viernes, 30 de abril de 2021

50. ¡Esto es Jauja!

 


Este dicho se popularizó para referirse a cuando estamos ante una situación placentera en la que todo son facilidades y tenemos una prosperidad obtenida sin esfuerzo.

La expresión proviene de la ciudad de Jauja, situada en la zona central del Perú, que fue fundada por el conquistador español Francisco Pizarro y en donde se estableció la primera capital del Virreinato del Perú en el año 1534, hasta que tras la fundación de Lima en el año 1535 se trasladaría a ésta por ubicarse en un territorio estratégico de la costa del Pacífico.

Debido al entorno favorable en donde se localiza la ciudad de Jauja, con bellos paisajes, clima suave y tierras fértiles, el lugar servía como almacén de una gran cantidad de riquezas y manjares acumulados por los incas, por lo que los conquistadores vivieron cómodamente durante meses. Además, el aire saludable de la región era muy beneficioso para tratar diversas enfermedades, como la tuberculosis, algo que ayudó a acrecentar la leyenda. En España se idealizó de tal manera que se decía que las calles estaban empedradas por piñones, de los árboles colgaban buñuelos y por los ríos fluía leche y miel.

El enclave cobró pronto fama de pródigo e idílico, pero el espaldarazo definitivo se lo vino a dar el dramaturgo Lope de Rueda, quien dio a la luz un texto dramático, La tierra de Jauja, describiendo una quimera donde a los hombres se les pagaba por dormir y apaleaban a los que se empecinaban en trabajar, los troncos de los árboles eran de tocino y sus hojas de pan blanco, las calles adoquinadas con yemas de huevos y lonchas de tocino fritas, y a sus lados, gallinas y perdices asadas, toneles de vino, cazuelas de queso y arroz con leche, todo de libre disposición para el viandante.

La leyenda pasó a la poesía inglesa y francesa con el nombre de The land of Cockaygne , y tres décadas después del estreno de la pieza, en 1567, Pieter Brueghel pintaba un lienzo con el título de Luilekkerland que (en holandés significa la tierra de la glotonería) en el que Jauja ya se ha convertido en edén culinario.


Se representa a tres hombres vencidos por la bebida, obesos, posiblemente dormidos, cada uno de ellos vestido de manera diferente, para representar tres clases sociales: un caballero, un campesino y un hombre de letras, estudiante o clérigo, este último tumbado sobre un abrigo de pieles y con un libro a un lado. De esta manera se transmite la idea de que las debilidades y los vicios no entienden de clases.


miércoles, 28 de abril de 2021

49. Niña de color quebrado.....


 Una de las cosas que más me gusta cuando explico un cuadro es desvelar esos "secretillos" que muchas veces se ocultan en él y que nadie conoce hasta que no nos los explican. Por eso en 5º de carrera elegí como optativa la asignatura "Mitología e Iconografía" y esta última materia (iconografía. junto con la simbología) es el tema elegido en la mayoría de las charlas y cursos que he dado después. La pintura es un lenguaje como cualquier otro. El pintor nos está enviando un mensaje, y muchas veces ese mensaje no nos llega porque cada época tiene sus símbolos y hemos perdido el lenguaje simbólico de otras épocas de otras épocas. Para nosotros no es ningún misterio que el verde significa "adelante", mientras que el rojo significa "alto", porque estamos acostumbrados a los semáforos y estos artefactos forman parte de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, en otra época los colores rojo y verde significan otras cosas.

Vicenzo Catena, Cristo entrega las llaves a S. Pedro.
Museo del Prado.
Por ejemplo, la pintura cuya foto está a la izquierda es un cuadro del pintor Vicenzo Catena que se encuentra en el Museo del Prado, titulado "Cristo entrega las llaves a San Pedro". Es una escena simbólica, no histórica. Es decir, no podemos situarla en un momento y un lugar determinados. Además de las figuras de Cristo y San Pedro, fácilmente reconocibles, hay tres figuras femeninas ¿Quiénes son? A un coetáneo del cuadro no hacía falta explicárselo. Aunque fueran campesinos analfabetos sabían perfectamente la respuesta: No son tres vecinas curiosas que pasaban por allí. Sin necesidad de un rótulo que las identificara, cualquiera sabría que se trata de las Virtudes Teologales. Precisamente  por el color de sus vestidos: Fe, la de blanco: Esperanza, la de verde: Caridad, la de rojo. En unos siglos, desde Catena al semáforo, el lenguaje simbólico ha cambiado y ahora necesitamos que alguien "nos lo interprete".

Ahora volvamos a la foto que encabeza esta entrada y que todos habréis reconocido como un detalle de "Las Meninas". He recortado la foto, mostrando la zona donde la menina María Agustina Sarmiento ofrece a la infanta una salvilla sobre la que hay un jarrito de barro rojo ¿A nadie le extraña? ¿No os parece raro que a la infanta le den a beber de un jarrillo de barro como si fuera una campesina? ¿No sería más normal que le ofreciera una copa de cristal u otro material más lujoso que el barro? Es que no es así. A la infanta no le están ofreciendo un recipiente para beber, sino que le están facilitando un vicio que tenían muchas damas de la época: comer barro, masticar pedacitos de un bucarito de barro, aunque os parezca mentira.

Se trata de lo que se conocía como un búcaro, una palabra de origen latino (butticula = tonelito). Con este nombre se denominaba a un recipiente de vientre abombado y cuello estrecho, hecho con una arcilla roja especial. La finura y porosidad del material mantenía el agua fresca. La arcilla solía mezclarse con ámbar gris y especias para proporcionar un olor y sabor característicos al agua contenida en la jarra, que quedaba así aromatizada. Los búcaros más preciados provenían de Estremoz (Portugal) y de Tonalá (México), por ser los más finos y fáciles de masticar, aunque también se elaboraban en Talavera de la Reina, Salvatierra de los Barros (Badajoz) o Garrovillas (Cáceres). Pero los búcaros, además de contener agua fresca y aromática para beber, tenían otra finalidad. Tras beber el agua, el frágil recipiente vacío se rompía en pequeños trozos y se ingería. Una costumbre que nos puede parecer extraña pero que era muy habitual en la época.

La bucarofagia (literalmente "comer búcaros") no se hacía con un fin gastronómico ni era producto de una patología psiquiátrica. Tenía una finalidad médica y cosmética. En aquella época se consideraba la blancura de la piel femenina como algo especialmente seductor, y que se perseguía a toda costa. Un sistema para adquirir ese color de piel, era masticar y comer los fragmentos de recipientes de barro, lo que producía bloqueo de la absorción de hierro, una forma de clorosis o anemia. El mecanismo por el que se obraba este efecto era lo que se denominaba “opilación” (obstrucción), bloqueando los conductos biliares.

Pero algunas damas perseguían otros fines:

1. Hacía disminuir o desaparecer el flujo menstrual, lo que hacía que muchas mujeres lo consumieran con finalidad anticonceptiva.

2. Otras lo hacían justo por lo contrario. La esposa del rey Carlos II lo hacía  por otra razón. María Luisa de Orleans (1662 – 1689): En el caso de la consorte del rey Carlos II El Hechizado, el consumo de arcilla pretendía alargar las menstruaciones y favorecer la concepción de un heredero al trono. En vez de lograr su objetivo, fue víctima de una obstrucción intestinal y falleció a muy temprana edad.

2. Otras veces era simplemente por puro aburrimiento Algunas sustancias contenidas en la arcilla producían incluso un cierto efecto narcótico y alucinógeno, por lo que había auténticas adicciones.  Muchas monjas lo consumían porque creían que así tenían visiones.   La Iglesia llegó a intervenir prohibiendo su uso desde púlpitos y confesionarios.

Volvemos al caso de la protagonista de Las Meninas. Margarita Teresa de Austria (1651 – 1673): Su caso es el más célebre y posiblemente el más estudiado, debido a que el consumo de búcaros parece estar documentado en la célebre pintura de Velázquez. En ella, la infanta recibe este objeto de manos de una de sus damas, doña María Agustina Sarmiento de Sotomayor, hija del conde de Salvatierra.

Estudios modernos de medicina avalan que la protagonista del cuadro pudo sufrir del Síndrome de McCune-Albright que ocasiona, entre otras cosas,  pubertad prematura con  menstruaciones precoces y muy abundantes, que podrían haber sido tratadas con este peculiar remedio. El color de su piel y la forma de su cráneo parecen avalar tanto el diagnóstico como el hábito. El bucarito que es ofrecido a la infanta en el cuadro es lo que se consideraba la "dosis diaria habitual".

LA BUCAROFAGIA EN LA LITERATURA ESPAÑOLA

La duqusa de Bejar con un sirviente enano
que le ofrece un búcaro. Obra de Alonso Sán-
chez Coello. Madrid, Fundación
Banco Santander

Tenemos muchas referencias literarias sobre el tema. Las referencias a los múltiples usos de esta cerámica son recurrentes en la literatura del Siglo de Oro español. Autores como Góngora, Quevedo o Lope de Vega retratan esta peculiar costumbre en sus obras, generalmente de forma satírica y a veces un poco cruel con las mujeres que llevaban a cabo esta práctica.

Niña de color quebrado, o tienes amor o comes barro. (Góngora)


Belisa, de haber comido de este barro portugués  sospecho que está opilada (Lope de Vega – El Acero de Madrid (1608)


— ¿Qué traes en esta bolsita?

— Unos pedazos de búcaro que come mi señora; bien los puedes comer, que tienen ámbar.

 — No los gasto de Portugal; mejor como búcaros de Garrovillas.

Lope de Vega – La Dorotea (1632)

Quevedo tiene un poema que dedica «A Amarili que tenía unos pedazos de búcaro en la boca y estaba muy al cabo de comerlos»

 En los diarios de la monja cronista Sor Estefanía de la Encarnación (1597-1665) encontramos esta referencia a la bucarofagia y a su poder adictivo:

... como lo había visto comer (el barro) en casa de la marquesa de La Laguna, dio en parecerme bien y en desear probarlo" 

"Un año entero me costó quitarme de ese vicio” [aunque] “durante ese tiempo fue cuando vi a Dios con más claridad”.

Detalle de una pintura de la colección del Duque de Medinaceli
con un sirviente negro que lleva un bandeja llena de búcaros,
algunos adornados con añadidos en metal.

   ORIGEN

El origen del consumo de cerámica tuvo su origen en Bagdad, en torno al siglo X y fue importado por los árabes en su llegada a la Península Ibérica. Su uso se popularizó cuando el canon cortesano del Siglo de Oro dictaminó que las mujeres debían ser extremadamente delgadas y pálidas.

PARA SABER MÁS

En España la historiadora Natacha Seseña tiene un libro con un estudio exhaustivo titulado "El vicio del barro", publicado en 2.009 por la editorial El Viso. Es difícil encontrarlo a la venta, aunque se pueden encontrar ejemplares en bibliotecas.




lunes, 26 de abril de 2021

48. Armar la de Dios es Cristo

 

Cristo Pantocrator de la catedral de Cefalú (Sicilia)

Se aplica a las pendencias en donde todos gritan y ninguno se entiende. Y a las tremolinas y reyertas muy grandes y ruidosas.

Esta expresión proviene de las controversias que se armaron en el Concilio de Nicea al discutirse la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo.

Otra versión es se refiere a la perturbación ocurrida en el Calvario cuando los judíos deicidas se convencieron de que el Crucificado era verdaderamente el Hijo de Dios por el temblor de tierra y los fenómenos que acompañaron a su muerte.

jueves, 15 de abril de 2021

47. La moda y las matemáticas

 


Para los amantes de las matemáticas, no hacen falta más explicaciones: las matemáticas subyacen en las disciplinas más impredecibles. La divulgación científica se ha encargado de relatar la relación entre las matemáticas y otras materias, abriendo los ojos de los detractores de esta ciencia exacta. Hoy, cualquier persona medianamente instruida sabe que hay un relación entre matemáticas y música, matemáticas y arte, y hasta las matemáticas del ballet clásico. Hoy veremos algunas curiosidades sobre la relación entre matemáticas y moda.

“La moda es como la arquitectura, es un tema de proporciones”, como dijo Coco Chanel.

¿Qué es la proporción sino una de las bases matemáticas más arraigadas? La palabra moda viene del latín modus, que significa medida. Para confeccionar un traje necesitamos medir, como en matemáticas.

Desde la escuela primaria nos enseñan a medir en los espacios más sencillos, en los denominados espacios euclídeos, mediante unos ejes cartesianos. Ahí pintamos vectores, sabemos cuánto miden cuantificando su norma, etc. En la confección, medimos de una manera similar: contamos una medida lineal para determinar el largo de una manga, una medida superficial para determinar la parte frontal de una camisa, por ejemplo, y una medida volumétrica para añadir la capacidad o distancia entre pecho y espalda.

El paralelismo y la perpendicularidad son conceptos claves en el patronaje, y también las medidas angulares. Una herramienta muy específica en la creación del patrón es la llamada regla francesa, integrada en el diseño de las curvas de la cadera, en los escotes, cabezas de manga, en el tiro de los pantalones, etc.

Izquierda: regla francesa, Derecha: clotoide

La regla francesa está inspirada en una curva matemática denominada clotoide, que es una curva tangente al eje X en el origen y cuyo radio de curvatura disminuye de forma inversamente proporcional a la distancia recorrida sobre la propia curva. En el origen de la curva, el radio es infinito, y a mayor distancia, el radio se achica.

Las matemáticas van incluso más allá del proceso de patronaje: también tienen su papel fundamental en la forma de vestir con estilo. En el libro "85 maneras de hacer un nudo de corbata: la ciencia y la estética de los nudos de corbata", escrito por Thomas Fink y Yong Mao, se describe la matemática detrás de un nudo de corbata.

Ya lo había hecho antes Honoré de Balzac en el siglo XIX, en su libro “El arte de atarse la corbata”, pero incluyendo sólo 22 maneras de atar el nudo. Más recientemente, el grupo de matemáticos suecos dirigido por Mikael Vejdemo-Johansson calculó 266 682 posibilidades de anudar una corbata, incluyendo el extremo delgado de la corbata en el nudo, una tendencia de los últimos años. Desafortunadamente, la gran mayoría de estos nudos no son nada prácticos.

Nudo de corbata generado por el Tie Knot Generator de Mikael Vejdemo-Johansson

Para los que no estén familiarizados con los nudos matemáticos, han de saber que son muy parecidos a los nudos de los cordones de los zapatos, las sogas de los marineros o las corbatas. Un nudo matemático es una curva simple y cerrada. Desde el punto de vista matemático, los nudos de corbata inglés y francés son equivalentes, aunque no lo sean estéticamente, pues uno es más grande que otro y requiere una vuelta más. Sin embargo, desde el punto de vista de la ciencia exacta, dos nudos son equivalentes si tienen en común una cantidad denominada invariante (una propiedad matemática).

Desde el punto de vista matemático, dos nudos son equivalentes si uno puede “desanudarse” en otro. El desanudamiento ha de hacerse de forma suave, sin romper o cambiar las propiedades de la cuerda. Este tipo de operación recibe el nombre de homeomorfismo. Hasta el momento, la visión de anudar una corbata desde la construcción de un homeomorfismo ha resultado bastante patológica: ¿acaso alguien sabe qué significa este “palabro” de primeras? Entonces, ¿cómo vamos a proponer un nudo de corbata mediante un homeomorfismo? Por esta razón, las escuelas de moda están empezando a implementar cursos de matemáticas entre sus asignaturas. El Fashion Institute of Technology en Nueva York ofrece seis asignaturas de matemáticas, desde geometría a estadística.





lunes, 5 de abril de 2021

46. La historia de Benjamina

 Reproduzco el relato que hace Ana Gracia Téllez, tal como lo he encontrado en la web de la revista QUO 


En la Sima de los Huesos, en Atapuerca, encontraron los restos de al menos 28 individuos de una misma población de Homo heildebergensis. Es una población de hace alrededor de medio millón de años. Desde el punto de vista filogenético son pre neandertales, los antecesores de los neandertales. En ese conjunto de restos estaba Benjamina. Benjamina es como la niña que no tuve. Yo sólo tengo hijos varones. En la campaña de excavación del año 2001, trabajábamos en la Sima de los Huesos, un yacimiento que reúne 7500 restos fósiles de 28 individuos de ambos sexos, más o menos mitad y mitad.

Aquel año empezó a aparecer un cráneo bastante completo, muy roto, porque todos los huesos de La Sima de los Huesos están rotos. Normalmente están mezclados unos individuos con otros y además con restos de carnívoros, fundamentalmente huesos de osos. Nos hizo mucha ilusión encontrarlo, porque bóvedas de cráneo medianamente completas tenemos muy pocas.


 Al sacarlo, en el laboratorio, se deshizo en mil trozos como un jarrón de porcelana china.

Nos costó toda la campaña de excavación recuperarlo completo. Desde el principio, por el grosor, vimos que probablemente era de un individuo inmaduro, infantil. Al sacarlo, en el laboratorio, se deshizo en mil trozos como un jarrón de porcelana china.

Pero este yacimiento es mágico también en el sentido de que no deforma los huesos. Y entonces es cuestión de limpiarlos, lavarlos, consolidarnos y luego hacer el puzle.

Empezamos a recomponer el rompecabezas, el profesor Ignacio Martínez, mi compañero, por detrás y yo por delante, y pronto vimos que era un cráneo que estaba muy deformado. Así que pensamos: «¡vaya, nos ha tocado el raro!”. Tenía la frente muy vertical, y eso es una característica que solo tenemos los Homo sapiens. Nos decíamos: «¡Madre mía! ¿Qué pinta este individuo aquí?»

Cuando lo acabamos de componer, restaurar y pegar, nos dimos cuenta de que la deformación máxima estaba en la parte posterior del cráneo, y cuando lo miramos más de cerca nos dimos cuenta de que la sutura que une el occipital, la nuca, con el parietal izquierdo estaba soldada.

Nos quedamos de piedra, porque ya habíamos confirmado que era un individuo infantil (una niña) y algo así no ocurre en nuestras poblaciones hasta los cincuenta y muchos años. Nos quedamos perplejos y nos preguntamos: ¿puede ocurrir algo así en la actualidad en una niña? Y efectivamente existe. Pero es una patología que entra dentro de las enfermedades raras, se llama craneosinostosis. En la actualidad, en nuestra población hay un caso cada 200.000 nacimientos.

¿Qué hace un individuo así en la Sima de los huesos? ¿Cómo consiguió sobrevivir?


 Le hicimos un TAC y reconstruimos su encéfalo.

Sabemos que Benjamina vivió al menos hasta los diez años. ¿Cómo lo consiguió? Quisimos saber si estaba realmente muy enferma, y si la enfermedad le producía un problema de desarrollo psicomotriz. Así que le hicimos un TAC, reconstruimos su encéfalo y, para mi sorpresa, tenía signos típicos de la gente mayor en nuestra población, de más de 70 años. Las membranas del encéfalo (duramadre, piamadre y aracnoides) pierden elasticidad con los años, se acumula el líquido cefalorraquídeo y la sangre, y se forman bolsas. Esto deja huella en el hueso.  Y Benjamina tenía eso. La presión intracraneal tenía que ser muy elevada y eso sí que hace altamente probable que le produjera lesiones que causaran problemas psicomotrices.

A Benjamina se le empezó a soldar el cráneo cuando estaba en el tercer trimestre de gestación, en la semana 28

El siguiente paso que dimos en la investigación fue intentar ver si nació con el problema. Sabemos que los parietales, las paredes del cráneo, crecen al principio como los anillos de un árbol. Van añadiendo capas concéntricas a partir de un punto, y luego ya crecen en grosor. Pues bien, lo que hicimos fue calcular el punto donde empezó a fusionarse el cráneo de Benjamina, y buscamos qué tamaño tendría ese pequeño parietal cuando se produjo la sutura. Descubrimos que a Benjamina se le empezó a soldar el cráneo cuando estaba en el tercer trimestre de gestación, en la semana 28.

Es decir, nació con el  cráneo ya empezando a fusionarse. 




Probablemente nació ya con el problema psicomotriz, lo cual indica que la cuidaron, y que necesitó más cuidados de los que podían dar solos unos padres a un hijo en ese momento de la prehistoria.  El grupo decidió cuidarla. Y, ¿hay algo más humano que elegir cuidar a alguien? Por eso la llamamos Benjamina. Porque Benjamina en hebreo significa La más querida. 

La reconstrucción de Benjamina es de dos artistas holandeses, los hermanos Kennis, y se publicó en la portada de la revista Child’s Nervous System). Hasta aquí  el artículo de Quo.


Hace ya tiempo, publiqué algo en otro blog, pero viene tan al pelo que no puedo evitar repetirlo.

Hace años, un estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba ella que era el primer signo de civilización en una cultura. El estudiante esperaba que Mead hablara de anzuelos, ollas de barro o piedras de moler.

Pero no. Mead dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua era un fémur que se había roto y luego sanado. Mead explicó que en el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a beber o buscar comida. Eres carne de bestias que merodean. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane.

Un fémur roto que se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro, le ha alimentado  y le ha ayudado a recuperarse. Mead dijo que ayudar a alguien más en las dificultades es el punto donde comienza la civilización.

Es decir, según el punto de vista de M. Mead, que comparto,  aquellos antecesores de los neandertales de hace medio millón de años ya eran seres civilizados, porque se hicieron cargo de aquella niña con una grave deficiencia y la cuidaron durante toda su vida (como mínimo hasta los 10 años) con algo que no podemos llamar sino amor,  mientras que esos estados actuales donde se hace presión sobre las madres para que aborten al niño que va a nacer porque viene con el trastorno genético que conocemos como síndrome de Down ya no son "tan civilizados"





domingo, 4 de abril de 2021

45. Por casualidad

 


Empiezo hoy con dos reflexiones propias:

1. El que persigue el saber, nunca llega una meta, al menos no a LA META ABSOLUTA. Busca una respuesta, la encuentra, o no. Pero, incluso en el mejor de los casos. de inmediato, esa respuesta suscita nuevas preguntas. Y así sucesivamente...

2. La segunda es que el trabajo duro no garantiza el éxito. Hace solo tres días publiqué una entrada (Dos arqueólogos y dos discos) que era protagonizada `por dos personas (Evans y Pernier) que trabajaron muy duro día tras día durante años para que hoy podamos pasear, si somos afortunados, por los palacios de Cnossos y Festos. pero muchas veces hallazgos tanto o más interesantes se producen por pura casualidad, por azar (esta misma semana la prensa local informaba del hallazgo de un gran sillar, seguramente procedente de un monumento funerario en un yacimiento de Arcos, por un hombre que estaba arando, ¡un clásico de la arqueología!).

En la historia de la arqueología se repiten montones de casos debidos a la casualidad, a un error,  a un accidente, o a un animal  como cuando Howard Carter descubrió una tumba porque su caballo Sultán metió una pata en un agujero delante del santuario de Deir el Bahari y así descubrió una tumba sin localizar. Aunque no fuera tan valiosa como la de Tut.-ankh-Amón, no le vino nada mal.

Hoy os voy a contar una historia de una de esas casualidades

El 16 de agosto de 1972 Stefano Mariottini, joven químico romano, aficionado  a la pesca submarina se encontraba buceando a unos 8 metros de profundidad y a una distancia de la costa de unos 300 metros, persiguiendo un mero, cuando descubrió lo que parecía un brazo emergiendo del fondo marino de arena gruesa y grava. Asustado y pensando que había encontrado un cadáver, avisó a sus  compañeros. Cuando fue apartando el material que rodeaba ese brazo, descubrió que el brazo estaba unido a un hombro, y éste al cuerpo completo de lo que era una estatua completa, Y junto a esta, otra estatua más. Avisadas las autoridades, las dos figuras fueron finalmente recuperadas por el cuerpo de carabineros submarinistas de Mesina. Se hizo un primer intento de hacerlas emerger que no funcionó. posteriormente, el 20 de agosto, improvisando un artilugio con un balón que rellenaron con el oxígeno de sus propias botellas, lo lograron. Las estatuas fueron bautizadas como bronce A y bronce B, según el orden en el que aparecieron

Con fecha 17 de Agosto, Mariotinni hizo una declaración ante la Superintendencia de Antiguedades de Calabria en Reggio, en la que constaba lo siguiente:...que había encontrado el día 16 durante un buceo de pesca en la localidad de Riace, a una distancia de unos 300 metros de la costa y en una profundidad de 10 metros, un grupo de estatuas, probablemente de bronce. Los emergentes representaban dos desnudos masculinos, uno estirado sobre su espalda, con la cara cubierta con una barba rizada, los brazos abiertos y una pierna avanzada respecto a la otra. La otra estatua estaba estirada con una pierna doblada y tenía un escudo en el brazo izquierdo (nunca expuesto al público). Las estatuas son de color marrón oscuro a excepción de alguna parte clara, perfectamente conservados, con un modelado pulido, sin incrustaciones de suciedad evidentes. La medida es de aproximadamente 1,80 cm.

Al año siguiente un equipo al mando del investigador Nino Lamboglia trató de encontrar el pecio del barco que habría transportado las esculturas, pero tras varios intentos sólo se hallaron 28 argollas metálicas, probablemente pertenecientes al velamen de una nave, así como un fragmento de lo que podría ser la empuñadura del bronce A.
 Una hipótesis apunta a que los tripulantes de la supuesta nave pudieron haber arrojado por la borda tanto las dos esculturas como restos del aparejo, con ocasión de alguna tormenta, naufragando posteriormente el barco en otro lugar, o alcanzando por fin la costa. Otros estudios realizados por Paolo Moreno, profesor de Arqueología e Historia del Arte griego y romano de la Universidad de Roma han aportado otros datos. La aparición de algún resto de madera de lo que pudiera ser una nave romana de época imperial, y el hecho de que las dos figuras fueran encontradas a poca distancia una de otra (hecho este que difícilmente habría ocurrido en el caso de que hubieran sido arrojadas voluntariamente) hacen que la hipótesis del lanzamiento por la borda se ponga en duda.

Durante las primeras intervenciones realizadas por los técnicos del Museo nacional de la Magna Grecia de Regio de Calabria se hizo evidente la excelente factura de las dos figuras, y se confirmaron las sospechas que apuntaban a que se trataba de dos ejemplares del siglo V a. C.

Fueron registradas con los números 12801 y 12802 y se comenzó una paciente labor de desprendimiento de los restos de conchas y concreciones calcáreas que se habían adherido a la superficie de bronce a lo largo de los muchos siglos pasados en el lecho marino. Al mes de su descubrimiento, y con la publicación de las primeras diapositivas, la comunidad científica fue consciente de la importancia del hallazgo. En seguida se dieron cuenta de que con los limitados medios con los que se contaba era imposible realizar una restauración completa, decidiéndose por su traslado a Florencia. En enero de 1975 las dos estatuas estaban a cargo de Francesco Nicosia, superintendente de los bienes arqueológicos de la Toscana. Tras cinco años de restauración en los que se utilizaron diversas técnicas, además de la limpieza total de superficies con instrumentos diseñados específicamente para las estatuas, se sometieron a análisis con ultrasonidos, tratamientos de benzotriazol en áreas localizadas, rayos gamma y rayos X, necesarios para conocer su estructura interna, estado de conservación y el grueso del metal (detectándose un problema de oxidación interno), las estatuas se expusieron en el Museo Arqueológico de Florencia primero, y después en el Palacio del Quirinal, residencia oficial del presidente de la República Italiana en Roma, siendo trasladadas posteriormente a su ubicación definitiva: Regio de Calabria.

A principio de los años noventa se observó la aparición de numerosos fenómenos de degradación que aconsejaron el traslado de las figuras nuevamente a Florencia para ser vaciadas completamente de los restos que en su interior se encontraban fruto del proceso de fundición, la llamada a la cera perdida.  Tras un tratamiento anticorrosión las estatuas fueron nuevamente trasladadas a su residencia habitual, donde están expuestas en la gran sala, sometidas a una temperatura constante de 21-23 grados y a una humedad constante del 40-50 %.

Una vez que los expertos estudiaron las estatuas se suscitaron varias preguntas importantes:
 
- ¿Eran parte de un solo grupo, o su relación se produjo durante el transporte sobre el mar y estaban destinadas a ser dos “entregas” independientes?

- ¿A quiénes representan? ¿Eran atletas, héroes, como Agamenón y Ajax, Mirone y Alcamene, Aquiles y Patroclo, Tydeus y Amphiaraus, o deidades?

- ¿Dónde fueron realizadas?

- ¿Quién fue su autor?

¿Qué se sabía seguro?:

- Los expertos coinciden en que están realizadas con la técnica de la cera perdida, un método difícil en el que no cabe el error, ya que una vez que se vierte el bronce el modelo previo en barro se destruye. Esta técnica consistía en hacer una primera figura de barro con la forma y los detalles definitivos del objeto a realizar. Posteriormente se recubría con una fina capa de cera (de un espesor que varía de los 7 a los 8 milímetros en el caso de las estatuas de Riace) que, a su vez era cubierta por otra capa de barro, u otro material refractario en el que se practicaban varios orificios. El metal fundido, bronce generalmente, era vertido por uno o varios agujeros (bebederos) situados en la parte superior, y la aleación iba desplazando a la cera que salía, derretida, por uno o más orificios inferiores. Una vez enfriado todo el conjunto, se rompía la capa de barro exterior, quedando el bronce final. Con un elemento puntiagudo se rompía también el núcleo original para dar paso a la pieza terminada. Sin embargo dado el tamaño de muchas de las figuras era normal que cantidades importantes de barro quedaran presas en el interior del bronce, como ocurrió en el caso de los dos guerreros de Riace, lo que ha permitido a los investigadores su análisis para poder determinar con mayor o menor exactitud su procedencia. Una vez conseguida la pieza en bronce se la repasaba concienzudamente, para ajustarse, con la máxima fidelidad, a lo que el artista había plasmado en la primera escultura en barro. En esta labor se cortaban los bebederos y se repasaban los desperfectos que pudieran haber surgido durante la fundición. Asimismo se soldaban los agujeros dejados por los bebederos, y se unían las piezas que configuraban la obra total con un hilo de la misma aleación utilizada. Después de esto, la obra se alisaba mediante una especie de lijado de la superficie, pulimentaba y abrillantaba por un frotado finísimo, hasta que el poro del bronce quedaba completamente unificado. Más tarde se procedía a dar las pátinas, con objeto de colorear el metal.

- También están de acuerdo en la fecha, siglo V a, C.

- Por los elementos conservados adosados a las estatuas parece unánime que se trata de dos guerreros que llevaban casco corintio y armamento hoplita (escudo y lanza).

Como dije antes, cada certeza da lugar, a su vez, a varias dudas.

Precisamente, la segunda ida de los bronces al taller de restauración fue motivada por ciertas corrosiones. Entonces se extrajo gran cantidad de arcilla (material en el que se realiza el modelo original) de la que queda en el interior de la figura de bronce en el procedimiento de la cera perdida. Analizada esta arcilla, se comprobó que la de una figura venía de Argos mientras que la de la otra procedía de Atenas.

Más controversias:

Se atribuyen a dos artistas diferentes, aunque existe controversia acerca de si serían obra de artistas de un mismo taller o si, en cambio, fueron realizadas en épocas distintas. Ambas están modeladas con una notable elasticidad muscular, haciéndose patente cada uno de los tendones, venas, y otras particularidades propias de la anatomía humana. Con base en determinaciones estilísticas, los que opinan que son obras de distintas épocas han señalado que el bronce A (el joven), de 1,98 metros de altura, pudo ser realizado hacia el año 460 a. C., en el llamado periodo severo mientras el bronce B (el viejo), de dos metros de altura, habría sido realizado en el 430 a. C. en el periodo clásico. En cuanto a nombre concretos, se han mencionado Fidias y Pitágoras de Regio (precisamente), broncista considerado un artista excepcional, por detalles como la forma de señalar a la perfección tendones y venas o cabellos.

¿A quién representan? Hay muchísimas teorías: Eutimo, Áyax el menor  y  Estratego, Héroes epónimos atenienses, guerreros de un poema épico, atletas hoplitas sin identificar, Tideo y Anfiarao. (Ver cuadro resumen en Wikipedia, en la parte inferior de la página). Después de la restauración de 1.995 se consolidó la teoría de que, descartada la hipótesis de que se podía tratar de atletas y personajes históricos, se consolidó la que se trataba de dos figuras mitológicas del ciclo Los siete contra Tebas. Así pues, personajes del ciclo de Tebas y por consiguiente de la mitología de Argos.

La última teoría de la que he tenido noticia es que se puede tratar de Eteocles y Polinices, hijos de Edipo, que se enfrentaron en guerra civil por el trono de Tebas. Eso encajaría con la procedencia de Argos, donde al parecer existía en su ágora un monumento con un grupo escultórico sobre ese tema, y con el hecho de que Argos apoyó a uno de los hermanos en la guerra. En cuanto a su paso por Roma, cosa que también se ha mencionado, no hay que olvidar que Roma tomó y saqueó Argos, que el grupo pudo ser llevado a Roma, exhibido allí durante años, y pudiera ser que en el momento del naufragio fuera llevado de vuelta a a algún lugar del Mediterráneo oriental. 

Sea como sea, aun con tantos interrogantes abiertos el hallazgo es más que importante porque, aparte de los bronces de Riace solo conservamos dos bronces originales griegos: El auriga de Delfos y el Poseidon de cabo Sounion.