domingo, 16 de agosto de 2020

8. El meñique de Carlos V



Que Carlos V padecía de gota y diabetes se sabía desde siempre. Y también que sufrió unas fiebres parecidas al paludismo, que son las que presumiblemente lo habían llevado a la muerte. Pero la confirmación científica e indiscutible del hecho no se realizó hasta hace pocos años, gracias al análisis de una falange de un meñique. Esta es la historia del meñique de Carlos V.

Carlos V murió en el monasterio de Yuste el 21 de septiembre de 1558. Dispuso que su cuerpo fuera sepultado bajo el altar mayor, de modo que la mitad de su cadáver estuviera bajo el altar y la otra mitad bajo los pies del sacerdote que oficiara la misa. Y así se hizo. Cuando su hijo Felipe II trasladó el cuerpo de su padre al Escorial mantuvo sus deseos, de forma que el cuerpo de Carlos V fue enterrado de la misma forma en su nuevo emplazamiento, en una cripta bajo el altar mayor de la basílica del Escorial, tal como dispuso en su testamento, pero en El Escorial en lugar de en Yuste.

En el reinado de Felipe IV se reorganizan las criptas y se inaugura el Panteón de Reyes y los restos de Carlos V son vueltos a sacar y trasladados al Panteón Real. Y ya van dos veces que al pobre lo sacan de su enterramiento, pero hubo más.












Durante la Revolución de 1868 un grupo de revolucionarios profanó su tumba, y entonces se produjo el hecho que da lugar a esta entrada: una falange de un meñique de la extraordinariamente bien conservada momia del rey (1) es separada de su mano por el guarda de la cripta, y llega a poder del marqués de Villaverde.



De aquella época data el dibujo de Vicente Palmaroli que muestra la momia de Carlos V, dentro de su ataúd. Aunque el dibujo está fechado en 1870, he visto referencias a que en realidad corresponde a 1872, con ocasión de otra apertura de la tumba, aunque no he podido confirmar el motivo de la misma, o si se realizó realmente.

Se dice que el marqués de Villaverde había ofrecido 20 reales al guarda por un trozo del cuerpo del emperador, consiguiendo la falange de un meñique. Aunque el marqués dijo posteriormente que no había tenido participación en ello. Sea como fuere, el marqués se arrepiente de su posesión años después, y  le confiesa a su hermana, la marquesa viuda de Martorell, el hecho. Ambos escriben en mayo de 1912 a Alfonso XIII con la intención de devolver el meñique de Carlos V a su lugar, aunque sin confesar la participación del marqués en el hecho diciendo solo que la falange había llegado a sus manos sin que él hiciera nada por obtenerla. Alfonso XIII lo envía al Escorial, aunque no se volvió a abrir la tumba para ponerlo junto al cuerpo, y se guardó en un relicario en la sacristía.

En 1936, durante los asaltos republicanos a edificios religiosos, se vuelve a profanar la tumba de Carlos V. En esta ocasión el hecho quedó documentado, ya que un miliciano se hizo una fotografía con la momia, posando orgulloso junto a su trofeo. Esta foto fue publicada en un periódico francés, donde la vio un joven de 17 años llamado Julián Zulueta, que quedó impresionado por la misma.

El padre de Zulueta era embajador de España en El Vaticano y en París cuando estalló la guerra civil. El joven Julián veía en París, a través de las fotos que publicaba la prensa, las horribles imágenes de la misma. Pero hubo una que le sorprendió. Se trataba del momento de la profanación de la tumba de Carlos V. “Se veía a un individuo tocado con gorro de miliciano, encaramado a una escalera y medio abrazado a un Carlos V que estaba con los ojos abiertos y con el rostro que le pintó Tiziano”, recordaba Zulueta muchos años después en sus declaraciones a un periódico.

Con el paso del tiempo Zulueta se convirtió en médico especializado en medicina tropical (2). Trabajó con la Fundación Rockefeller como experto en malaria y fiebre amarilla; fue especialista durante 25 años en estas enfermedades al servicio de la Organización Mundial de la Salud, y la idea de la momia real, que se sabía que había padecido malaria, aunque sin confirmación científica, seguía en su mente. En 1990 solicitó permiso al rey Juan Carlos para hacer un estudio de la momia, pero el rey lo negó, diciendo que prefería que se dejaran tranquilos los restos de su antepasado.

Unos años después surgió la oportunidad. Un conocido de Zulueta tenía un alto cargo en Patrimonio Nacional, y en 2004 le informó de la existencia del meñique guardado en la sacristía. El médico volvió a pedir permiso y esta vez se le concedió, ya que no existía el inconveniente de volver a abrir la tumba.

Los resultados del análisis del meñique revelaron lo que ya se sabía, pero a falta de la confirmación científica: además de una alta concentración de cristales de ácido úrico apareció el plasmodium, el parásito del paludismo.

A Carlos V ya le habían advertido sobre el peligro de su retiro en Yuste. Dos de sus médicos le habían aconsejado que no viajara allí porque era zona de paludismo pero el rey, no acostumbrado a que torcieran su voluntad, no hizo caso de las advertencias. El primer verano lo superó, pero en el segundo cayó enfermo. Aún no se conocía el tratamiento con quinina, y al rey sólo le trataron con sangrías, lo que lo llevó a la muerte en poco tiempo.

_____________

(1) Las condiciones ambientales de su entierro en Yuste hicieron que el cuerpo se desecara conservándose a la perfección. Cuando el cuerpo fue trasladado al Escorial ya estaba momificado.

(2) Su familia se había exiliado a Colombia y ese hecho le llevó a estudiar esa especialidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario