domingo, 15 de mayo de 2022

106. Una modelo y un pintor

 

El mundo de Christina. Andrew Wyeth. MoMA. Nueva York.

Si hay dos pinturas famosas para el estadounidense medio son Gótico americano, de  Grant Wood  y El mundo de Christina, de Andrew Wyeth.

Andrew Wyeth nació el 12 de julio de 1.917 en 1917 en Chadds Ford, Pensilvania. Su padre, Newell Convers Wyeth,  era un pintor e ilustrador de éxito. Bajo su tutela, Andrew comenzó a ilustrar desde pequeño y llegó a ayudarlo a ilustrar algunos libros. Sin embargo, lo que realmente le apasionaba era pintar. Y así lo hizo, se dedicó a hacer obras al temple y acuarela por años. A los 20 años expuso por primera vez sus acuarelas en Nueva York, vendiéndo todas las obras expuestas, Su camino en la vida parecía claro. Pero  un accidente lo cambió todo. Su padre murió cuando un tren arrolló su auto en un cruce de vías.  La vida de Andrew  perdió el color. La obscuridad que Andrew sentía dentro no la podía iluminar ni con los pigmentos más brillantes.

Andrew (izq.) y los hermanos Olson
Sus pinturas se nublaron, se enfriaron, se desequilibraron. Y en estas comenzó a germinar una idea nueva. La belleza que antes encontraba a simple vista ahora debía estar oculta. Para hallarla debía enfocarse detrás de los detalles más pequeños, justo a un lado de lo insignificante. Algunos años antes había conocido a su esposa, Betsy James, y ella le había presentado a los hermanos Olson, Álvaro y Christina. Los hermanos y la granja en la que vivían resultaron el improbable lugar donde decidió buscar la belleza perdida. Wyeth empezó a concentrarse en representar la sencillez de la vida. Abrazó un estilo regionalista a pesar de que la tendencia en boga era la abstracción. Se acercó a los Olson y pasó la mayor parte del tiempo con ellos. La casa rural en la que vivían lo fascinaba y les pidió permiso de quedarse una temporada. Se quedó treinta años. Los hermanos lo aceptaron sin arrepentimiento e incluso le dieron una habitación en el segundo piso para que la usara como estudio. Fue en ese cuarto donde la belleza apareció de una manera inusual en el verano de 1948.

Christina Olson padecía la enfermedad de Charcot-Marie Tooth (o polio, según otros),  Christina estaba inmovilizada de la cintura para abajo. Pero se negaba a usar una silla de ruedas y se movía arrastrándose. Y así, Wyeth la vio hacerlo a la mitad de la granja desde la ventana del segundo piso. Ahí estaba: la belleza improbable. La determinación de Christina por la vida inspiró a Wyeth a crear su obra más emblemática «Christina’s World». Tenía que hacer justicia a la extraordinaria conquista de una vida que la mayoría consideraría desesperada. El mundo podrá limitarnos físicamente, pero no espiritualmente. La belleza oculta en la tragedia, escondida en la soledad… la había reencontrado.

Decidió pintar justo eso y demostrar la nobleza humana en la cotidianidad. Christina le dio permiso de hacerlo y Wyeth optó por usar sus tres modelos favoritos. La realidad psicológica, las extremidades desgastadas y el vestido rosa pertenecen a Christina. La cabeza y el torso pertenecen a su esposa Betsy, que entonces estaba en sus veintes a diferencia de los cincuenta y cinco de Christina. Y, por supuesto, la propia casa de campo. La composición asimétrica retrata la hazaña. Entre el detalle extremo de las briznas de hierba, Christina mira fijamente la casa distante, gris y en armonía con el entorno, avanzando a pesar de la dificultad. Una muestra de carácter. Una batalla, literalmente cuesta arriba, que superará como lo ha hecho varias veces. El empeño puesto para no rendirse ante la adversidad.

Wyeth representó a Christina en varias obras y ella siempre se sintió agradecida. Más allá de la admiración mutua, compartían una amistad intensa. Cuando los hermanos Olson murieron Wyeth concibió hacerles un retrato poco convencional: su entorno sin ellos. En una habitación las cosas más insignificantes expresan el pasar de dos personas: la canasta, los cubos, la puerta azul con rasguños hechos por un perro. En ella, los Olson no están, pero de alguna manera permanecen poderosamente allí.

Álvaro y Cristina. Andrew Wyneth.1.968

Viento del mar
Finalmente, Wyeth encontró lo que buscaba. En estas pinturas, y en muchas otras, demostró que la belleza, por más improbable, está en las acciones humanas y en las marcas que dejan; incluso cuando han partido. Sin quererlo en realidad pintó un mundo entero, el que tenía dentro. Hay un cuarto modelo en «Christina’s World», y es la redención de Andrew Wyeth. Finalmente encontró la belleza y la paz perdida.

Andrew Wyeth murió en su ciudad natal con 91 años, mientas dormía, el 16 de enero de 2.009.

Tumba de Andrew Wyeth. Al fondo, la granja de los Olson.


2 comentarios:

  1. No conocía la historia del primer cuadro, siempre me pareció que la pose era de desesperación, y sin embargo se trata de una historia de superación. Cómo cambia todo cuando te lo explican bien.

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    1. Como siempre, Isa, agradecida por tus visitas y tus comentarios.

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