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Il Pasquino |
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Marforio |
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Madama Lucrezia |
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Abate Luigi |
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Il Babuino |
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Il Pasquino |
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Marforio |
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Madama Lucrezia |
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Abate Luigi |
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Il Babuino |
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La inscripción de Behistún . Irán, siglo VI a. C. |
El cuneiforme es uno de los sistemas de escritura más antiguos en la historia de la humanidad, con una tradición de más de tres milenios, desde finales del cuarto milenio a.C. hasta el siglo I d. C. . Se utilizó a lo largo de los milenios para expresar varios idiomas —sumerio, acadio, e hitita son sólo los tres que más textos transmitieron a la posteridad— en un área geográfica que corresponde al Próximo Oriente, es decir desde el Levante y la Anatolia en el oeste hasta el Irán y el Asia Central en el este, y desde el Cáucaso en el norte hasta la Península arábiga en el sur.
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Tablilla de Kish. 3.500 a, C. |
En un principio, la escritura a base de pictogramas no era adecuada para escribir conceptos abstractos, los verbos y sus tiempos, los pronombres, etc. Por ello, se comenzaron a emplear ciertos símbolos con valor fonético silábico.
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Evolución del ideograma "cabeza" del 3.000 al 1.000 a. C. |
El cuneiforme se escribió originalmente sobre tablillas de arcilla ya húmeda, mediante un tallo vegetal biselado llamado cálamo. El término cuneiforme proviene del latín cuneus (‘cuña’) por la forma de las incisiones, aunque un antiguo poema sumerio las denomina gag (‘cuñas’).
En 1.842, Paul Émile Botta descubrió los restos de la ciudad de Nínive, y en ella la gran biblioteca de Asurbanipal, un archivo real que contenía varios miles de tablas de arcilla cocidas con inscripciones cuneiformes. (textos científicos, literarios, cartas y documentos de gobierno).
Fue Georg Friederich Grotefend (1775 - 1853) el primero en comenzar la carrera por el estudio de estas tablillas. intenta descifrarlas a través del método deductivo. Más tarde Henry Rawlinson (1810 - 1895) logró descifrarlo gracias a la inscripción trinlingüe de Behistún, que contiene escritura persa, elamita y babilonia.
La inscripción de Behistún es una inscripción monumental en piedra de la época del imperio Aqueménida (s. VI a.C.). Está inscrita sobre la pared de un acantilado en la provincia de Kermanshah, al noroeste de Irán, a unos 100 metros de altura. Fue ordenada inscribir por Darío I de Persia en algún momento posterior a su acceso al trono del Imperio persa en 522 a. C. y antes de su muerte en 486 a. C.
La inscripción incluye tres versiones del mismo texto, en tres lenguas diferentes, empleando escritura cuneiforme: persa antiguo, elamita y babilonio. Un oficial del ejército británico, Sir Henry Rawlinson, transcribió la inscripción en dos momentos, en 1835 y 1843. Rawlinson pudo traducir el texto cuneiforme en persa antiguo en 1838, y los textos elamitas y babilonios fueron traducidos por Rawlinson y otros después de 1843. Esta inscripción es a la escritura cuneiforme lo que la piedra de Rosetta a los jeroglíficos egipcios: el documento clave para el desciframiento de una escritura antigua desconocida que muestra el mismo texto en otro idioma conocido. La lengua babilonia era una forma tardía del acadio; ambas son lenguas semíticas.
El texto de la inscripción es una proclamación de las hazañas de Darío I de Persia previas a su acceso al trono. Los tres textos, que presentan básicamente el mismo contenido, están escritos en tres lenguas distintas, usando para cada uno una adaptación de la escritura cuneiforme. El panel inmediatamente bajo el friso está escrito en persa antiguo, una lengua indoeuropea. Los otros dos textos fueron escritos en elamita y babilonio, la primera una lengua elamo-drávida y la segunda semítica. Darío gobernó el Imperio persa desde el año 521 a. C. hasta el 486 a. C. En algún momento hacia el 515 a. C. ordenó la creación de esta inscripción, que describiera un largo relato de su ascenso frente al usurpador Gaumata y las subsecuentes guerras victoriosas de Darío y el sofocamiento final de la rebelión, para ser así inscritas en un acantilado cercano a la moderna ciudad de Bisistun, en las colinas de los Montes Zagros de Irán, en el punto donde se yerguen desde el llano de Kermanshah.
La inscripción mide aproximadamente 15 metros de alto por 25 de ancho, y se halla 100 metros por encima de un acantilado al lado de un antiguo camino que unía las capitales de Mesopotamia y Media (Babilonia y Ecbatana). Su acceso es muy complicado, ya que, después de su finalización, las laderas fueron eliminadas para hacer la inscripción más perdurable.
Rawlinson dio un gran paso adelante en el desciframiento de la escritura cuneiforme al partir de la suposición de que se trataba de una escritura silábica.
Finalmente fue George Smith (1840 - 1876) quien se llevó el mérito de descifrar los documentos asirios, convirtiéndose de esta manera en el padre de la asiriología. Hizo las primeras traducciones del poema épico de Gilgamesh.
La escritura cuneiforme también fue adoptada por otros idiomas como el elamita, el hurrita, el urarteo, el eblaita y, en variedades alfabéticas, por el antiguo persa y el ugarítico.
En 1851, Hincks y Rawlinson podían leer ya 200 signos babilonios. Pronto se les unieron otros dos criptólogos, un joven estudiante de origen alemán llamado Julius Oppert y el versátil orientalista británico William Henry Fox Talbot. En 1857 los cuatro hombres se conocieron en Londres y tomaron parte en el famoso experimento para comprobar la precisión de sus investigaciones.
Edwin Norris, el secretario de la Real Sociedad Asiática, le dio a cada uno de ellos una copia de una inscripción recientemente descubierta datada en el reinado del emperador asirio Tiglath-Pileser I. Un jurado de expertos fue convocado para examinar las traducciones resultantes y certificar su exactitud. Las traducciones resultantes de los cuatro expertos coincidían en todos los puntos esenciales. Hubo por supuesto algunas pequeñas discrepancias. El inexperto Talbot había cometido unos cuantos errores, y la traducción de Oppert contenía unos cuantos pasajes dudosos debido a que el inglés no era su lengua materna (era alemán). Pero las versiones de Hincks y Rawlinson eran virtualmente idénticas. El jurado declaró su conformidad, y el descifrado de la escritura cuneiforme acadia pasó a ser un hecho consumado. A partir de ese momento, se pudo leer y traducir sin dificultad el acadio y gracias a las miles de tablilla conservadas, el mundo pudo conocer al primer imperio de la humanidad. Como suele pasar, la solución a un problema no hace sino plantear muchas otras preguntas: ¿quiénes eran los acadios? ¿cómo nació el primer gran imperio de la historia? ¿cómo y por qué desapareció? Algunos hallazgos arqueológicos empezaron a disipar las primeras nieblas.
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Lista real sumeria hallada en Larsa |
Datos y fotografías tomados de Wikipedia, así como de recientes documentales.
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Detalle de retrato ecuestre de Rodrigo Calderón, obra de Rubens. Castillo de Windsor |
Este dicho en sí no necesita mucha explicación. Pero sí, quizás, no está de más saber con un poquito de detalle, aunque no tanto como para aburrir, quién era este don Rodrigo, que, por cierto, no fue ahorcado, por su condición de noble. A mi, al menos, me gusta que si digo algo (soy muy refranera) poder contestar si me preguntan "Y eso ¿qué ´eh?" Posiblemente herencia de mis días de profesora de cientos de adolescentes no muy doctos en Historia de España.
Rodrigo Calderón y Aranda nació en Amberes (Bélgica) en 1576. Sus padres, primos hermanos entre sí, fueron Francisco de Calderón y Aranda y María de Aranda y Sandelijn, procedían de una familia de mercaderes de Valladolid, que había sido ennoblecida por Carlos I. El padre llegó a capitán de la armada y más tarde a «comendador mayor» de Aragón, presumiblemente con la ayuda de su hijo. Su madre pertenecía a la nobleza flamenca y holandesa. Rodrigo Calderón fue señor de Oliva de Plasencia, (título que después le sería elevado a condado); de Rueda y de Siete Iglesias, este último también elevado posteriormente a marquesado.
Su padre, un renombrado capitán que peleó en las guerras de Italia, lo dejó a cargo del marqués de Denia como paje con tan solo 15 años. Su inteligencia le hizo convertirse muy pronto en hombre de confianza del marqués y, cuando este último se convirtió en duque de Lerma –ministro principal de Felipe III–, Rodrigo elevó su posición hasta el de un hombre de «primerísima categoría». Llegó a ser ayuda de cámara del Rey, a vestir el hábito de la Orden de Santiago y a ser secretario de Estado. Fue nombrado marqués de Siete Iglesias, primero, y conde de la Oliva, después. Junto al duque de Lerma y el conde de Lemos forjó una alianza que llegó a acaparar toda la autoridad del Imperio Español.
Siendo tan cercano al Duque de Lerma, don Rodrigo Calderón y Aranda se convirtió en objetivo del conde-duque de Olivares. La envidia por la ingente fortuna que amasó a través de abusos de poder y por el trato que ejercían sobre el resto de la nobleza fue el principio de todos sus males. Junto al conde-duque se alió el hijo de duque de Lerma, el duque de Uceda, y el confesor del Rey Luis de Aliaga. Dos religiosos, Juan de Santa María, fraile franciscano, y Mariana de San José, priora de La Encarnación, trabajaron con la reina Margarita, bajo cuya influencia Calderón fue relegado de su puesto de secretario en 1612. Sin embargo, conservó el favor del duque de Lerma, un hombre indolente para quien el trabajo de Calderón era indispensable.
La reina Margarita de Austria se opuso a los abusos e influencia del duque de Lerma, valido de su esposo, sobre los asuntos de gobierno. Este, en un primer momento, logró que la reina perdiese influencia en la corte, pero Margarita de Austria, con ayuda del confesor real, el fraile Luis de Aliaga, consiguió que se iniciara una investigación que dejó al descubierto el entramado de corrupción que rodeaba al duque de Lerma y sus colaboradores. Algunos de estos, como Rodrigo Calderón, fueron declarados culpables. El duque de Lerma logró quedar absuelto, aunque tuvo que abandonar la vida pública en 1618. La reina Margarita, promotora de este proceso, no pudo ver la caída del valido porque había fallecido siete años antes a consecuencia de las complicaciones que sufrió durante el parto de su octavo hijo, un niño llamado Alfonso que murió muy niño.
Cuando la reina Margarita murió durante un parto en octubre de 1611, Calderón fue acusado de haber utilizado brujería contra ella. En 1612 fue enviado a una misión especial en Flandes y a su regreso se le nombró marqués de las Siete Iglesias en el año 1614. Más tarde se supo que ordenó el asesinato de un soldado llamado Francisco de Juaras.
Cuando el duque de Lerma fue conducido hasta la Corte en 1618 por las acusaciones de su propio hijo, el duque de Uceda, y del confesor del rey, el dominico Aliaga, Calderón fue utilizado como chivo expiatorio para calmar las voces del pueblo. Fue arrestado la noche del 20 de febrero de 1619 en su palacio de Valladolid y fue llevado al Castillo de Montánchez primero y finalmente conducido a Madrid donde fue supuestamente sometido a tormento para conseguir que confesase los cargos que contra él pesaban de asesinato y brujería. Confesó el asesinato de Juaras, pero rechazó firmemente el resto de los cargos que le acusaban de asesinato y brujería.
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Don Rodrigo Calderón en el tormento, obra de de José María Rodríguez de Losada. 1865. Museo del Prado. |
Con estos cargos en su contra se le sometió a la tortura del potro para que «confesara». En un primer interrogarorio le tendieron sobre el potro y le estiraron los brazos hasta descoyuntárselos. En el segundo le ataron los muslos impidiendo la circulación de la sangre con un terrible sufrimiento. En el tercero, sobre el potro, también, le echaron a través de un embudo varios jarros de agua por la boca. Don Rodrigo, solo confesó haber ordenado matar al músico. Del resto solo dijo que eran calumnias.
El procedimiento dejó lisiado durante meses al reo que volvió a los calabozos antes de que se ejecutara su pena de muerte. Ese día llegó el 21 de octubre de 1620. Después de pasar toda la noche rezando, fue conducido por las calles de Madrid hacia la Plaza Mayor. Torpe, pero con una gran entereza y orgullo, subió al cadalso con ayuda del cura que le había confesado. Saludó y besó al verdugo al que llegó a decir: «Cumple con tu obligación». Este le pidió perdón por lo que iba a hacer y se dispuso a cortarle el cuello. «¡No!», gritó al verdugo. «Por ahí no. Soy noble y tengo derecho a que me degüelles por delante, no por detrás», le dijo. Alzó la cabeza y el frío metal bañó el patíbulo de sangre. Algunas leyendas dicen que en ese mismo instante gritó el nombre de Jesucristo. El silencio, cuentan, tomó la Plaza Mayor, y el orgullo del marques de Siete Iglesias quedó para siempre en la memoria de los madrileños, que lo convirtieron en un héroe, dando lugar al dicho que comentamos.
Fue sepultado en el convento de Porta Coeli, en Valladolid.
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"Bufete de don Rodrigo Calderón". Museo del Prado |
Mucho se ha hablado sobre la riqueza de los grandes gurús tecnológicos de nuestra era. Entre viajes al espacio e imperios digitales, se nos olvida que ni siquiera se acercan a la riqueza de un hombre del pasado. Porque ni Elon Musk, ni Jeff Bezos, ni Steve Jobs o Bill Gates. Tampoco Messi o Ronaldo, ni el rey Lepoldo II de Bélgica o Marco Licinio Craso, el triunviro romano cuya fortuna situó a Julio Cesar en el poder. Si de riqueza estratosférica hablamos, en la historia existió un hombre que rompe con toda proporción. Su nombre: Musa I, emperador o Mansa, de Mali.
Se estima que Mansa Musa tenía una riqueza de 400.000 millones de dólares actuales, muy por encima de Jeff Bezos (alrededor de 200,000 millones) o Elon Musk (en torno a 270,000 millones). Hay que añadir a las reservas de minerales que poseía y que hacían su fortuna prácticamente infinita.
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El imperio de Mali hacia 1.350 |
El gobernante que me precedió no creía que sería imposible alcanzar el extremo del océano que rodea la tierra [refiriéndose al Atlántico]. Quería alcanzar ese [fin] y estaba determinado a continuar su plan. De modo que equipó doscientos barcos llenos de hombres, y muchos otros repletos de oro, agua y provisiones suficientes para muchos años. Ordenó que el capitán no regresara hasta que hubiera alcanzado el otro confín del océano, o hubiera terminado con todas las provisiones y el agua. Así partieron en su travesía. Estuvieron ausentes durante un largo período, y, al final, solo un barco regresó. Cuando se preguntó al capitán este respondió: «Oh, príncipe, nosotros navegamos durante mucho tiempo, hasta que vimos en medio del océano un gran río que corría masivamente. Mi barco era el último, todos los demás estaban delante, y fueron absorbidos en el gran remolino y no volvieron a aparecer jamás. Yo navegué de vuelta para escapar de esta corriente». Pero el sultán no le creyó. Ordenó que doscientos barcos fueran equipados para él y sus hombres, y mil más con agua y provisiones. Entonces me confió la regencia durante el término de su ausencia, y partió con sus hombres, para no regresar ni dar señales de vida jamás.
Mucho de lo que se sabe sobre Musa proviene de fuentes árabes escritas después de su hajj, especialmente los escritos de Al-Umari e Ibn Khaldun . Mientras estaba en El Cairo durante su hajj, Musa se hizo amigo de funcionarios como Ibn Amir Hajib, quien se enteró de él y de su país por él y luego pasó esa información a historiadores como Al-Umari. Información adicional proviene de dos manuscritos del siglo XVII escritos en Tombuctú , el Tarikh as-Sudan8 y el Tarikh al-fattash.9 Tradición oral, tal como la realizan los jeliw ( sg. Jeli ), también conocidos como griots, incluye relativamente poca información sobre Musa en comparación con otras partes de la historia de Mali.
Lo que se conoce sobre los reyes del Imperio de Malí proviene de los escritos de académicos árabes, como Al-Umari, Abu-sa'id Uthman ad-Dukkali, Ibn Khaldun e Ibn Battuta, entre otros. De acuerdo a la extensa historia de los reyes de Malí de Ibn-Khaldun, el abuelo de Mansa Musa fue el visir conocido como Manding Bory o Abu-Bakr (el equivalente en árabe de Bakari o Bogari, nombre original desconocido y que no coincide con el Sahaba Abu Bakr), hermano de Sundiata Keita, fundador del Imperio de Malí tal y como ha sido registrado en la tradición oral. Abu-Bakr no ascendió al trono, y su hijo, el padre de Musa, Faga Laye, no tuvo relevancia en la historia de Malí.
Mansa Musa subió al trono de Mali en 1307. Musulmán practicante (circunstancia esta que lo hizo tan famoso que por eso hoy estamos hablando de él), diecisiete años después de subir al trono emprendió la peregrinación a La Meca que lo convirtió en leyenda y le mostró al mundo conocido la inimaginable riqueza de Mali. Salió de su capital Niani, en el río Níger, hacia El Cairo acompañado por una tropa de 60,000 hombres vestidos con seda persa brocada. El emperador montaba a caballo precedido por 500 esclavos, cada uno con un cetro de oro, y una caravana de 80 camellos cargada con 11,200 kilos de polvo de oro. Según el historiador al-Umari, al llegar a El Cairo gobernado por el sultán mameluco Al-Malik al-Nasir, distribuyó tanto oro como limosna que su precio se devaluó y provocó una inflación que duró más de una década. Además, se ha registrado que construyó una mezquita todos y cada uno de los viernes.
Durante su larga travesía de vuelta desde La Meca en 1325, Musa escuchó noticias sobre la recaptura de Gao por sus ejércitos. Sagmandia, uno de sus generales, lideró la ofensiva. La ciudad de Gao había formado parte del imperio desde antes del reino de Sakoura y era un importante, aunque a menudo rebelde, centro comercial. Musa realizó una parada y visitó la ciudad, donde recibió como prisioneros a los dos hijos del rey de Gao, Ali Kolon y Suleiman Nar. Volvió a Niani con los dos jóvenes y posteriormente los educó en su corte. Cuando Mansa Musa volvió, trajo numerosos académicos y arquitectos árabes.
Se ha documentado que Mansa Musa viajó a las ciudades de Tombuctú y Gao en su viaje hacia La Meca, haciéndolas parte de su imperio cuando regresó hacia 1325. Trajo arquitectos de Andalucía, en España, así como desde El Cairo, para construir su gran palacio en Tombuctú y la gran mezquita de Djingareyber, que todavía se mantiene.
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Mezquita de Tombuctú |
Tombuctú se convirtió pronto en un centro comercial, cultural e islámico. Los mercados trajeron comerciantes de Nigeria, Egipto y diferentes reinos africanos. Se fundó una universidad en la ciudad, de la misma forma que se fundaron universidades en las ciudades también malienses de Djenné y Ségou, y el islam se diseminó en los mercados y en la universidad, haciendo de Tombuctú una nueva zona de predicación y estudio del Islam. Las noticias de la riqueza de la ciudad imperial de Malí cruzaron el Mediterráneo hasta Europa del sur, y los comerciantes de Venecia, Granada y Génova pronto añadieron a Tombuctú a su cartografía para comerciar bienes manufacturados a cambio de oro.
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Madraza de Sankore |
Más allá de su legendaria riqueza, Mansa Musa es recordado por sentar las bases administrativas de un imperio puramente africano de gran calado. Los avances e impacto comercial del imperio de Mali perduraron por años después de su muerte en 1332. El hijo y sucesor de Musa, Mansa Magha, fue también nombrado diputado durante la peregrinación de Musa.
Muchas veces perdemos de foco la importancia de personajes o reinos por no aparecer con tanta frecuencia en los libros de historia tradicionales. De ahí la importancia de revisar la Historia y de mantener una curiosidad activa. El pasado aún nos puede sorprender.
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(1) Ibn Battuta también es un personaje que merece un post en este blog. Probablemente el viajero más grande de la historia. Lo dejaremos para otro día.
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El mundo de Christina. Andrew Wyeth. MoMA. Nueva York. |
Si hay dos pinturas famosas para el estadounidense medio son Gótico americano, de Grant Wood y El mundo de Christina, de Andrew Wyeth.
Andrew Wyeth nació el 12 de julio de 1.917 en 1917 en Chadds Ford, Pensilvania. Su padre, Newell Convers Wyeth, era un pintor e ilustrador de éxito. Bajo su tutela, Andrew comenzó a ilustrar desde pequeño y llegó a ayudarlo a ilustrar algunos libros. Sin embargo, lo que realmente le apasionaba era pintar. Y así lo hizo, se dedicó a hacer obras al temple y acuarela por años. A los 20 años expuso por primera vez sus acuarelas en Nueva York, vendiéndo todas las obras expuestas, Su camino en la vida parecía claro. Pero un accidente lo cambió todo. Su padre murió cuando un tren arrolló su auto en un cruce de vías. La vida de Andrew perdió el color. La obscuridad que Andrew sentía dentro no la podía iluminar ni con los pigmentos más brillantes.
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Andrew (izq.) y los hermanos Olson |
Christina Olson padecía la enfermedad de Charcot-Marie Tooth (o polio, según otros), Christina estaba inmovilizada de la cintura para abajo. Pero se negaba a usar una silla de ruedas y se movía arrastrándose. Y así, Wyeth la vio hacerlo a la mitad de la granja desde la ventana del segundo piso. Ahí estaba: la belleza improbable. La determinación de Christina por la vida inspiró a Wyeth a crear su obra más emblemática «Christina’s World». Tenía que hacer justicia a la extraordinaria conquista de una vida que la mayoría consideraría desesperada. El mundo podrá limitarnos físicamente, pero no espiritualmente. La belleza oculta en la tragedia, escondida en la soledad… la había reencontrado.
Decidió pintar justo eso y demostrar la nobleza humana en la cotidianidad. Christina le dio permiso de hacerlo y Wyeth optó por usar sus tres modelos favoritos. La realidad psicológica, las extremidades desgastadas y el vestido rosa pertenecen a Christina. La cabeza y el torso pertenecen a su esposa Betsy, que entonces estaba en sus veintes a diferencia de los cincuenta y cinco de Christina. Y, por supuesto, la propia casa de campo. La composición asimétrica retrata la hazaña. Entre el detalle extremo de las briznas de hierba, Christina mira fijamente la casa distante, gris y en armonía con el entorno, avanzando a pesar de la dificultad. Una muestra de carácter. Una batalla, literalmente cuesta arriba, que superará como lo ha hecho varias veces. El empeño puesto para no rendirse ante la adversidad.
Wyeth representó a Christina en varias obras y ella siempre se sintió agradecida. Más allá de la admiración mutua, compartían una amistad intensa. Cuando los hermanos Olson murieron Wyeth concibió hacerles un retrato poco convencional: su entorno sin ellos. En una habitación las cosas más insignificantes expresan el pasar de dos personas: la canasta, los cubos, la puerta azul con rasguños hechos por un perro. En ella, los Olson no están, pero de alguna manera permanecen poderosamente allí.
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Álvaro y Cristina. Andrew Wyneth.1.968 |
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Viento del mar |
Andrew Wyeth murió en su ciudad natal con 91 años, mientas dormía, el 16 de enero de 2.009.
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Tumba de Andrew Wyeth. Al fondo, la granja de los Olson. |
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Reconstrucción de la ciudad portuaria de Birka |
Como el calorcito de mayo ya se deja sentir, marchamos a la búsqueda de tierras más frescas. A unos 30 kms. de Estocolmo se encuentra el lago Mälaren. En ese lago se encuentra la isla Björkö, y en esa isla están situados los restos del asentamiento más importante y mejor conservado de época vikinga, la ciudad comercial de Birka, que atendía mercancías de Escandinavia y Finlandia, así como de Europa Central y del Este y de Oriente. Fue fundada alrededor del año 750 d.C. y floreció durante más de 200 años. Fue abandonada aproximadamente en el año 975, alrededor de la misma época en que Sigtuna fue fundada como ciudad cristiana a unos 35 km al noreste. Se ha estimado que la población de Birka durante la era vikinga era de entre 500 y 1000 personas, aunque hubo épocas en las que llegó a alojar a unas 1.500 personas. En Birka se compraban mercancías de una zona muy amplia.
Como centro de comercio, Birka probablemente ofrecía pieles y artículos de hierro, así como productos de artesanía, a cambio de diversos materiales de gran parte de Europa y Asia occidental. Las pieles se obtenían de los samis, los fineses y los habitantes del noroeste de Rusia, así como de los tramperos locales. Las pieles incluían oso, zorro, marta, nutria, castor y otras especies. El cuerno de reno era un importante artículo de intercambio, así como peines tallados a mano hechos de cuerno. También se intercambiaban dientes de morsa, ámbar y miel.
Los bienes extranjeros encontrados en las tumbas de Birka incluyen artículos de vidrio y metal, cerámica de Renania, ropa y textiles como seda china, bordados bizantinos con hilo de oro extremadamente fino, brocados con pasamanería de oro y cordones trenzados de alta calidad. A partir del siglo IX empiezan a aparecer monedas acuñadas en Hedeby, en el norte de Alemania, y en otros lugares de Escandinavia. La gran mayoría de las monedas encontradas en Birka son, sin embargo, dírhams de plata del Califato. También monedas inglesas y carolingias, aunque en menor cantidad.
Se conservan murallas, embarcaderos y se puede reconstruir el trazado urbano y el estilo de las viviendas. También unas 3.000 tumbas. Precisamente por una de ellas se hizo famoso este yacimiento.
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Dibujo publicado en 1.889 de la tumba encontrada en 1878 y etiquetada Bj 581 por Hjalmar Stolpe en Birka, Suecia. |
Esta conclusión, aceptada desde entonces, dio un vuelco cuando el 8 de septiembre de 2017, la revista « American Journal of Physical Anthropology» publicó un sorprendente estudio de ADN que demostraba que el importante guerrero de Birka era, en realidad, una mujer de unos 18 ó 19 años. Muchos entonces se negaron a aceptar las conclusiones del estudio, ofreciendo una variedad de explicaciones: las armas pertenecían al esposo de la mujer, era reliquias familiares o regalos. También se indicaba que la mujer procedía de otra zona dentro de la Escandinavia vikinga. Como gran parte de la población de Birka había vivido una vida itinerante y llegado allí desde fuera ¿quizás buscando un lugar donde pudiera ganarse la vida como guerrera? Fue tan grande la oposición de los académicos a la idea de que pudiera tratarse de una mujer guerrera que ha habido teorías realmente creativas, aunque bastante delirantes para explicar la evidencia científica, como un documental que yo he visto en televisión en el que se recrea una historia de ficción: la chica era una adolescente que viajaba con su padre, comerciante, para vender unas mercancías. En el camino son asaltados por unos ladrones que asesinan a su padre y les roban todo. Sigue a los asesinos de su padre hasta Birka. Allí pide justicia ante un jefe que no le hace ningún caso. Decide vengarse por sí misma y consigue que la entrenen como guerrera. Como fin de su entrenamiento forma parte de la tripulación de un barco que traslada mercancías por un río a otro asentamiento comercial. por cuenta de ese jefe. Al regreso de ese viaje ya es aceptada como guerrera. Entonces, y habiendo ejecutado su venganza, es asesinada. A su entierro asiste el jefe que ignoró su petición de justicia que, como reconocimiento de haber honrado a su padre con su venganza El jefe lleva y deposita en la tumba de la chica varios objetos de prestigio para que quede claro que es una guerrera de élite: espada, escudo, etc. Como veis un bonito cuento creado para alinearse con aquellos arqueólogos que no admitieron la idea de un mujer guerrera profesional.
La idea de que las mujeres vikingas eran también guerreras no es nueva. En imágenes fantásticas del siglo XIX es fácil verlas representadas como valquirias o mujeres fuertes. Existe un texto irlandés de la época que describe a una flota femenina en Münster. También una crónica bizantina que relata que había mujeres armadas entre los muertos después de una derrota vikinga. Y hay un registro sobre el sitio de París en el siglo IX en el que un monje francés asegura haber visto a mujeres danesas en el campo de batalla. Por último, en 2.012 se encontró en Dinamarca una estatuilla que representaba a una mujer guerrera.
La estatuilla, del tamaño de un pulgar, es de plata dorada. La guerrera está sólidamente vestida, armada con una espada vikinga de doble filo y un escudo redondo, con el pelo cuidadosamente trenzado en una larga cola de caballo formando un pequeño hueco, lo que sugiere que puede haber sido usada como un colgante. Que haya sobrevivido es algo así como un milagro: las piernas y los pies han desaparecido, y fue descubierta entre fragmentos de chatarra, así que alguien pudo haber comenzado a cortarla con el fin de fundir los trozos y extraer su contenido de plata. De momento es una pieza única.Ahora, mil años después del enterramiento, a partir del cráneo que se conserva en el Museo de Historia Cultural de Oslo, un equipo dirigido por la arqueóloga Ella Al-Shamahi, ha realizado una hipotética reconstrucción virtual de como podía ser el rostro de esta guerrera escandinava, que presumiblemente fue herida en plena batalla. Usando la tecnología de reconstrucción facial, los científicos han puesto cara a una bélica noruega que vivió hace diez siglos.
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El rostro reconstruido con la herida que presenta el cráneo y como debió ser antes |
Existen pinturas que nos siguen fascinando siglos después de haber sido realizadas. "La joven de la perla", de Iohannes Vermeer, realizada entre 1.665 y 1.667, es una de ellas. No por nada es llamada "La Gioconda del norte" A medida que avanza la tecnología disponible y aumentan nuestros conocimientos históricos, sabemos más sobre ellas, lo que no apacigua nuestra curiosidad, sino que la espolea; respondidas algunas preguntas, surgen otras. El cuadro de Vermeer, que se encuentra actualmente en el museo Mauritshuis de La Haya ha sido objeto de un profundo estudio estudio que nos revela algunas curiosas particularidades.
Las modernas técnicas de imagen nos permiten saber como fue pintado el cuadro. No hubo dibujo o boceto previo. Fue pintado añadiendo sucesivas capas. Uno de los hallazgos más sorprendentes fue que el fondo no es simplemente un espacio oscuro vacío; Vermeer pintó a la joven delante de una cortina verde. De que se trata de una tela no hay dudas: las imágenes obtenidas permiten visualizar los dobleces y volúmenes propios de la caída de la tela, especialmente marcados en algunas zonas, como el ángulo superior derecho. El paso del tiempo y la suciedad acumulada diluyó las líneas diagonales y las variaciones de color de esos pliegues en un fondo casi uniforme.
El pintor trabajó por capas. El pintor trabajó de una manera sistemática desde el fondo hasta el primer plano: después de pintar el fondo verde y la piel de la cara de la joven, luego aplicó sucesivamente su chaqueta amarilla con toques azules, el cuello blanco, el turbante y la perla.
Una de las cuestiones que siempre ha suscitado este cuadro es la identidad de la joven. Hay teorías para todos los gustos: una criada, una hija del pintor, su amante, hasta teorías completamente delirantes, como que Vermeer asesinó a la modelo una vez finalizado el retrato para poder negar su existencia. Hoy se piensa que no es nadie, que no se trata de ninguna persona concreta. El cuadro no es un retrato sino un "tronie". Esta palabra significa literalmente "rostro". Son en sí mismos un género, un tipo de obras que tuvieron mucha popularidad en el siglo XVII en la pintura flamenca y de los Países Bajos. Eran rostros con expresiones características, a veces exageradas o caricaturescas que simbolizaban conceptos tan dispares, muchas veces abstracciones como la juventud, la vejez, la sabiduría, la fuerza, el vicio, la virtud... Y también servían al pintor para demostrar su talento.
Vermeer supo jugar a la perfección con la percepción del ojo humano, ya que la gran mayoría de los elementos que conforman el cuadro son en realidad manchas de colores, que el ojo completa y da forma.
Igual que el gran atractivo de la joven, su cautivadora mirada. ¿Curiosa, triste, enamorada? Vermeer dejó el contorno de los ojos indefinido y nuestro cerebro rellena los vacíos y determina cómo nos mira la chica. Por eso hay una chica diferente para cada espectador".
La perla: la auténtica protagonista
El elemento que da nombre a la obra no existe, son apenas dos pinceladas blancas sobre el cuello que de lejos, nuestro cerebro interpreta como un círculo. Tampoco existe el pendiente del que debería colgar la perla. Por lo tanto, solo dos pinceladas blancas en el vacío nos hacen "ver" un pendiente que, en realidad, no está.
Los labios carnosos y rojos, ligeramente separados, como si estuviera a punto de decir algo, son, otra vez un juego de pinceladas sutiles: Vermeer añadió sobre la pintura roja destellos blancos para que parezcan húmedos.
Otros elementos de su vestimenta, como el turbante, es igual de curioso. "Las jóvenes neerlandesas de la época no vestían turbantes como este, que le da un toque exótico a su obra. Parece que salió directamente de un baúl de disfraces del propio Vermeer". Además, "está pintado con azul de ultramar, un apreciado y caro tinte importado de Asia que Vermeer usaba con asiduidad. Un toque de distinción para gente sencilla. El pigmento se fabricaba con lapislázuli procedente de Afganistán, que tenía que hacer un largo camino hasta Europa. Como otras mercancías de la ruta de la seda pasaba por muchas manos hasta llegar a manos del pintor. Esas mercancías no hacían toda la ruta en una sola mano, sino que pasaban por diferentes mercaderes que hacían cada uno un trocito del camino. En cada cambio de manos iba aumentando el precio. Al llegar a Europa era más caro que el oro y por eso durante siglos se reservó para los mantos de la Virgen (1). El azul, muy utilizado por Vermeer, no solo aparece en el turbante sino también lo utiliza con liberalidad en abundantes manchas que modelan la chaqueta amarilla. El reciente estudio revela que la piedra puede haberse calentado primero a una temperatura alta, lo que facilitó la molienda y produjo un color azul más intenso.
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(1) En este mismo blog se puede leer lo que escribí sobre como la cochinilla revolucionó la paleta de los artistas. Si interesa se puede leer La plaga convertida en arte También os recomiendo el artículo de Saray HH La evolución de los pigmentos azules. El azul en la historia del arte