente los nombres de Basil Brown y Edith Pretty figuraron finalmente en la rotulación informativa que acompaña a las piezas.

Algunas curiosidades finales:

- Durante la guerra y para protegerlo de los bombardeos, el tesoro estuvo oculto en una estación del Metro de Londres.

- Si los otros túmulos fueron saqueados, ¿por qué el de la tumba se salvó de ese destino? Por un bendito golpe de buena suerte. Durante los siglos que estuvo oculto, las inclemencias del tiempo modificaron el perfil del montículo, por desgaste, de forma que los saqueadores creyeron que estaban cavando en el centro del túmulo, cuando en realidad estaban cavando en un extremo lateral del barco, sin hallar nada.

- En 2.021 se filmó una película de la historia de este descubrimiento (The dig, la excavación). Película que, por cierto, fue acusada de discriminación por edad al escoger para los papeles principales a actores que  diferían mucho de los protagonistas, eligiendo a personas más agraciadas físicamente. Por ejemplo  Edith Pretty era en ese momento una mujer de 56 años y no muy agraciada, nada que ver con la joven, guapa y rubia Carey Mulligan. Basil Brown fue interpretado por Ralph Fiennes, que tampoco se parece al campesino cincuentón que era Basil Brown.

Beowulf,​ es un poema épico anglosajón anónimo que fue escrito en inglés antiguo en verso aliterativo. Cuenta con 3182 versos. Tanto el autor como la fecha de composición del poema se desconocen aunque las discusiones académicas suelen proponer fechas que van desde el siglo VIII al XII d. C.

Tiene dos grandes partes: la primera sucede durante la juventud del héroe gauta (o geata, en algunas traducciones, "godo") que da nombre al poema, y narra cómo acude en ayuda de los daneses o jutos, quienes sufrían los ataques de un monstruo gigantesco –Grendel–, y tras matar a este, se enfrenta a su terrible madre; en la segunda parte, Beowulf ya es el rey de los gautas y pelea hasta la muerte con un feroz dragón.

En el canto IV del poema se describe el funeral del protagonista, que presenta muchas coincidencias con el enterramiento de Sutton Hoo






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